martes, 17 de agosto de 2010

Islandia: Refugio electrónico

Anne Marie Mergier
El pasado 15 de junio el Parlamento de Islandia aprobó una legislación que garantiza la transparencia de la información y protege a periodistas e investigadores de demandas judiciales interpuestas por gobiernos y grupos empresariales. Basta con “hospedar” en los servidores de ese país cualquier material “explosivo” para protegerlo de la censura y asegurar su difusión. Si bien la nueva ley no promueve el asilo político para periodistas perseguidos, sí asegura el “refugio electrónico” para sus textos. La diputada islandesa Birgitta Jónsdóttir resume el espíritu de la iniciativa: “Quizá maten al mensajero, pero ya no podrán aniquilar el mensaje”.

PARÍS, 16 de agosto (Proceso).- ¿Realizará Islandia la utopía de Criptonomicón, mítica novela de ciencia ficción en la que el escritor estadunidense Neal Stephenson imaginó un “paraíso informático” inviolable llamado Kinakuta? ¿Se convertirá esa minúscula isla ubicada en el norte del Océano Atlántico en el primer santuario de la libertad de expresión en el mundo?

El pasado 15 de junio, aglutinados por Birgitta Jónsdóttir, poeta anarquista, pionera de internet en su país, activista de armas tomar y diputada por el Movimiento Ciudadano, el Parlamento islandés aprobó por unanimidad la Iniciativa Islandesa de Medios de Comunicación Modernos (IMMI, por sus siglas en inglés).

Ese proyecto legislativo contiene un arsenal jurídico único en el mundo. Su meta es proteger contra los ataques de gobiernos y de grandes grupos empresariales a los periodistas, sus fuentes, los medios de comunicación y las páginas web de denuncia e información. Aspira a brindar apoyo y refugio electrónico tanto a los investigadores islandeses como a los extranjeros.

En su preámbulo la IMMI especifica: “Esta iniciativa legislativa busca crear un ámbito atractivo que permita a organizaciones internacionales de prensa, nuevas empresas de comunicación, ONG de defensa de los derechos humanos y centros electrónicos de datos, registrarse en nuestro país y operar a partir de nuestro territorio”.

Precisa: “Queremos también dar a conocer de manera amplia los cambios que impulsamos, creando el primer Premio Internacional de Libertad de Expresión”.



“Suiza de los bits”



¿Por qué de pronto se movilizó con tanta determinación el Parlamento islandés?

Todo empezó en 2008 con la crisis financiera que llevó a Islandia al borde de la bancarrota y dejó traumados a sus 320 mil habitantes. Jónsdóttir decidió dejar su activismo marginal para involucrarse de manera más directa en la vida política de su país. Fue electa diputada en los comicios legislativos de marzo de 2009 y de inmediato bregó a favor de cambios democráticos profundos. Su primer caballo de batalla fue el tema de la libertad de prensa.

Con el terremoto financiero que sacudió a los islandeses, éstos entendieron que el gobierno y los bancos ejercían enormes presiones sobre los medios de comunicación del país, impidiendo investigaciones a fondo acerca de la corrupción que gangrenaba a esa pequeña nación y que la llevó al precipicio.

Peor aún, después del colapso tampoco se pudo ahondar en el tema. El 31 de julio de 2009, WikiLeaks –sitio especializado en filtraciones con contenido sensible y el cual acaba de dar a conocer miles de documentos secretos del Pentágono sobre la guerra de Afganistán (Proceso 1761)– difundió en internet, desde Suecia, revelaciones demoledoras sobre operaciones turbias realizadas por los directivos del banco islandés Kaupthing. Fue éste uno de los tres bancos que llevaron a Islandia hacia la ruina.

Tres días más tarde, el 2 de agosto de 2009, el noticiario de la televisión estatal islandesa RUV se aprestaba a presentar un reportaje sobre la información difundida por WikiLeaks cuando una orden judicial emitida a petición del banco Kaupthing interrumpió el programa. Los periodistas sólo pudieron exhibir la página de presentación de la página web y su dirección electrónica.

Semejante censura enardeció aún más a los islandeses y movilizó a un grupo de diputados que decidió elaborar un ambicioso proyecto de defensa de la libertad de expresión. Se juntaron con la Asociación Islandesa para la Libertad Digital que llevaba años trabajando sobre el tema. Fueron asesorados por juristas internacionales y, sobre todo, por Julian Assange, fundador y director de WikiLeaks.

