jueves, 24 de junio de 2010

Una gran victoria puertorriqueña

Ángel Guerra Cabrera
En 1898 Estados Unidos, en su debut imperialista, se apoderó por las armas de Cuba y Puerto Rico con el propósito de controlarlas y usarlas como trampolín de su arremetida expansionista al sur del río Bravo. Al mismo tiempo frustraba la victoria de dos procesos independentistas que estaban indisolublemente ligados. Tanto, que el artículo primero de los estatutos del Partido Revolucionario Cubano (1892) proclamaba que éste se creaba para luchar por la independencia "absoluta" de Cuba "y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico"; y los próceres borinqueños Eugenio María de Hostos y Ramón Emeterio Betances previeron anticipadamente, al igual que su compañero y fundador de ese partido, el cubano José Martí, la necesidad de unirse frente a la amenaza expansionista estadunidense. Cuba, aunque consiguió en 1902 la independencia formal y la creación del Estado-nación, fue convertida en protectorado yanqui y solamente llegó a ser realmente independiente con el triunfo de la revolución el primero de enero de 1959. Puerto Rico es el único país de América Latina que todavía hoy mantiene la condición de colonia no obstante que su pueblo ha luchado con denuedo por su autodeterminación e independencia y reafirmado y enriquecido en ese proceso su indómita identidad nacional. No es gratuito, por eso, que el Comité de Descolonización de la ONU haya convocado en estos días a una sesión especial para exigir a Estados Unidos que garantice el derecho del pueblo boricua a su autodeterminación.
Sin este antecedente no puede entenderse a cabalidad la trascendencia política y cultural de la radiante victoria obtenida por el estudiantado de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en la huelga de dos meses que acaba de concluir en defensa del derecho de los jóvenes a la educación pública. Los estudiantes, que conquistaron el apoyo de grandes sectores del pueblo castigados por las medidas neoliberales del gobernador anexionista Luis Fortuño, consiguieron casi todo lo que exigía su pliego petitorio y en la primera asamblea nacional celebrada en la historia de la UPR con la asistencia de representantes de los 11 planteles confirmaron los acuerdos a que llegó el Comité Nacional Negociador con la directiva de la casa de estudios. Adicionalmente, la asamblea se pronunció por un voto preventivo en favor de decretar una nueva huelga general en caso de que se intente aumentar las cuotas de matrícula: “El estudiantado se opone a que se aumenten los costos de estudio, sobre todo a la imposición de una cuota en enero de 2011… y dejamos claro que haremos todo lo necesario para detener esa cuota”. La huelga estudiantil de Puerto Rico se distingue por la vibrante y singularmente creativa militancia de sus protagonistas, para la mayoría de los cuales ésta era su primera experiencia de participación política, y por su radicalismo democrático, ejemplo para las nuevas generaciones de América Latina, en especial en estos tiempos en que el sistema dominante intenta –y logra con frecuencia– enajenar a los jóvenes con el consumismo y alejarlos de la actividad política.

En las luchas sociales y políticas de Puerto Rico, debido a su condición colonial, se manifiesta con particular énfasis –explícita o implícitamente– la resistencia frontal contra la dominación de Washington. Ello favorece la vinculación de las reivindicaciones nacionales con las sociales, el impulso de unas por otras, un ingrediente indispensable en las luchas de liberación de los países dependientes. Así, los estudiantes de la UPR –y los docentes que se les han sumado en número creciente– están luchando contra una directiva de la entidad calificadora de universidades de Estados Unidos que urge a reducir drásticamente la contribución a la universidad del presupuesto del llamado Estado Libre Asociado. A la vez, se enfrentan a una camarilla neoliberal entronizada en la administración universitaria que, a tono con las directivas imperiales, ha endeudado alegremente al alto centro docente mientras intenta descargar los costos sobre los estudiantes. El objetivo es privatizar la UPR, liquidando así un centro de educación pública que ha llegado a ser crucial en el fomento del pensamiento crítico, el desarrollo del arte y la investigación científica y, en suma, la preservación de la identidad y la conciencia nacionales de Puerto Rico.

Uno de los voceros estudiantiles dijo una frase lapidaria a propósito de la victoria lograda con la huelga: "Este movimiento no se queda aquí, continúa".

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martes, 15 de junio de 2010

Para entender San Juan Copala (libros para descargar)

SAN JUAN COPALA: DOMINACIÓN POLÍTICA Y RESISTENCIA POPULAR
DE LAS REBELIONES DE HILARIÓN
A LA FORMACIÓN DEL MUNICIPIO AUTÓNOMO

En nueve capítulos López y Bárcenas explica las experiencias de organización política y social que han tenido las diversas comunidades, barrios y autoridades de esta región, hasta llegar a la conformación del municipio de San Juan Copala, comunidad asediada por grupos paramilitares pertenecientes a la Unión de Bienestar Social de la Región Triqui (Ubisort), que el pasado 28 de abril emboscaron a una caravana de derechos humanos, asesinando a dos de sus integrantes.

Este es un libro que, sin duda, ayudará a entender lo que el autor ha llamado la “crónica de una represión anunciada”.

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LA PERSISTENTE UTOPÍA TRIQUI: EL MUNICIPIO AUTÓNOMO DE SAN JUAN COPALA

“Cuando las últimas horas del día 31 de diciembre del año 2006 están partiendo para dar paso al año nuevo varias sombras cruzan las montañas que rodean la comunidad triqui de San Juan Copala y se van acercando a ella. Son las sombras que proyectan los hombres y las mujeres de distintos barrios, quienes ocultos bajo los árboles que esconden las veredas hechas camino a fuerza de tanto andarlas, caminan en completo orden y silencio. La luz de la luna alumbra su paso, cauteloso y firme, descubriendo a los hombres y mujeres que en grupos se van concentrando en ese Chuman’a, centro ceremonial y político desde tiempos remotos en que los triquis llegaron al territorio que ahora ocupan y actual capital política de la región triqui baja. Van a la ceremonia de instalación del municipio autónomo de San Juan Copala”.

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Autonomía prohibida




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TERCER aniversario de la represión en Ixhuatlán de Madero, Veracruz

El 10 de junio de 2007 los Dorados de Villa tomaron tierras. El gobierno los desalojó: “Habían encarcelado a diez compañeros, quienes están siendo procesados, porque los tienen firmando en Chicontepec cada 15 días.”

Gabino Flores Cruz no fue detenido. Logró escapar, pero no puede llegar a su comunidad porque hay órdenes de aprehensión contra él. “Los pistoleros de los caciques han andado pa´ arriba y pa´ abajo, a ver cuándo iba yo a regresar. Por eso no he podido ir.”

Las luchas por las tierras en la región empezaron desde 1937, 1938 y 1941. Hubo una resolución presidencial en favor de los campesinos. Debió haber una diligencia para llevar a cabo la ejecución y entregarlas a los campesinos, pero no todas las tierras les fueron dotadas. Hubo pendientes: “No se llevó a cabo la ejecución total, fue parcial. Quedaron pendientes 480 hectáreas. Buscamos retomar esas tierras que quedaron inconclusas”.

Son, aseguran los campesinos, “tierras de primera calidad, pura tierra fértil. Aproximadamente 480 hectáreas. Las tiene la familia Faisal, una familia que en los tiempos de guerra en Arabia se vinieron a refugiar a México. Fue como en los años sesenta. Empezaron a trabajar y acaparar esas tierras por medio del dinero. Empezaron a pagar peones para trabajarlas. Así se fueron apropiando ilegalmente. Ahorita tienen como ocho peones.”

Las tierras están “a orillas de manantiales y ríos. Hay agua en abundancia, son zonas muy fértiles para el campo, porque en tiempos de sequías se pueden regar. Con esas tierras se pueden beneficiar unos ciento veinte campesinos.”

Tenemos la resolución presidencial, argumentan los campesinos: “Los caciques impidieron que se llevara a cabo la ejecución, que les quitaran esas tierras para pasárselas a los campesinos.”

Los Dorados de Villa metieron solicitudes de ampliación del ejido, pero el gobierno “nunca nos dio una resolución favorable, pues ya se había modificado el artículo 27 constitucional y ya no hay tierras dotación de tierras”. No obstante siguen “solicitando la ampliación de las tierras, porque no se ha llevado a cabo la ejecución.” Entregaron un primer documento en 2005 ante el Tribunal Agrario Unitario y el Registro Agrario, para la dotación de tierras, pero “nos dijeron lo mismo: que no hay tierras. Siendo que estamos viendo que en la comunidad hay tierras en abundancia.”

Cuando ya habían agotado los recursos y trámites, y cansados de que les dijeran: “no se puede, ya no hay tierras, por eso fue la decisión de los campesinos de tomar las tierras y ponerse a trabajar. El gobierno mandó al delegado Roberto Álvarez Salgado para supuestamente negociar. Estábamos en diálogo y ellos traicionaron el diálogo que habían propuesto, se vino la represión.”