Jugó también un papel importante John Perry Barlow, gurú estadunidense de la Red y autor, entre múltiples escritos, de la Declaración de independencia del ciberespacio. Fue Barlow quien lanzó la idea de convertir a Islandia en la “Suiza de los bits”; o sea, en santuario de la libertad de información.

La Iniciativa Islandesa de Medios de Comunicacion Modernos nació en los primeros días de enero de 2010.

Luego todo se aceleró: el 17 de febrero, Jónsdóttir y 18 diputados más inscribieron la IMMI en la agenda del Parlamento. Siete días después el tema fue debatido en sesión plenaria y el proyecto fue turnado a un comité ad hoc para su examen. Entre marzo y junio se discutió cada punto del proyecto y se introdujeron enmiendas. El 15 de junio el Parlamento aprobó la IMMI por unanimidad.

Ahora falta realizar un delicado trabajo legislativo, ya que la IMMI implica modificar unas 13 leyes islandesas. Jónsdóttir estima que todo estará listo para finales de 2010 y que la IMMI podrá entrar en vigor a comienzos de 2011.

“Será una revolución”, anuncia.

Julian Assange comparte su entusiasmo y ya empezó a registrar parte de los inmensos archivos de WikiLeaks en Islandia, así como algunos de los 20 servidores que tiene esparcidos en el mundo.

Periódicos como The Guardian no descartan la posibilidad de registrarse también en Islandia si ese país se convierte realmente en la “Suiza de los bits”.

La prensa británica es a menudo amordazada por las drásticas leyes de double injunction, mediante las cuales se ejercen presiones sobre los medios de comunicación para que no publiquen investigaciones explosivas y además se les prohíbe mencionar que fueron victimas de censura. Ni siquiera la muy prestigiada cadena de radio y televisión BBC ha podido escapar a esa guillotina periodística.



“Turismo de difamación”



En la presentación de la iniciativa, Jónsdóttir explicó: “Nuestros modelos fueron los paraísos fiscales que adoptaron las legislaciones más opacas del mundo para favorecer todo tipo de operaciones financieras nebulosas y delictivas. Hicimos justo lo contrario: nuestra meta es la transparencia de la información. Por lo tanto seleccionamos las leyes más favorables a la libertad de expresión y a la circulación de información que existen en el mundo”.

Entre éstas destacan la ley belga de 2005 que garantiza la confidencialidad de la comunicación entre un periodista y su fuente; las leyes de Suecia, Noruega y Estonia que dan a los ciudadanos el derecho de tener acceso a todos los documentos gubernamentales; la ley francesa según la cual sólo se puede demandar a un órgano de prensa en los tres meses siguientes a la publicación de un texto considerado como difamatorio.

Esa lista dista de ser exhaustiva. Pero una de las leyes de la IMMI tiene importancia capital. Se inspira en la New York’s Libel Terrorism Protection Act, adoptada en 2008 en el estado Nueva York y en 2009 en Florida.

Esa medida legislativa crea un antecedente de primer orden en la lucha contra el creciente desarrollo del llamado “turismo de difamación” (libel tourism), arma favorita de gobiernos y grandes grupos empresariales para impedir la publicación de investigaciones, artículos o libros que destapan sus operaciones turbias.

El principio del “turismo de difamación” es simple: los demandantes escogen a países cuyas legislaciones son más restrictivas con la libertad de prensa y de imprenta. Muchos eligen a Gran Bretaña. Basta que escasos ejemplares de un artículo o de un libro circulen en ese país para lanzar una demanda judicial por difamación contra los autores. No se necesita que el demandante ni que el demandado residan en ese país.

Los acusadores suelen ganar el juicio. Obtienen la destrucción de todos los ejemplares del libro o la desaparición del reportaje. Y por si eso fuera poco cobran altas compensaciones financieras por supuestos daños morales.

Uno de los casos más sonados y que, de hecho, estuvo en el origen de la New York’s Libel Terrorism Protection Act, ocurrió en 2005 y afectó a Rachel Ehrenfeld, una reconocida académica estadunidense. Ella escribió Financiando al diablo, un libro en el que acusó al jeque Khalid bin Mahfuz, un poderoso hombre de negocios saudita, de financiar a Al Qaeda. No quedó un solo ejemplar del libro y la autora tuvo que pagar 150 mil dólares al riquísimo jeque.

La New York’s Libel Terrorism Protection Act se opone a la aplicación de las sentencias de la justicia británica en el estado de Nueva York y en La Florida si ellas van en contra de la libertad de expresión de los sancionados.