En asamblea decidieron tomar las tierras “para ponernos a trabajar y mantener las familias. Sesenta y cinco gentes, aproximadamente. Las recuperamos el 10 de junio de 2007.” Decidieron hacerlo en ese día porque “en esa fecha el gobierno federal llevó a cabo una fuerte represión contra organizaciones que andaban en plan de protesta”. Se refieren al Jueves de Corpus, del 10 de junio de 1971, cuando el gobierno de Echeverría usó a los paramilitares “Halcones” contra la primera marcha estudiantil posterior a la masacre cometida por el ejército el 2 de octubre de 1968.

Los Dorados de Villa vieron que “muchos campesinos no tenían ni un pedazo dónde trabajar, dónde vivir, por eso fue la idea de organizarse y exigir al gobierno que se les dote de un pedazo de tierra, para que el día de mañana sus hijos tengan un lugar donde vivir y trabajar.”

Estas son algunos de los antecedentes y el contexto de la lucha por la tierra de los Dorados de Villa.

Una comunidad nahua

La organización campesina nahua Dorados de Villa es de la comunidad Lomas del Dorado, municipio de Ixhuatlán de Madero, Ver.; en la Huasteca veracruzana. La comunidad se fundó aproximadamente entre los años 1973 y 1975. Actualmente la forman unos 700 u 800 indígenas nahuas. Se conserva la lengua náhuatl, aunque “hubo un tiempo en que la escuela la estuvo prohibiendo, pero aún así no se perdió. Los jóvenes la hablan todavía, aunque sus vestimentas son ya las urbanas.

La comunidad cuenta con servicio de agua entubada, energía eléctrica, drenaje, junto con una planta tratadora de aguas residuales, negras, para no contaminar los manantiales y ríos. La cabecera está a una distancia como de 20 kilómetros, que se recorren en aproximadamente 40 minutos.

No hay servicios de salud ni hospitales equipados. Hay un hospital nuevo, “pero es un cascarón, porque equipo no tiene”. Sí hay un centro de salud, “pero no hay medicamentos”. El médico más cercano queda a 10 minutos, en Llano de Enmedio.

Las actividades económicas son las del campo, lo agrario, el jornal. Básicamente la gente se dedica al corte de la naranja. Artesanías ya no hay, “existían en un tiempo, pero con eso de que no hubo donde sacar los artesanos sus productos se vino todo para abajo”.

Campesinos sin tierra

En los años setenta se fundaron esos anexos de tierra al Lomas del Dorado. Hay 190 ejidatarios. Pero gente sin tierra son como 120 y “andan pidiendo prestado terreno para trabajar”. El inconveniente es que “tienen que pagar una renta cada cosecha o anualmente, pero la mayoría es cada cosecha. Pagan con productos, con dinero, a veces con fuerza de trabajo. También trabajan en el jornal, es decir, asalariados.

La mayor parte de las tierras las poseen los caciques: “los Benítez, los Faisal, los Quintana. Son ellos los que poseen la mayor y mejor tierra. El cacique que tiene menos, son aproximadamente de 250 y el máximo como 2,500 hectáreas”. Estos ricos llegaron después de los sesenta, entre 1969 y 1965. La mayoría es “gente extranjera que vino de refugiada acá.”

Obtuvieron tierras por medio de contactos con otros caciques, “vinieron recomendados, y entre ellos se ayudaron a conseguirles apoyos económicos para que pudieran ir consiguiendo peones, y de ahí se fueron posesionando sin comprarlas.” Por esa razón los campesinos las consideran “tierras ilegales, pero ellos dicen que ya con el Procede tienen título. Pero son gentes extranjeras. Las tierras son de México y son para los mexicanos.”

Estos caciques dedican las tierras a la siembra de pasto, la cría de ganado y a la plantación de naranjas. Viven “en la región, en otras comunidades, unos viven en Llano de Enmedio pero tienen casas en Poza Rica, Xalapa, Veracruz. Tienen propiedades en Veracruz, Poza Rica, Potrero del Llano y el Alazán, también tienen tierras por allá.”

El Procede (Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares Urbanos) entró en 1996 a Lomas del Dorado. Los títulos los entregaron entre 1999 y el 2000, bajo la presidencia de Vicente Fox, aunque el gobierno de Ernesto Zedillo empezó a entregar los primeros títulos.

Desde que entró el Procede “empezó a dividir a las comunidades. Al entrar Procede se acaba la autonomía de las comunidades. Se acaban las tierras comunales. Pasan a ser pequeños propietarios, donde el rico viene y se la paga al dueño del terreno, ya es más fácil que cuando eran tierras comunales. Cuando eran tierras comunales no se podían vender las tierras, porque eran de la comunidad, del ejido. Hay algunos ejidatarios que ya no tienen donde trabajar porque vendieron todos sus terrenos. Ese es el plan de los presidentes y de los capitalistas, apropiarse de todo el terreno para que los mexicanos no tengan ni un pedazo.”

Los principales cultivos en Lomas del Dorado son el maíz, el frijol, el chile, la naranja. La naranja se empezó a producir en 1990 y 1991, con la gestión que hizo el entonces Instituto Nacional Indigenista, y una estructura que se dedicó a “bajar proyectos hacia las comunidades”. Para el campo actualmente existen los programas gubernamentales Procampo y Oportunidades que “le están dando a las mujeres.”

La migración

A partir del 1990, 1992, empezaron a salir los jóvenes a buscar otras ciudades para conseguir un empleo. “Se van por falta de trabajo. Cayó una helada, se perdieron los cultivos. Los campesinos se quedaron sin el trabajo para el campo. Tenía que levantarse otra vez todo, pero mucha gente no tenía el dinero para sobrevivir. Lo que hicieron es que muchos migraron a otros lugares: a la ciudad de México, Reynosa, Matamoros, Poza Rica. Se fueron a las ciudades para obtener un trabajo y mantener a sus familias. Unos se metieron de ayudantes de albañilería, otros de obreros en las fábricas, en las maquilas.”

En 1996, 1998, empezaron a emigrar algunos campesinos de Lomas del Dorado a los Estados Unidos. “Como estaban trabajando de obreros, no les alcanzaba el dinero para mantener a sus familias. Unos ya tenían dos o tres hijos y no les alcanzaba. La paga era muy barata, por eso decidieron irse a los Estados Unidos”. De Lomas del Dorado hay como unos ocho migrantes, recuerdan. De 2000 a 2003 “vinieron a dar una vuelta y ya no han regresado. Son puros hombres que se han ido.”

Antecedentes: el movimiento Tzocohuite

En la región hay una tradición de lucha. Por un accidente entre los autobuses “Álamos”, el 5 de septiembre del 2000, tragedia donde murió una familia completa: cinco muertos, dos hombres mayores y tres menores. Los campesinos se movilizaron. Difundieron los hechos y casos anteriores. Formaron un movimiento masivo que “no tenía estructura, no tenía nada, fue un movimiento espontáneo”. El 19 de octubre, retuvieron las grúas del empresario Nabor Mejía Viniegra, y dos camionetas oficiales de tránsito del estado. Bloquearon la carretera en el tramo Tzocohuite- Iztapalote.” El gobierno estatal respondió con la represión: “estaban apenas 19 campesinos y entró la policía estatal y pistoleros, queriendo recuperar la unidad, que se había impactado con un camión volteo que transportaba arena.”

Se movilizaron inmediatamente campesinos de varias comunidades. Salieron a las carreteras para bloquear los caminos para que la policía no saliera. En esa fecha detuvieron a 97 policías y 35 pistoleros. Se presentó al lugar el entonces secretario de Gobernación, Jorge Uscanga Escobar, y el director de seguridad pública, Alejandro Montano, porque ya habían retenido a 97 policías y 35 pistoleros. “Habíamos más de 40 mil campesinos tapando todas las carreteras.”

Se redactó una minuta de trabajo: “Venimos varias veces a Xalapa, a Gobernación, a exigirle que cumpliera el gobierno (de Miguel Alemán) su palabra y que indemnizara a las familias afectadas. Y que, como campesinos, nos diera una concesión para formar una cooperativa de transporte.”

El gobierno “traicionó su propia letra y no respetó lo que había firmado. Hubo encarcelados, un muerto, un herido de bala. Fueron presos políticos Hilario de la Cruz y Lauro Cruz. Luego, “Fue bajando el movimiento por la represión que se mantenía en aquella zona.”

Pero el 10 de junio de 2007, siete años después del Movimiento Tzocohuite, amanecimos con la noticia de que los Dorados de Villa habían tomado tierras: En sus mantas daban la bienvenida a quienes los visitara, y pedían la libertad del los presos por la represión en Atenco del mayo de 2006.

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El esclavismo, otro olvido del Bicentenario oficial

Judith Amador Tello
Aunque se trató de “uno de los capítulos más trágicos de la historia de la humanidad”, la esclavitud de los africanos en Europa y América, México no reconoce a fondo ni enfrenta su realidad con la llamada “tercera raíz”, al grado de que la especialista Luz María Martínez narra sus esfuerzos infructuosos para que en los libros de texto se explique a los niños mexicanos esa porción de su historia

Desde hace más de 35 años la etnóloga Luz María Martínez Montiel ha luchado para que en los libros de texto se reconozcan las aportaciones de las culturas africanas a la conformación étnica y cultural del ser mexicano; pero también el peso de la mano de obra esclava en la edificación y desarrollo de la nación desde la sociedad virreinal hasta hoy.

No ha tenido éxito.

Y es que la historia oficial sigue ponderando el mestizaje del mexicano a partir de españoles e indios y ha dejado fuera no sólo a los negros que –a decir de la investigadora– son “nuestra tercera raíz”, sino a muchos otros seres humanos que se mezclaron con la población local a lo largo de los siglos.

Poco se conoce incluso de las poblaciones negras que habitan regiones como las costas de Guerrero y Oaxaca, así como del estado de Veracruz. Y aunque con la diferencia de que las comunidades indígenas se identifican a sí mismas como herederas de culturas milenarias y luchan por el reconocimiento de sus derechos culturales, económicos, políticos y sociales desde hace siglos, los pueblos negros padecen igualmente la discriminación e intolerancia.

¿Cómo es posible –se le pregunta a la especialista– que el gobierno actual se apreste a celebrar el Bicentenario de la Independencia sin ese reconocimiento? ¿Cómo celebrar “200 años de ser orgullosamente mexicanos” sin tomar conciencia de qué es precisamente el mexicano y de todos los elementos que lo conforman, incluyendo la negritud?

En su departamento de la colonia Condesa, casi al mismo tiempo que los restos de los héroes insurgentes eran exhibidos por Paseo de la Reforma, Martínez Montiel, egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia y del Centro de Estudios Africanos de París, responde:

“¡Es la misma pregunta que me hago!”

Y cuestiona a su vez:

“¿Cómo vamos a enfrentar 200 años si negamos nuestros orígenes?”

Repite que desde el inicio de las investigaciones sobre la esclavitud africana y su impacto económico, social y cultural en la conformación de la nación, se ha luchado por entrar a los libros de texto gratuitos, “porque es en la escuela donde aprendemos estas cosas, y sin embargo...”

Se interrumpe, levanta las manos y tras un silencio remata:

“¿Para qué le digo? ¡Las autoridades de la Secretaría de Educación Pública!”

Su opción ha sido dar talleres a los maestros de primaria y secundaria para que conozcan del tema, y pese a que “han quedado encantados”, no se reproduce la enseñanza en las aulas. Se le pregunta si le han ofrecido una explicación. Niega con la cabeza.

–¿Ha hablado con autoridades de la SEP?

–¡Sí, cómo no! El año pasado tuvimos un taller con altos jerarcas.

De más está insistir en que los libros de texto gratuitos siguen sin explicar la historia de la esclavitud a la cual fueron sometidos los africanos en la época colonial y dio origen a la actual población afromexicana. Por el contrario, los libros han sido criticados recientemente por suprimir distintas etapas de la historia, como la época prehispánica.

Como parte de los festejos por el Bicentenario, la Presidencia de la República, junto con la SEP y el Fondo de Cultura Económica (FCE), editó el libro Historia de México, escrito por investigadores miembros de la Academia Mexicana de la Historia (AMH), y coordinado por Gisela von Wobeser, a quien toca escribir el capítulo del virreinato de Nueva España en el siglo XVI.

En el volumen apenas hace referencia al esclavismo. Se cuenta que en 1542 la Corona expidió las Leyes Nuevas, donde se prohibió “emplear” indígenas en las minas y fábricas de los ingenios azucareros, lo cual obligó a “contratar” esclavos negros, introducidos por comerciantes portugueses, que los traían de África o los adquirían en mercados europeos y asiáticos.

Y agrega que de las uniones entre españoles, negros e indios surgieron las llamadas castas (mestizos, mulatos y zambos), “que tuvieron los mismos derechos y obligaciones que los españoles de clase baja y culturalmente se hispanizaron”.

Se pide a Martínez Montiel una opinión sobre el libro. Pregunta quién lo escribe, y al escuchar que miembros de la AMH, coordinados por Von Wobeser, ataja:

“Sin comentarios.”

El año pasado el jefe del Ejecutivo, felipe Calderón, conmemoró la rebelión encabezada por Gaspar Yanga, un príncipe africano que fue traído como esclavo, y celebró el 400 aniversario de la fundación del poblado de Yanga, en Veracruz (1609), como “el primer pueblo libre de América”, según las crónicas de prensa, que destacaron la ausencia en el acto oficial de descendientes afromestizos.

Martínez Montiel aclara que se deben tomar los hechos “con prudencia”, pues no se puede considerarse como un antecedente de la gesta de Independencia. Y puntualiza que Yanga no fue el primer territorio libre de América, sino Haití (1804), “¡y hay que ver cómo está ahora!”.

Bien harían, insiste, en reconocer las aportaciones de la mano de obra esclava, saber que las tropas de Miguel Hidalgo estuvieron nutridas por afromestizos o que la misma sor Juana Inés de la Cruz dedicó unas ensaladillas a la población negra. Se sabe que manifestó preocupación por ella.



Tras las huellas



El pionero de los estudios africanistas en México desde los años cuarenta del siglo XX Gonzalo Aguirre Beltrán (1908-1996) hizo ver también la grave omisión en la historia de México. En la introducción del tomo XVI de su obra antropológica, señala:

“Es inconcebible que la Historia de México (1978), editada por Salvat y coordinada por Miguel León Portilla, preclaro profesional, con quien colabora la flor y nata de nuestros historiadores, no mencione una sola vez al negro, o a la esclavitud negra en alguna de las 3 mil 100 páginas de los 13 volúmenes profusamente ilustrados.”

No quiso atribuirlo a un “olvido involuntario”, pues habría sido “racismo larvado, inconsciente”, más bien consideraba la falta de especialistas en el tema. Entonces ya mencionaba entre los pocos al fallecido Gabriel Moedano y a Martínez Montiel.

Ganadora de la medalla Gonzalo Aguirre Beltrán, la antropóloga afromexicanista continuó por la brecha abierta por el médico antropólogo al fundar, en 1974, en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) el proyecto Afroamérica. La tercera raíz, y en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) el seminario de Historia de África y el curso Mundo africano. Edad moderna, luego de haber recorrido mundo en busca de conocimientos sobre africanía con profesores de la talla de Claude Lévi-Strauss, Roger Bastide, George Balandier y Jacqueline Delange.

Creó, asimismo, en 1987, el Museo de la Ciudad de Veracruz con la primera sala dedicada al tema de la esclavitud; en 1989, con Guillermo Bonfil como director general de Culturas Populares del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el Programa Nuestra Tercera Raíz, basado en los proyectos anteriores, que ahora retoma su nombre Afroamérica. La tercera raíz, dentro del Programa México Nación Multicultural, de la UNAM, dirigido por el etnólogo José del Val.

A decir de la antropóloga, a lo largo de estos más de 35 años se han editado varios libros de estudios afroamericanos en Centroamérica, Sudamérica y México. Ahora, destaca, hay más investigación y ha habido “una producción grande de tesis”, tanto en la Ciudad de México como en los estados de la República. Aunque sigue faltando difusión, el término “tercera raíz ha alcanzado cierta voz”; hay gente interesada en averiguar a qué se refiere.

“Hemos despertado vocaciones en la UNAM. A estas alturas debe haber 40 especialistas en provincia y en el extranjero que han venido a estudiar aquí porque esa materia no se da en las universidades de América Latina, en la mayoría de las universidades, podríamos decir para no pecar. Cuando había becas para latinoamericanos, yo tenía estudiantes de Colombia, de Trinidad, de Estados Unidos, en fin, en Cuba misma no hay una materia como ésta y es una de las potencias más adelantadas en estos estudios, pero no existe la cátedra de historia de África o de Afroamérica, es otro beneficio que da la universidad.”

Una de las aportaciones que considera tendrán efecto a largo plazo es que los afromexicanos están reclamando reconocimiento y tienen ahora argumentos reales de apoyo para la búsqueda de su identidad, y en una retroalimentación, pronto se editará un libro con este tema. Antes –recuerda su propio caso– se iba a África a buscar la historia de la africanía del siglo XVII, hoy se acude a las comunidades afromexicanas y se constata cómo se transformaron tanto África como América, y España y Europa también a partir de las aportaciones de esos continentes.

“Ninguna de las tres culturas, europea, americana y africana, quedaron intactas, sería absurdo. Nosotros le llamamos cultura afroamericana a aquello que contiene elementos de africanía, pero contiene también elementos de hispanidad y de indianidad, es una cultura híbrida. En ningún caso podemos encontrar culturas puras.”

–¿Cuál ha sido el beneficio para las comunidades negras de México?

–Bueno, si no hay beneficios para las escuelas (en libros de texto), no hay beneficios para las comunidades.

Luego reconsidera, pues aunque oficialmente no se reconozca a estas poblaciones, el Programa sí los ha beneficiado. Menciona por ejemplo la creación del Museo de las Culturas Afromestizas Vicente Guerrero Saldaña (primero en su tipo), en Cuajinicuilapa, Guerrero.