De igual forma, la IMMI permite que los libros, documentos o escritos difundidos a partir de servidores electrónicos albergados en Islandia, o archivados en éstos, escapen al alcance internacional de las decisiones judiciales que limitan la libertad de información.

En varios casos la justicia británica obligó, inclusive a medios de prensa como The Guardian o la BBC, a retirar de sus archivos materiales cuya publicación había sido objeto de un fallo adverso en contra de sus autores. La nueva ley islandesa pretende contrarrestar estos abusos.

Recalca Jónsdóttir: “Los censores internacionalizaron su esfera de acción. Los defensores de la libertad de expresión hacemos lo mismo”.

Los periodistas de investigación no tendrán que exiliarse en Islandia para gozar de la protección de la IMMI, les bastará alojar su material en un servidor islandés. De hecho, el Parlamento se opuso a un artículo de la versión inicial de la iniciativa islandesa que preveía brindar asilo político a todos los periodistas perseguidos en el mundo y se limitó a otorgarles refugio electrónico.

Jónsdóttir reconoce que es uno de los puntos débiles de la IMMI: “No somos magos. Islandia no podrá impedir que se siga matando a periodistas. Sólo garantizamos que una investigación albergada en nuestro país no desaparezca. Quizá maten al mensajero, pero ya no podrán aniquilar el mensaje”.



“Paraíso de la información”



Assange explica también la importancia de contar con un “paraíso de la información” en Islandia. Entre los múltiples pleitos judiciales que un número creciente de empresas y gobiernos han interpuesto en su contra desde hace cuatro años, le gusta recordar el problema que enfrentó en 2008 con la Comisión Sudafricana de la Competencia (SAAC, por sus siglas en inglés).

WikiLeaks publicó en internet un informe de 590 páginas que destapó un acuerdo secreto entre cuatro de los principales bancos de ese país. La SAAC, que había impedido que la prensa sudafricana reseñara el documento, amenazó con demandar a WikiLeaks para obligarlo a identificar a su fuente. Assange se rió de esas exigencias. Había tomado el cuidado de hospedar sus documentos en Suecia y Bélgica, dos países en los que la comunicación entre el periodista y sus fuentes es inatacable. La SAAC tuvo que renunciar a enviar investigadores a Suecia y Bélgica, donde hubieran corrido riesgos penales.

Insiste Jónsdóttir: “Desde que trabajábamos sobre el IMMI nos han contactado numerosas ONG de defensa de los derechos humanos o de lucha contra la corrupción. Nos cuentan que las demandas judiciales lanzadas en su contra frenan su trabajo, limitan la difusión de sus denuncias y les cuestan muchísimo dinero. Muchas acabaron hospedándose en Suecia, cuya Press Freedom Act es muy protectora. Ahora esperan que el IMMI entre en vigor para mudarse a Islandia”.

Los promotores de la IMMI están convencidos de que numerosos medios de prensa, centros internacionales de investigación y editoriales acabarán abriendo sucursales en Islandia. Recalcan que, además de su futura legislación única en el mundo, el país cuenta con una tecnología de comunicación de punta, un costo energético muy bajo, una población altamente preparada y con buen dominio del inglés y muchas ganas de trabajar para salir cuanto antes del hoyo económico en el que su élite corrupta la hundió.

Existen, sin embargo, algunos escépticos. Si bien no dudan de la belleza ni de la importancia del proyecto, no dejan de percibir la resistencia que genera semejante “santuario” entre gobiernos y poderosos. Temen sus reacciones.

Una de ellas podría ser de orden financiero: un boicot económico no declarado pero estricto podría sofocar a esa pequeña isla aún convaleciente después de la crisis de 2008.

Otra podría venir de la Unión Europea (UE). Desde el año pasado Islandia es candidata a ser miembro de ese bloque. No faltaran argumentos para demostrar que la muy liberal IMMI resulta incompatible con muchas reglas de la UE.

De hecho, el pasado 12 de julio Jón Vilberg Guójónsson, asesor jurídico del ministro de Cultura de Islandia, reconoció que ciertos artículos de la IMMI contradicen los acuerdos internacionales firmados por el país.

Y expresó otro temor: “Los servicios secretos de un país extranjero afectado por la publicación de un material hospedado en servidores islandeses podrían tener la tentación de bloquear estos servidores y hacer correr ciertos riesgos a quienes destapan estos documentos…”.

Henry Porter, novelista británico, especializado en temas relacionados con la libertad de prensa y columnista del semanario británico The Observer, va más lejos.