Cabe señalar, como ejemplo también, que recientemente se realizó el foro Afromexicanos: Por el reconocimiento constitucional de los derechos del pueblo negro de México, cuyo resultado es el libro De afromexicanos a pueblo negro, compilado por Israel Reyes Larrea, Nemesio J. Rodríguez Mitchell y José Francisco Ziga Gabriel, cuya versión electrónica puede consultarse en la web del programa México, nación multicultural.

“A las comunidades –dice la etnóloga– se les beneficia regalándoles su historia, despertándoles la conciencia de su identidad, enseñándoles pues, es lo que nos toca hacer. ¿Cuántos beneficios puede haber en las comunidades en México? Todavía no los puedo medir, para qué especular. Ahora estoy estudiando los procedimientos de organización de los llamados pueblos negros de Oaxaca y de Guerrero.

“Porque esta idea de organizarse y reclamarse como afrodescendientes no es originaria de México, viene de otras partes de América Latina, entre ellas Colombia, en donde el reclamo es diferente y el problema es muy distinto. En cada país de América Latina hay una situación, pero no en las mismas condiciones ni en los mismos términos.”

La organización de los pueblos negros no es tampoco semejante a la de las comunidades indígenas. Tras recordar que recientemente hubo un encuentro entre grupos de ambas comunidades que se llamaron “hermanas”, la especialista explica que el reconocimiento a la diversidad cultural (impulsado por ejemplo ahora por la UNESCO), entraña una lengua propia, una historia conocida, un reclamo a esa historia y a una identidad, y los negros no tienen todo ello.

Hay que recordar que sus antepasados fueron arrancados literalmente de sus territorios, no lograron conservar sus lenguas ni sus formas culturales.

“No conocen su historia, no conocen sus orígenes, apenas se están enterando de quiénes son.”

De hecho, la etnóloga no está de acuerdo con el uso del término “negro”, se opone a él aunque los propios pueblos negros se autonombren así, pues considera que no se debe juzgar a la gente por el color de su piel, “ése es el racismo verdadero”.

–¿Cómo llamarlos entonces?

–Lo estoy averiguando –responde al tiempo que levanta un ejemplar de La raza cósmica, de José Vasconcelos, que está releyendo–. El término negro es una categoría colonial, ¿cómo es que la seguimos usando? Les decían negros a los esclavos, pero ellos venían de pueblos con nombre y apellido, de verdaderos imperios, igual que los indios, y fueron despersonalizados por los europeos: De aquí a acá son indios y de acá para allá son negros, y se acabó, no tienen personalidad, no tienen nombre, no tienen cultura.



Vergonzosa historia



Los antecedentes históricos de una nación esclavista pueden no ser motivo de “orgullo” en el contexto celebratorio de 200 años de “Independencia”, como reza la propaganda del gobierno que en contraste otorga el reconocimiento del Águila Azteca al líder sudafricano Nelson Mandela, por su lucha contra el apartheid, pero no reconoce las aportaciones de los negros en su propio país.

Ganadora por su parte del Premio Internacional Fernando Ortiz, otorgado en Cuba, debido a sus aportaciones en los estudios afroamericanos, Martínez Montiel resume en un breve texto aquella parte de la historia de México, que comparte con otros países como Brasil, Cuba o Colombia:

“El comercio trasatlántico de esclavos que duró alrededor de 400 años es uno de los capítulos más trágicos en la historia de la humanidad. Millones de hombres, mujeres y niños africanos fueron capturados, enviados en barcos, vendidos a dueños de plantaciones y otras empresas coloniales y esclavizados por varias generaciones.”

El texto es la presentación de la exposición Afroamérica. La tercera taíz, mediante la cual ha venido difundiendo no sólo en México sino en otros países de América Latina, África y Europa los temas de la esclavitud africana. Se expuso por primera vez en 1999 en la Casa del Lago.

Ahí queda claro que no se trató de “contratar” negros. La antropóloga africanista enfatiza:

“La diáspora africana, en tanto que movimiento forzado de millones de seres humanos, fue el mayor traslado de personas que el mundo jamás haya conocido... cambió el curso de la historia generando un largo proceso de interculturación en el que surgieron nuevas y originales manifestaciones conformadas por pueblos y civilizaciones antes desconocidos.”

Y lamenta:

“A pesar de ello, gran parte de esta historia aún no ha sido contada. Se le ha dado muy poca atención a la tragedia de la esclavitud, al sufrimiento humano que causó, al racismo que generó y al gran impacto que tuvo sobre tres continentes: América, África y Europa.”

Expone que los africanos hicieron aportaciones a la agricultura, la pesca, la minería, la metalurgia, la medicina tradicional, contribuyeron al desarrollo de Europa y del entonces llamado Nuevo Mundo. Y desde siempre lucharon por la abolición de la trata de esclavos en movimientos de resistencia. Pese a ello, sus descendientes no han conquistado sus derechos civiles y políticos:

“El estigma de la esclavitud existe aún en sociedades racistas, segregacionistas, y en los sistemas de apartheid, así como en formas modernas de esclavitud tales como el trabajo de niños, la servidumbre, la prostitución y otras formas disimuladas de explotación como la de los migrantes indocumentados en todo el mundo.”

La investigadora incluso pone en duda cómo serán tomados en cuenta los negros en el Censo General de Población y Vivienda.

“¿Por el color de su piel?”, pregunta con ironía el remarcar que ello sería una forma de racismo, un estigma. Antropólogos e historiadores han señalado que el censo no tiene una metodología adecuada tampoco para reconocer a la población indígena, a veces simplemente se guían por determinados elementos (dormir en petate, no en cama; usar huaraches, no zapatos; o el tipo de alimentación), cuando esto tiene que ver también con condiciones socioeconómicas, no sólo de tradición cultural.

Al dar a conocer la salida a la luz pública del libro De afromexicanos a pueblo negro, la agrupación De África, A.C., destaca:

“Creemos que hoy más que nunca, en que el mundo entero está reconociendo el papel importante que han tenido los pueblos afrodescendientes en la construcción de cada nación en donde hay presencia negra, debemos en nuestro territorio mexicano, acompañar a los pueblos negros a consolidar sus derechos. El censo, de acuerdo con lo establecido en el foro afromexicanos, constituye un principal paso.”

Advierte además que ya no quieren ser sólo un “objeto de estudio” de congresos y seminarios, quieren ser protagonistas y relatores de su historia:

“Los negros, como objeto de estudio, siguen siendo los negros atrapados en los archivos que quedaron olvidados, porque siempre han sido ignorados. Por eso a lo mejor se piensa que no hay negros en México, porque cuando se habla de ellos, se habla de quienes están en los archivos. Pero en la Costa Chica de Oaxaca y Guerrero, en Valerio Trujano, Oaxaca, en Veracruz, en Coahuila y en todo México hay un pueblo negro que exige se le reconozca, que exige libertad de tránsito, que exige salir de esos groseros niveles de pobreza que Conapo (Consejo Nacional de Población) manifiesta, que exige ser parte de programas federales, que no quiere verse reflejado en las estadísticas como los más analfabetos, como los más carentes de servicios, como los más olvidados.”

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viernes, 11 de junio de 2010

Qué sería de México sin drogas

SABINO BASTIDAS COLINAS
El tema de las drogas es también un tema económico y un problema de mercado. Este es uno de los ángulos más interesantes para explicar el fenómeno, y probablemente, la verdadera pista para combatirlo seriamente o quizá, por lo menos, para contenerlo. Es claro para todos que las drogas son un producto, que tiene un precio alterado por una prohibición, que genera naturalmente mayor riqueza y utilidad.

¿Pero de qué estamos hablando? ¿De cuánto estamos hablando? ¿De qué tamaño es el negocio? ¿Qué tan rentable es? ¿Qué tan grave sería para algunas economías nacionales que el negocio dejara de funcionar? ¿Cómo funciona la economía de la droga? ¿Qué pasaría de verdad si los gobiernos ganaran la guerra contra las drogas y ese negocio quebrara o se paralizara?

Podemos tratar de entenderlo con el caso mexicano. El periodista Jacobo Zabludovsky empezaba un artículo hace unos días diciendo: "Si la divinidad dispusiera que esta noche terminara el narcotráfico en México, mañana estaríamos muriéndonos de hambre. O casi." (El Universal 12/04/2010). Hacía referencia a la publicación de un informe dado a conocer por la consultora Stratfor, en el que se afirma que cada año, ingresan a la economía mexicana alrededor de 40.000 millones de dólares (mdd), unos 32.000 millones de euros, por concepto de drogas. Si el dato es cierto, como señala la consultora, la afirmación del periodista mexicano no resulta de ninguna forma exagerada.

Es muy difícil calcular el tamaño del negocio de las drogas. Se han hecho muchos ejercicios y estimaciones. En el caso de México, los cálculos van desde los 10 a 15.000 mdd (8 a 12.000 millones de euros,) un estimado que reconocen en privado algunas agencias del gobierno mexicano, elaborado a partir del flujo de dólares entre México y Estados Unidos, un dato duro, cierto, muy conservador, que nos da una evidencia empírica por lo menos del piso o del punto de partida del negocio de las drogas, hasta cálculos más amplios como la de Stratfor u otras agencias internacionales y centros académicos, que han deslizado y aventurado cifras que van de los 40 a los 50.000 mdd (de los 32.000 a 40.000 millones de euros).