Explica: “El año pasado Estados Unidos creó un quinto campo de acción militar. Ahora, además de los cuatro ya existentes –mar, tierra, aire y espacio– existe el del ciberespacio. Y entre otras cosas el Pentágono creó una unidad especial, el Comando 24 Cibernético de las Fuerzas Aéreas (Afcyber, por su acrónimo en inglés) que tiene su sede en San Antonio, Texas, y el cual se va dotando de un arsenal tecnológico defensivo y ofensivo para neutralizar a quienes, a su juicio, amenazan la seguridad en internet.

No es difícil imaginar lo que a muy corto plazo será capaz de hacer el Afcyber para impedir la difusión en la red de un video en el que se ve a soldados estadunidenses matando a civiles iraquíes desde un helicóptero como si estuvieran divirtiéndose con un videojuego”.

Porter alude así a un material que difundió WikiLeaks en abril pasado, el cual tomó desprevenido al Pentágono.

¿Qué hará Islandia si sitios en interntet que hospeda y que su legislación protege sufren ataques del Afcyber? ¿Considerará estos atropellos como casus belli?

Por otra parte, juristas temen que grandes grupos empresariales busquen sofocar a la justicia islandesa multiplicando demandas en contra de quienes los denuncian. No les será muy difícil ya que todas las instancias judiciales del país están sobrecargadas de trabajo. Desde 2008 miles de víctimas del derrumbe financiero del país se encuentran enfrascadas en complejas acciones legales para identificar y juzgar a los responsables del desastre.

Jónsdóttir, sin embargo, no se deja desa nimar. Cree en la IMMI y se dice convencida de que la transformación de su país en “paraíso off shore de la libertad de información” no sólo sacará a Islandia de su coma financiero, sino que jugará un papel de pionero en esta era globalizada, sobre todo en lo que toca a la defensa del trabajo de investigación periodística que tantas fuerzas buscan impedir o aniquilar en el mundo.

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jueves, 5 de agosto de 2010

Afganistán: Filtraciones en línea

Anne Marie Mergier
Julian Assange creó el portal WikiLeaks a su imagen y semejanza: misterioso, subversivo, inclinado al activismo anarquista. Sin oficina fija y con apenas cinco empleados, este sitio de internet obtiene primicias periodísticas que exhiben a gobiernos y compañías multinacionales. En su más reciente golpe –la publicación de 91 mil documentos secretos del Pentágono sobre la guerra en Afganistán– logró la participación de tres importantes publicaciones: The New York Times, The Guardian y Der Spiegel. Con ello hizo más borrosa la frontera entre el mundo de los medios electrónicos “marginales” y el de “la gran prensa establecida”.
PARÍS, 4 de agosto (Proceso).- Con el rostro casi plácido, todavía juvenil y el cabello totalmente blanco, Julian Assange parece surgir de una película de ciencia ficción.

Es misterioso y discreto. A veces radica en Suecia, otras en Kenia y, a últimas fechas, en Islandia. Se dice permanentemente perseguido y hostigado. Los pocos periodistas que se le han acercado lo describen como un tanto paranoico y muy mesiánico.

En realidad, este extraño personaje es la encarnación perfecta de la contracultura libertaria que encontró en internet el medio ideal para librar su guerra contra todos los poderes establecidos del planeta.

Assange afirma tener una sola meta en la vida: desenmascarar las villanías cometidas por políticos, gobiernos, multinacionales y fuerzas armadas en el mundo globalizado. Es la razón de ser de WikiLeaks (WikiFiltraciones), el sitio en internet que Assange fundó en diciembre de 2006 y al que presenta como el “servicio de inteligencia del pueblo”. Este portal brega a favor de la abolición de todos los secretos de Estado y de las cláusulas de confidencialidad.

En sus casi cuatro años de existencia WikiLeaks ha difundido más exclusivas que The Washington Post en 30 años, según afirma el sociólogo estadunidense Clay Shirky, a quien los internautas consideran como el especialista más agudo de las nuevas tecnologías de la comunicación.

La filtración, el pasado 26 de julio, de 91 mil documentos secretos de las fuerzas armadas estadunidenses sobre la guerra de Afganistán es, de lejos, el golpe más espectacular de Assange. El impacto es más fuerte debido a que logró involucrar a The New York Times, The Guardian y Der Spiegel en esa aventura. Es la primera vez que un medio de comunicación electrónico marginal, iconoclasta y con claro corte anarquista realiza semejante proeza.