Para tener algún elemento de comparación, los ingresos de México por concepto de remesas en 2009 fueron de 21.181 mdd (16.945 millones euros) los ingresos por concepto de turismo fueron de 11.275 mdd (9.020 millones de euros); los ingresos por petróleo fueron en 2008 de 50.635 mdd (40.508 millones de euros); y en 2009 de 30.882 mdd (24.705 millones de euros); la inversión extranjera directa fue de 23.179 mdd (18.543 millones de euros) en 2008 y de 11.417 mdd (9.133 millones de euros) en 2009. La comparación es abrumadora.

Sergio Ferragut en un libro publicado recientemente, A Silent Nightmare, afirma que el negocio de las drogas en Estados Unidos es de 125 mil mdd (100.000 millones de euros) según la estimación de la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Crimen, es casi el doble de la cifra reconocida por el gobierno norteamericano, que habla de 65.000 mdd (52.000 millones de euros).

Los especialistas insisten en que la mayor parte del negocio de las drogas, que las grandes ganancias y utilidades, se quedan en lo que llaman "la última milla", es decir, en quienes controlan el último tramo de la cadena de producción y comercialización. Gana mucho más quien lo comercializa en los grandes centros de consumo y quien se lo hace llegar al consumidor final. Este criterio ayuda a moderar las grandes cifras que se atribuyen a la economía mexicana. Pero en cualquier escenario, un porcentaje muy importante de este negocio se queda en México, y sin duda es un tema que altera las cuentas nacionales, y del que por cierto, nunca habla el gobierno mexicano.

Lo que estamos obligados a reconocer es que el negocio ilícito de las drogas significa ingresos extraordinarios y un flujo de capital para los países comercializadores y productores de drogas. Y que si se quiere combatir realmente el narcotráfico es necesario atender dos frentes: primero, una clara y frontal estrategia para combatir el lavado de dinero; y segundo, una estrategia social y económica para sustituir el negocio ilícito del narcotráfico, por negocios productivos lícitos. El gobierno mexicano tiene una fachada ineficaz del primero y carece totalmente del segundo.

El negocio de las drogas significa muerte, veneno y destrucción para una sociedad, pero paradójica y perversamente, la otra cara de Jano, es que también significa ingresos, ventas y empleos. Significa dinero fresco circulando y activando la economía. Dinero ilegal que, tras un proceso de lavado, se inyecta de manera directa en el desarrollo y se convierte en inversión.

Ahí está la manzana envenenada. De una forma u otra, las complicidades son muy amplias. Los mexicanos normales, que tienen negocios lícitos, elevan el umbral de tolerancia, y también se ven beneficiados, directa o indirectamente de estos flujos de capital.

George Friedman, director de Stratfor y autor del libro The next 100 years, asegura que, sin lugar a dudas, el negocio de las drogas "al final, contribuirá con el crecimiento económico de México." Y es que el dinero que sale del bolsillo de los consumidores de droga en Nueva York se convierte en dinero circulando en las economías de Ciudad Juárez, Morelia o Ciudad de México.

La "guerra" de Calderón contra las drogas estuvo desde el principio equivocada, porque le apostó más a la fuerza que a la inteligencia. Porque era necesario construir una estrategia mucho más amplia, integral, con muchos otros componentes, y uno de ellos era el financiero y económico. No lo tuvo. Y las decisiones tienen consecuencias.

México está obligado a preguntarse hoy: ¿Qué pasaría de verdad con su economía si ese dinero dejara de entrar? ¿Qué pasaría con su macroeconomía? ¿Qué pasaría con las pequeñas economías de cientos de pequeños pueblos, familias, comercios y negocios, que viven gracias a esos ingresos? Por ejemplo, ¿qué hubiera sido de México en la crisis del 2009 con una caída de -6,5% del PIB, sin los ingresos del negocio de la droga? ¿Cuál es la estrategia para combatir el lavado de dinero? ¿Cuál es la estrategia para sustituir la economía del narcotráfico?

Son preguntas que si no tienen respuesta, llevan a otras más graves: entonces ¿va en serio la guerra de Calderón contra las drogas? ¿Qué consecuencias tiene una guerra militar o armada, sin una estrategia económica y financiera? En el fondo ¿qué tanto ha contribuido la "guerra" de Calderón contra el narcotráfico para aumentar los precios de las drogas y en el fondo para mejorar las ganancias y las utilidades del negocio de las drogas?

Era elemental, desde un principio la estrategia era "Follow the Money..."

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jueves, 10 de junio de 2010

Otro video de policia gringo matando un niño mexicano

Un video difundido ayer por la cadena Univisión muestra el momento exacto en el que un agente de la Patrulla Fronteriza dispara contra el menor Sergio Adrián Hernández en las inmediaciones del Puente Internacional Paso del Norte, en Ciudad Juárez, Chihuahua.

Los restos de Sergio Adrián Hernández Güereca –asesinado el lunes por un agente de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos– fueron velados por su familia y amigos en una humilde casa de la colonia Plutarco Elías Calles, en el poniente de esta urbe fronteriza.

María Guadalupe Güereca, madre del joven, preguntó continuamente durante el servicio fúnebre: "¿por qué mi hijo? ¿Por qué mi hijo, si nada malo hacía?" Los seis vástagos que le sobreviven intentaron en vano consolarla.

Jesús Hernández, padre de Sergio Adrián, de oficio lavacoches, aseveró ante el féretro del muchacho: “no quiero venganza; ésa se la dejo a Dios, sólo quiero justicia contra el migra que mató a mi hijo”.

Güereca consideró: "el homicidio de mi hijo es de odio; por eso voy a presentar una denuncia internacional, ya que el gobierno mexicano está vendido al de los gringos".

Frente al ataúd, dijo: “mira nada más, le dejaron el rostro destrozado, verlo así me deja sin vida, porque sin mi hijo ya no quiero vivir. Él era la razón de mi existencia, por él trabajaba hasta tarde para pagarle la escuela y apoyarlo con sus estudios.

"Por eso exijo justicia, porque sé y estoy convencida de que no era ningún delincuente, y mucho menos que pretendiera cruzarse a Estados Unidos."

El cansancio de la señora era evidente. El féretro de Sergio Adrián fue colocado en una habitación de cuatro metros de largo por cuatro de ancho, al lado de un viejo sillón, entre temperaturas superiores a 40 grados centígrados.

El matrimonio Hernández Güereca recomendó a los periodistas asistentes “denunciar a los asesinos de la migra de Estados Unidos, que entraron a mi tierra armados para disparar a mi hijo, y por eso buscamos justicia”.

El funeral será este jueves, luego de las tres de la tarde, para que esté presente toda la familia, ya que una hermana de Sergio Adrián vive en Estados Unidos, y este miércoles estaba en camino.


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Video de mexicano asesinado por cuicos gringos


"¡Piedad! ¡ayúdenme por favor!", gritó Anastasio Hernández Rojas cuando agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos lo golpearon y le aplicaron choques con pistolas eléctricas, en la zona del cruce de peatones en la garita internacional de San Ysidro-Tijuana, la noche del 28 de mayo anterior.

La golpiza que le costó la vida al migrante mexicano fue grabada en video con un celular por un joven de 24 años residente en California, Estados Unidos, quien fue testigo de la brutalidad de la Patrulla Fronteriza.

"Déjenlo, no está poniendo resistencia", advirtió en inglés y español Humberto Navarrete Mendoza, estudiante de medicina avecindado en San Diego, quien presenció el incidente que primero provocó la muerte cerebral y un día después el deceso del trabajador mexicano, que vivió los últimos 20 años en el sur de California, donde fue detenido el viernes por carecer de documentos migratorios.

Hernández Rojas, quien procreó cinco hijos en territorio estadunidense, se dedicaba a la limpieza de albercas y a la industria de la construcción.

En el video apenas se aprecia el movimiento de los policías fronterizos, aunque el sonido es elocuente. Se escuchan las súplicas de Anastasio cuando una veintena de agentes estadunidenses lo golpean con toletes, puños y pies, y le infligen descargas eléctricas hasta dejarlo inmóvil.

El migrante de 42 años de edad murió tres días después en el hospital Sharp de Chula Vista.

Navarrete Mendoza fue testigo de los golpes e intentó intervenir para evitar la agresión. Acercó su teléfono celular para grabar la escena, pero sólo se escuchan las súplicas y la voz de los oficiales, quienes dijeron: "no pasa nada".

En la grabación se escucha a Anastasio suplicar: “¡ayuda, piedad! ¡ayúdenme, por favor! señores… ayúdenme, por favor”.

Entonces se oye al estudiante Navarrete Mendoza decir: "órale, hey", mientras continúan los gritos y llantos de Anastasio.

Una voz de mujer interviene: "ya déjenlo, chingada madre". Se escuchan cuchicheos y una voz de mujer que dialoga con otros testigos. Anastasio intensifica sus quejas y se escuchan al fondo gritos de los policías.