Esa colaboración es una nueva etapa en la historia del periodismo contemporáneo. Hasta hace poco los medios de comunicación “establecidos” tomaban en cuenta los escándalos revelados por WikiLeaks; los comentaban y publicaban algunos de sus documentos, pero siempre enfatizaban que pertenecían a mundos distintos.

La flamante alianza con The New York Times, The Guardian y Der Spiegel volvió más borrosa la frontera entre estos mundos, otorgó título de nobleza al muy subversivo WikiLeaks y confirmó la importancia creciente de los medios de comunicación en línea.



Ciberactivismo

Poco se sabe sobre Julian Assange. Tiene 39 años y se define como “periodista y ciberactivista”. Nació en Australia en el seno de una familia bohemia. Descubrió la informática a los 14 años y a los 16 ya era un hacker de altísimo nivel, cuya actividad favorita era inmiscuirse en el sistema electrónico ultraprotegido del Ministerio de Defensa de Estados Unidos.

Solía dejar constancia de sus visitas mediante mensajes provocadores en los archivos violados. Fue detenido por la policía de Melbourne después de haber penetrado los sistemas de una importante empresa australiana. Tuvo muchos problemas con la justicia de su país. Pagó multas muy altas, pero escapó a la cárcel y muy pronto fue reclutado por una empresa de seguridad. Acabó sus estudios universitarios y creo WikiLeaks, exclusivamente dedicado a filtraciones de documentos secretos de toda índole.

Ese portal “participativo” funciona sobre el modelo de la enciclopedia en línea Wikipedia: todos los internautas están invitados a entregarle materiales confidenciales o inéditos. Éstos sólo se publican después de ser controlados por especialistas de WikiLeaks, que cuenta con cinco empleados y cerca de mil colaboradores esparcidos en el mundo.

Assange dotó a su página web de sistemas de seguridad muy sofisticados y se vanagloria de proteger contra viento y marea el anonimato de sus informantes. El ciberactivista optó por registrar su portal en Suecia, país en el que la legislación defiende a quienes denuncian abusos. Esa precaución le permite evitar que sus materiales sean censurados. Al parecer lo registró también, pero de manera reciente, en Islandia.

Según explicaron los directivos de The New York Times, The Guardian y Der Spiegel, el fundador de WikiLeaks los contactó en junio pasado para proponerles la publicación de “los diarios secretos de la guerra de Afganistán”. Les entregó los documentos sin cobro alguno y exigió su publicación simultánea el 26 de julio. Rehusó identificar a sus fuentes, pero en varias oportunidades Assange y sus colaboradores revelaron que militares estadunidenses les hacían llegar a menudo datos valiosos.

Los tres medios de comunicación crearon de inmediato equipos de trabajo integrados por expertos, investigadores, periodistas y abogados que examinaron con lupa gran parte del material. Cada equipo trabajó por su cuenta, a su manera y eligió los documentos que más le interesaron.

En una nota de presentación de los materiales seleccionados, The New York Times precisó que informó a la Casa Blanca de su proyecto. Los altos funcionarios de Washington, a quienes el diario mostró los documentos, no negaron su autenticidad.

En cambio subrayaron que informaciones mencionadas en 15 mil de los 90 mil folios ponían en peligro la vida de soldados, oficiales, informantes y colaboradores de las fuerzas armadas estadunidenses y de la OTAN. Los tres periódicos y WikiLeaks decidieron no publicarlos. Assange precisó que su equipo estaba “limpiando” los documentos para quitar cualquier dato comprometedor y que luego los publicaría.

WikiLeaks difundió el material en bruto con una breve introducción y sin comentario alguno. Es su método de trabajo. Deja que los internautas se las arreglen solos con la información.

En cambio The New York Times, Der Spiegel y The Guardian realizaron una amplia labor de contextualización, clasificación del material y análisis de su contenido. El diario británico elaboró, inclusive, un glosario de 400 abreviaturas que permite descifrar todos esos mensajes e informes codificados.

Los tres medios coinciden: El material, que cubre un periodo de cinco años y medio –de 2004 a finales de 2009–, confirma que Afganistán se ha convertido en un auténtico pantano para las fuerzas internacionales encabezadas por Estados Unidos. Peor aún, evidencia una situación muchísimo más grave de lo que se sospechaba.



Golpes mediáticos

¿Cambiará el curso de esa guerra cruenta la publicación de esos documentos?