Navarrete dice: "déjenlo, él no está poniendo resistencia". Una voz de varón asegura "no sé a lo que se está refiriendo, pero es obvio que no está cooperando".

El funeral de Hernández Rojas se realizó este miércoles en el condado de San Diego, ante unas 200 personas que exigieron que el asesinato no quede impune, "y se castigue conforme a las leyes de Estados Unidos, pero que se castigue", como afirmó el procurador de los Derechos Humanos de Baja California, Heriberto García.

Los restos de Anastasio Hernández fueron velados en privado, y se les sepultó en el cementerio Mount Hope, cerca del centro de San Diego, después de una misa de cuerpo presente en la iglesia de San Juan de la Cruz, en la comunidad Lemon Grove.

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martes, 8 de junio de 2010

Bendito seas... Gol

Juan Villoro
En sus peores momentos, el fan del futbol es un idiota con la boca abierta ante un sándwich y la cabeza llena de datos inservibles. Es obvio que la Ilustración no ocurrió para idolatrar héroes cuyas estampas aparecen en paquetes de galletas ni para aceptar el nirvana que suspende el juicio y la mordida. La verdad, cuesta trabajo asociar a estos aficionados con los rigores del planeta postindustrial. Pero están ahí y no hay forma de cambiarlos por otros.

En sociedades descompuestas, Hamlet incita a matar padrastros y el futbol a cometer actos vandálicos. En La guerra del futbol, Riszard Kapuscinsky narra la reyerta armada que siguió a un partido entre las selecciones de Honduras y El Salvador. El futbol puede ser el catalizador de conflictos que en modo alguno derivan de la frustración de no anotar suficientes goles.

Como comprobó Elías Canetti, los estadios abarrotados acrecientan y desbordan las posibilidades de la masa. Pero esto no siempre tiene un sentido negativo; la incontrolable multitud puede descubrir una voz propia y una conciencia crítica al reconocerse en forma espontánea como una fuerza circular.

Fue lo que ocurrió en México en la inauguración del Mundial de 1986, en el estadio Azteca. Un año antes, el presidente Miguel de la Madrid había sido incapaz de enfrentar la contingencia del terremoto en el Distrito Federal. Se negó a recibir ayuda del exterior y aportó muy poco para solucionar la catástrofe. El pueblo se volcó a las calles y reordenó las piezas de una ciudad rota, rebasando con mucho los esfuerzos oficiales. Esa misma gente encaró al mandatario en el estadio Azteca y lo recibió con una sonora rechifla. No es exagerado decir que ahí nació una sociedad civil consciente de su poder, que emprendería la larga marcha para derrocar al PRI 14 años después.

Muerte en Belgrado: El luto de los cuervos

Tiranos, jeques, capos de mafia, plutócratas, narcos y otras criaturas poco ejemplares se han servido de equipos como estandartes para compensar sus fechorías. Quien desee conocer la mala vibra y el pésimo rollo que pueden salir del futbol, puede pasar una temporada con los Ultra Bad Boys, apoyadores del Estrella Roja de Belgrado. Fue lo que hizo el estadunidense Franklin Foer. En su libro El mundo en un balón transcribe los intercambios intelectuales que tuvo con los ultras del Estrella Roja. “¿A quién odias más?”, le preguntó a un interlocutor apropiadamente tatuado. “A un croata, a un poli. Da igual. Los mataría a los dos”, fue la respuesta. Ya puestos a considerar las opciones de un asesino, resulta escalofriante que a alguien “le dé igual” enfriar a uno que a otro. Esta indiferencia no se extiende a los métodos de asesinato. Los Ultra Bad Boys prefieren barras de metal.

El caso del Estrella Roja es patético porque sus aficionados contribuyeron al crimen organizado y porque, para mayor sarcasmo, se trata del equipo de la policía.

A principios de los años ochenta, viajé a Yugoslavia y varias veces escuché el mismo comentario: “en este país sólo hay un yugoslavo; se llama Tito: los demás somos serbios, croatas, eslovenos, montenegrinos…” Las tensiones raciales entre Serbia y Croacia se expresaron en las trifulcas que rodeaban los partidos del Estrella Roja de Belgrado contra el Dínamo de Zagreb, mucho antes de que el sueño integrador del mariscal Tito se despedazara durante la guerra.

Este ánimo descompuesto produjo a un personaje de la posguerra fría que parece salido de una novela de John Le-Carré: Zeljko Raznatovic, sicario de la policía secreta en los tiempos del socialismo que ascendió a gángster con la llegada del capitalismo nacionalista. Después de matar a numerosos musulmanes, llevó su afán de apropiación de vidas ajenas a su nombre y asumió el alias de Arkan.

Hijo de un oficial de la fuerza aérea, Raznatovic interrumpió sus estudios en la escuela naval para fugarse a París, donde practicó fechorías menores. Foer resume su currículum de pólvora: “En 1974, los belgas lo encarcelaron por robo a mano armada. Tres años después, escapó de la cárcel y huyó a Holanda. Cuando la policía holandesa lo atrapó, consiguió fugarse de nuevo… De regreso en Belgrado, se reconcilió con su padre y buscó contactos con los cuerpos de seguridad yugoslavos”.

Como otros criminales, Arkan era un puritano del mal. Cuando estaba de viaje en Milán, un amigo lo invitó a una orgía pero él prefirió permanecer sobrio en su cuarto de hotel, dedicado a hacer ejercicio.

Fanático del Estrella Roja, se hizo cargo de una de las más aberrantes tareas del futbol organizado. En su calidad de secretario del Partido Comunista Serbio, Slobodan Milosevic le pidió que se infiltrara entre los ultras y los organizara en su beneficio. Arkan disciplinó el fanatismo en el estadio del Estrella Roja y todas las facciones lo siguieron. La espartana conducta que se asignaba a sí mismo empezó a campear en las tribunas. El estadio parecía pacificado. El único sobresalto era producido por los cuervos que anidaban en el tejado y volaban en bandadas con el estruendo de cada gol.
Pero Milosevic y Arkan tenían otros planes. Los ultras del Estrella Roja integraron un ejército informal, Los Tigres, que luchó en la ofensiva serbia de 1991-1992. La violencia que de manera espontánea se había expresado en las tribunas se transformó en táctica de guerra (o quizá sería más adecuado decir de “depredación”, pues los prisioneros eran sometidos a las más crueles torturas). El marcador de este genocidio: más de 2 mil asesinatos y una fortuna obtenida con el saqueo.

De manera simbólica, Arkan se mudó a una casa frente al estadio del Estrella Roja. La población lo reconocía como a un ídolo pop, el hombre duro que volvió “útiles” a los hooligans y luchó por el honor de Serbia.

Arkan quiso comprar el equipo de sus amores con su botín de guerra, pero no pudo y se quedó con el Obilic de Belgrado. El nombre del equipo parecía hecho a su medida: Obilic fue un guerrero que en vísperas de la batalla de Kosovo, en 1389, se coló a las filas enemigas y degolló al sultán Murad. El club de Arkan prosperó con rapidez, entre otras cosas porque los árbitros temían silbar un pénalti contra un equipo apoyado por el cuerpo paramilitar de Los Tigres.

Los excesos en los que suelen caer los directivos empalidecen ante los abusos de poder y las amenazas de Arkan. La parábola del gángster terminó del modo habitual: el antiguo sicario fue acribillado en el vestíbulo de un hotel.

La mezcla de ilusiones nacionalistas, poder alternativo, disciplina en el corazón del caos y éxitos deportivos construyó la extraña leyenda de Arkan, que aún cuenta con seguidores en Belgrado, sobre todo entre los siempre renovados Ultra Bad Boys. Su paso del crimen a la ilegalidad tolerada forma parte de la convulsa historia de Serbia, un episodio de sangre al que muchos acabaron por acostumbrarse, una rareza semejante a los cuervos que habitan el estadio del Estrella Roja.

Uno para todos: Francesco Totti

Detengamos un momento el tren de palabras que atraviesa un territorio impuro para mencionar un caso único que compromete a la pasión. En el incierto mundo de los fichajes, hay un gladiador extremo, al menos uno, que no cambiará de rumbo por tentador que sea el canto de las sirenas. Es cierto que juega en la liga italiana, satisfacción suficiente para cualquier crack, pero lo hace para la Roma, escuadra que sólo conquista el scudetto cuando pasan muchos años de calvario y llega a dirigirla un fabricante de títulos como Fabio Capello (quien, muy a su manera, al poco rato se va con sus gritos a otra parte).

Inmune a las ofertas y la seducción de otros colores, Francesco Totti cumple un destino extraño en la era de la globalización. Nació en la Ciudad Eterna, pero no en su sitio de esplendor. Fernando Acitelli se tomó el trabajo de contar los pasos que van de la casa de Totti a la muralla del imperio: 264, poco más que un campo de futbol. El hombre de extramuros se ha convertido en el emblemático corazón de la ciudad. Quizá la historia tenía que ocurrir en Roma. Hay casi un exceso simbólico en que así fuera. Los fanáticos del club suelen alzar una pancarta: Caput Mundi Todos los caminos llevan a Roma, centro del mundo.

Totti es el único superestrella del balompié emocionalmente incapaz de jugar en otro equipo. A estas alturas de su celebridad, dispone de toda clase de contratos y patrocinios que apoyan su monomanía. Nadie le podrá decir: “¿quo vadis?”. Y, sin embargo, hubo un momento en que Totti fue un delantero con más futuro que presente y tuvo las contradictorias oportunidades de los legionarios. No se fue. Sería altivo y a veces sucio; como manda la narcisista tradición romana, perdería el control y buscaría reconciliarse con el sentimentalismo que algunos preferían desconocer, pero no se iría. Francesco Totti o la adicción a la pertenencia. Si no hay siete colinas atravesadas por el Tíber, la ciudad no vale.

El delantero romano ha vivido el único exceso sentimental que no pudo vivir Maradona. Totti es el último sedentario. Otros divos del calcio tienen un rostro perfecto para acuñar una moneda, pero sólo él merece la divisa de lo intransferible.

El extraño ascetismo del futbol italiano (el placer dosificado al máximo, como las decantadas gotas del café ristretto) hace que los delanteros sean solitarios que corren mucho en punta. Ahí está Totti, persiguiendo más balones de los que puede alcanzar, demostrando que al menos uno entre todos es una ciudad. Roma se rinde, pero no se va.

El sentido de la tragedia

El crack sólo existe rodeado de cierto dramatismo. Aunque las biografías de los futbolistas nunca son tan tristes como las de las patinadoras en hielo o las bailarinas rusas, hay que haber sufrido lo suficiente para tener ganas de patear al ángulo. En 1998, durante el Mundial de Francia, asistí a un entrenamiento de Brasil. Pocas cosas son tan tediosas como los trotes de rebaño o regimiento que se hacen en esas jornadas. El jugador de talento se aburre como una ostra y busca que se lo lleve la corriente.

Esa tarde, Giovanni y Rivaldo aprovecharon un descanso para apartarse del conjunto y jugar a dispararle al larguero. Giovanni acertó cinco veces seguidas y Rivaldo tres. No he atestiguado una proeza inútil más exacta. Nadie nace con tal capacidad de teledirección. Se requiere de un pasado muy roto, muy necesitado o muy extraño para alcanzar tan obsesivo virtuosismo. Giovanni y Rivaldo superaban algo inexplicable con su acuciosa puntería.

Como la caminata o el ballet, el futbol permite sublimar el sufrimiento con molestias físicas. Quienes tienen poca habilidad para convertir sus traumas en toques, acaban de defensas; quienes tienen más problemas que talento, se especializan en la variante futbolística del performance: romper el juego y los tobillos.

Sabemos por Tolstoi que las familias felices no producen novelas. Tampoco producen futbolistas. Hace falta mucha sed de compensación para exhibirse ante 100 mil fanáticos en un estadio y millones de curiosos en la mediósfera. El hombre canta ópera o rompe récords porque le pasó algo horrendo.

En los juegos de conjunto, el sentido de la tragedia debe tocar a todo el colectivo. Pensemos en Holanda: su drama futbolístico estriba en carecer de drama. La patria de Rembrandt tiene suficientes claroscuros para provocar riñas en sus bares o hacer interesantes las novelas de Harry Mulisch; sin embargo, a sus jugadores les falta una dosis de dolor para ganar partidos. El problema viene desde la legendaria Naranja Mecánica. En el Mundial de 1974, Holanda era una fábrica de goles tan rotunda que podía darse el lujo de alinear a un guardameta con más aptitudes de jardinero; su capitán, Johan Cruyff, usaba el número 14, entonces insólito o aun irreverente, y desafiaba las normas apareciendo en cualquier lugar del campo. El sistema rotativo del equipo se perfeccionó en el Mundial de Argentina, cuando rozó el sadismo, pues incluía a dos gemelos idénticos, los Van der Kerkhof (los rivales confundían todo el tiempo a René con Willy). En 1974 y 1978, Holanda se impuso como una forma del futuro. Pero en ambas finales perdió sin remisión ante selecciones que habían brillado menos pero supieron canjear su dolor por el trofeo.

En el 74, Holanda cayó ante Alemania, una escuadra veterana, más orgullosa de sus cicatrices que de sus facciones (algunos de sus gladiadores habían protagonizado épicas caídas: la final de Wembley, en 1966; la semifinal de México, en 1970). El juego avasallante de la Naranja Mecánica sólo era criticado con elocuencia por Anthony Burgess, a quien el futbol siempre le pareció una ordinariez y en esos días padecía que su novela se asociara no sólo con una película que no le gustó gran cosa, sino con 11 neerlandeses en estado de sudoración. Para el resto de los comentaristas, Holanda simbolizaba el Renacimiento en la cancha, y sin embargo perdió contra los sufridos alemanes, como cuatro años después perdería contra los sufridos argentinos (la escuadra de Menotti carecía de estrellas y, en rigor, jugaba contra sí misma: tenía que sacudirse el apoyo que le brindaba el gobierno militar y el histórico desdén de los jugadores argentinos por el futbol de selecciones).
Se diría que la gran Holanda de 1974 y 1978 no llegó al triunfo mundialista precisamente porque tenía todo para ganar, y una secreta ley de las compensaciones exige que los campeones tengan raspaduras.

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miércoles, 2 de junio de 2010

Ante la Corte Interamericana: "Fueron los soldados los que me violaron..."

Gloria Leticia Díaz
Después de enfrentar sin éxito las instancias de justicia municipales, estatales y federales, la indígena Valentina Rosendo logró llevar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos su denuncia por la violación que padeció a manos de militares en una comunidad guerrerense. La respuesta del gobierno de Felipe Calderón es reveladora: en vez de cumplir las medidas precautorias dictadas a favor de la víctima, envió ante la Corte una delegación que no defendió el buen nombre del Ejército Mexicano, sino la impunidad de un grupo de soldados transgresores.

SAN JOSÉ, 1 de junio (Proceso).- Sin titubeos y firme la voz, desde el estrado de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la indígena guerrerense Valentina Rosendo Cantú se dirigió a los funcionarios del gobierno de Felipe Calderón presentes en la sesión señalándolos con el índice de su mano derecha:

“Lo que quiero, aquí que está el gobierno, que escuche, que reconozca lo que a mí me pasó: que fueron militares los que me violaron. Y que deje de mandar gente para que me vigile, porque yo no he hecho nada (…). Ellos (los agresores) están bien en su trabajo y viven con tranquilidad. ¿Y yo qué? También tengo derecho a vivir con tranquilidad, con mi hija.”

Así dejó pasmados a los aproximadamente 30 integrantes de la delegación mexicana, que encabezó Armando Vivanco Castellanos, director adjunto de Casos, Democracia y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores y de la cual forman parte funcionarios de las secretarías de Gobernación y de la Defensa Nacional, además de la Procuraduría General de la República (PGR) y del gobierno de Guerrero.

La representación gubernamental decidió no interrogar a la joven indígena me‘phaa que, desde la agresión del 16 de febrero de 2002, se ha enfrentado al aparato de Estado en su búsqueda de justicia.

Apenas el 15 de abril último, la Corte Interamericana llevó a cabo la audiencia del caso de Inés Fernández Ortega, otra indígena de la misma etnia que fue violada sexualmente por militares, en marzo de 2002, en una comunidad de Ayutla de los Libres, Guerrero.

El asunto de Valentina Rosendo llegó a la Corte Interamericana el 2 de agosto de 2009. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) presentó una demanda contra el Estado mexicano porque no atendió sus recomendaciones: reparar los daños, garantizar que no se repitieran los abusos y emprender una investigación imparcial fuera del ámbito castrense.

La CIDH pidió al tribunal interamericano declarar culpable al Estado mexicano por la violación y tortura de Valentina Rosendo; por la falta de diligencia en la investigación y sanción a los responsables de esos hechos; por los daños causados a ella y a su hija Yenis Bernandino Rosendo; por la utilización del fuero militar para la investigación y juzgamiento de violaciones a los derechos humanos, y también por las dificultades que enfrentó la indígena guerrerense para tener acceso a los servicios de justicia y salud.

La denuncia fue respaldada por el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan y el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil), representantes de Valentina Rosendo y de su hija.

A la audiencia en la ciudad de San José acudió el primer visitador de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos guerrerense (Coddehum), Hipólito Lugo Cortés. Ante los jueces de la Corte Interamericana rindió su testimonio sobre las diligencias que como servidor público realizó en 2002 al recibir la queja por la violación, para que Valentina recibiera atención médica y se formalizara, el 8 de marzo de ese año, una denuncia penal en el Ministerio Público de Ayutla contra los militares señalados.

Expuso que el caso de Valentina fue turnado a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), que no formuló recomendación, y dio cuenta del incremento de las violaciones a derechos humanos cometidos por militares en Guerrero:

“De 2002 a 2007 –dijo Lugo Cortés– la Coddehum recibió entre tres y ocho quejas en contra de miembros del Ejército Mexicano cada año; en 2008 fueron 35 quejas; en 2009, 155, y en lo que va de este año llevamos un registro de 35”. Los respectivos expedientes se turnaron a la CNDH por tratarse de una denuncia contra autoridades federales.

En calidad de perito se presentó Roxana Arroyo Vargas, consultora permanente del Programa Mujer, Justicia y Género de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente (Ilanud), quien señaló que la violación sexual cometida por agentes del Estado, en este caso del Ejército, se consideraba como “tortura”, y que la regla general es que las mujeres, sobre todo las indígenas pobres, no denuncien los atropellos por temor, ya que implica “enfrentar un escenario desventajoso; el ambiente del Ejército es de total impunidad”.

La representación del Estado mexicano pidió a los jueces que desestimen las acusaciones por violación y tortura atribuidos a los soldados y entregó el expediente del caso que se lleva en la Procuraduría de Justicia Militar. Sin embargo, aceptó la responsabilidad del Estado en lo que atañe al retraso en las investigaciones y la falta de atención médica oportuna y de acceso a la justicia a una menor de edad, como era Valentina cuando fue agredida.

Al término de su exposición, compartida entre Armando Vivanco y Luis Manuel Jardón Piña, jefe del Departamento de Litigios de la Consultoría Jurídica de la cancillería, la juez jamaiquina Margarette May Macaulay cuestionó cómo podían negar la participación de miembros del Ejército cuando reconocían deficiencias en la investigación, retrasos y dilaciones, y cuando todavía está abierto el caso.

Las contradicciones en que cayeron los enviados del Estado mexicano tuvieron un efecto insólito: provocaron risas en los asistentes, sobre todo de estudiantes de derecho que acudieron a la audiencia pública.



El gobierno pide impunidad



Sostener su denuncia durante todos estos años le costó a Valentina Rosendo el repudio de su comunidad, ubicada en el municipio de Acatepec, Guerrero, así como el abandono de su marido, Fidel Bernardino Sierra. Peor aún, ha padecido persecución, hostigamiento y amenazas de muerte contra su familia, ella y su hija Yenis, de ocho años. Por eso la Corte Interamericana dictó medidas provisionales a favor de ella, de su familia y sus defensores desde el 2 de febrero pasado.

Menuda, vestida de blusa blanca y falda negra, Valentina Rosendo compareció en una sesión privada ante la Corte, presidida por el juez de origen peruano Diego García-Sayán. Ahí expuso que el 16 de febrero de 2002 terminó de lavar ropa en un arroyo cercano a su domicilio, a las afueras de la comunidad Barranca Bejuco, cuando la rodearon ocho soldados, que le preguntaron agresivamente por unos “encapuchados” mientras le mostraban una fotografía y una lista de 11 personas.

Valentina tenía 17 años y sintió miedo. Entendía español pero no lo hablaba bien, por lo que no respondió el interrogatorio. Un soldado la golpeó con la culata de su fusil en el estómago, le pegó en la cara y le jaló el cabello. Luego la violó. Después otro soldado le hizo lo mismo mientras los seis restantes “se burlaban”.

La denunciante dio pormenores de los obstáculos que enfrentó para que el sistema de salud del estado de Guerrero le diera atención médica, que al final fue deficiente. Detalló las trabas para formalizar su queja en el municipio de Ayutla, que logró interponer el 8 de marzo de 2002 por mediación de la Coddehum, y el acoso permanente de los militares, que rodearon su casa y le gritaron que saliera a identificar a quienes la violaron entre los soldados que le apuntaban con sus armas. Ante tales amenazas, se vio obligada a firmar un documento que no leyó.

En otra ocasión, relató, la interceptó en un camino un grupo de soldados a bordo de tres vehículos militares. Le gritaron que “cuánto dinero quería para dejar la denuncia”. Pero algo tiene claro: “Yo no busco dinero, yo quiero que castiguen a quienes abusaron de mí”.

Continuó su declaración: ella y sus padres sufren discriminación en su propia comunidad. Ahora es “la mujer violada”, “la mujer de los militares”, “la mujer que ya no vale”. Su gente la abandonó en su búsqueda de justicia ante la advertencia que les hizo el entonces presidente municipal priista de Acatepec, Gerónimo Godoy, a los pobladores de Barranca Bejuco: no les entregaría apoyos gubernamentales mientras Valentina sostuviera su queja contra los militares.

A pregunta del juez argentino Leonardo Franco, la indígena describió la experiencia de los pueblos indígenas con la presencia de los soldados: “Hay muchas mujeres que han sido violadas por militares, pero no denuncian por no saber hablar en español, por el miedo de que le pase algo a sus familias y porque nadie nos cree”.

Valentina narró la zozobra en que vive desde que se atrevió a denunciar. Dice que, conforme su queja avanzó en el sistema interamericano de justicia, se ha sentido más amenazada, sobre todo después de que –por recomendación de la CIDH– en 2007 su expediente fue llevado del fuero militar al fuero común, aunque los defensores de la agraviada exigían que la PGR investigara el caso.

En noviembre de 2009, ella identificó a sus agresores en un álbum fotográfico del Ejército. Coincidió plenamente con su primera descripción, del 8 de marzo de 2002. Con ese pretexto, el caso fue retomado por el fuero castrense.

En la sala de la Corte Interamericana sostuvo que recibió de la procuraduría guerrerense la promesa de que “agarrarían a los militares que me hicieron daño y los iban a meter a la cárcel; pero fue al revés: me seguían, me sacaban fotos, me buscaban en mi trabajo, me decían que me dejara de denunciar. (…) Se quisieron llevar a mi hija al salir de la escuela y no tuve más remedio que huir de donde ya estaba construyendo mi vida, donde mi hija ya tenía escuela”.

El juez Eduardo Vio Grossi, de Chile, le preguntó sobre su ocupación y Valentina dijo que era empleada en una tienda, e insistió en su exigencia de justicia después de ocho años de “sufrimiento y de dolor, de cambiar de casa a donde nadie sepa lo que me pasó”. Sin que se le quebrara la voz en toda la audiencia, exigió a los representantes del gobierno calderonista que se castigue a los responsables y que la dejen vivir tranquila. Puntualizó:

“Yo no debería estar aquí (en la Corte Interamericana) si tan sólo el gobierno escuchara, y me dice mujer mentirosa (…). Yo no tengo por qué mentir (…). Tuve que dejar a mi hija de ocho años para poder venir aquí a buscar justicia (…). Este día tenía que firmar su boleta de calificaciones en la escuela, pero vine hasta acá para buscar justicia.”

Durante la audiencia, fue evidente la parcialidad de Alejandro Carlos Espinosa, juez ad hoc solicitado por el gobierno mexicano para ser integrado en la Corte Interamericana cuando se trataran los casos de Valentina Rosendo e Inés Fernández Ortega.

Ese juez le pidió a Valentina que describiera las insignias que llevaban los militares que la interceptaron para ofrecerle dinero a cambio de que dejara la denuncia, así como detalles de esa “plática”, cuando la víctima había dejado claro que cuando esto ocurrió ella estaba “llena de miedo”.

La misma actitud tendenciosa se observó cuando Espinosa interrogó al testigo Hipólito Lugo y a la representación de la CIDH, y en cambio fue condescendiente con la delegación mexicana, a la que pidió detalles sobre la capacitación en derechos humanos que reciben los miembros del Ejército.

El nombramiento de Alejandro Carlos Espinosa –profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM desde 1993 en las materias de derecho penal y militar, además de criminología– fue impugnado antes de la audiencia por los abogados del CDHM Tlachinollan porque su perfil académico y profesional es evidentemente favorable al Ejército.

Alejando Carlos Espinosa es autor de los libros Derecho militar mexicano y Derecho procesal penal militar, el primero prologado por el general Mario Guillermo Fromow García y el segundo por el general de brigada y maestro Juan José Castilla Ramos. Además, es colaborador de la revista Defensa Penal y Análisis Jurídico, cuyo presidente honorario del consejo editorial es el exprocurador y general Rafael Macedo de la Concha; fue funcionario de la PGR en el sexenio de Vicente Fox, y visitador adjunto en la CNDH durante la gestión de Jorge Madrazo Cuéllar.

El próximo 28 de junio, las partes deberán entregar sus alegatos finales a la Corte Interamericana.

Al término de la sesión Valentina Rosendo seguía firme. No pareció afectarle que de nuevo los representantes del Estado mexicano pusieran en duda su palabra. Salió con esperanza. Ya no quiere volver a cambiarse de casa. Ya perdió la cuenta de las ocasiones que lo ha hecho en estos ocho años, huyendo del acoso.

No significa que haya perdido el miedo, pero confía en que va a encontrar la justicia porque tiene razones: “Yo no miento, no tengo por qué hacerlo. Yo no debería estar aquí, yo era una mujer feliz, pero cuando los militares abusaron de mí todo cambió, todo lo perdí”.

Dice a Proceso: “Estuve contando los días hasta que llegara éste; es muy importante, pero todavía falta. Tengo mucho miedo por mi hija, que le vaya a pasar algo. Ella es la que me ha dado fuerzas para vivir, yo creo que sin ella estaría bajo tierra”.

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