Es el sueño de Assange, quien confía en la presión que una opinión pública mejor informada puede ejercer sobre sus gobernantes. El fundador de WikiLeaks cree en la virtud de los electrochoques mediáticos y los multiplica.

A finales de 2007 publicó en línea el texto completo de un manual militar redactado por el general estadunidense Geoffrey Miller, jefe del centro de detención de Guantánamo. Estaba destinado a los soldados que servían en esa prisión. Las instrucciones detalladas y sórdidas de Miller sobre cómo ablandar física y psicológicamente a los nuevos presos, dieron la vuelta al mundo.

Lo mismo ocurrió en abril de 2008 con los manuales internos de la Iglesia de Cientología. WikiLeaks sacó a la luz pública esos auténticos tratados de manipulación mental. En vano se empeñaron los cientólogos en demandar y enjuiciar al portal.

Algunos meses más tarde, en septiembre de 2008, Assange puso la lupa en la campaña presidencial de Estados Unidos. Publicó los e-mails personales de Sarah Palin, entonces candidata a la vicepresidencia. Fue un buen golpe político: evidenció que Palin usaba sus cuentas electrónicas privadas para sus comunicaciones oficiales. La ley exige el uso exclusivo de canales oficiales, ya que ese tipo de mensajes deben ser archivados y no pueden ser destruidos.

Ese mismo mes, WikiLeaks difundió un informe confidencial sobre el eminente colapso de un banco islandés. Nadie tomó en serio esa información. Un mes después, Islandia se declaró en bancarrota.

En noviembre de 2008 le tocó el turno a Gran Bretaña. Assange y sus compañeros dieron a conocer la lista casi completa de los 11 mil militantes del British National Party, un partido político neofascista y ultrarracista. Además de sus nombres y apellidos, publicaron también sus direcciones y números de teléfono. Quedaron al descubierto personajes conocidos, periodistas, militares…

Algunas semanas más tarde otro escándalo sacudió a Gran Bretaña cuando WikiLeaks reveló las operaciones turbias de una empresa contratista de Costa de Marfil, a la que la compañía británica de transporte de petróleo Trafigura pidió “desaparecer” 400 toneladas de gasolina contaminadas por desechos tóxicos que se encontraban en un buque cisterna.

La empresa africana vertió el contenido del buque en barrios populares de la ciudad de Abidján y en zonas rurales de Costa de Marfil. Contaminó a 85 mil personas y mató a 15. Trafigura fingió no estar al tanto de la actuación de la empresa contratista, pero el diario The Guardian investigó los hechos. Presiones de alto nivel impidieron que el diario publicara el resultado de sus indagaciones. WikiLeaks se encargó de difundirlo.

En noviembre de 2009, Assange provocó otra polémica con la filtración muy controvertida de 500 mil mensajes que intercambiaron ciudadanos de Estados Unidos durante los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas. Entre esos mensajes se encontraban también muchos que distintos funcionarios de la policía de Nueva York y del FBI se enviaron entre sí.

Ese material heteróclito en el que se mezclan confidencias personales, información de los servicios secretos y mensajes técnicos dio su plena dimensión a esa tragedia, pero suscitó debates violentos acerca de la violación de la privacidad de las víctimas de los atentados y sobre la gratuidad de semejante exhibición.

El pasado mes de abril, Assange asestó otro golpe al Pentágono al difundir en línea un video titulado Collateral Murder. Ese material fue filmado el 12 de julio de 2007 desde un helicóptero de guerra Apache. Muestra cómo soldados estadunidenses ametrallan a civiles iraquíes en un barrio de Bagdad. En ese operativo perdieron la vida 12 personas, entre ellos Namir Noor Eldeen, camarógrafo de la agencia de prensa británica Reuters, y su chofer Saeed Chmag. Millones de personas vieron el video que WikiLeaks puso en YouTube.

Tres años después de los hechos, el Pentágono se vio obligado a investigar esa matanza que había enterrado por considerarla como un mero “daño colateral”. No se sabe aún si encontró a los autores de los disparos, pero en mayo pasado ordenó la detención de Bradley Manning, un joven militar estadunidense de 22 años que trabajaba en Irak como analista de información de inteligencia, y lo acusó de haber filtrado el video. Hasta donde se sabe, Manning está preso en Kuwait mientras prosiguen las investigaciones.

Assange aprovecho el éxito planetario del Collateral Murder para anunciar la publicación de materiales aún más explosivos. El 26 de julio cumplió su promesa y advirtió que le estaban llegando más documentos importantes.

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miércoles, 4 de agosto de 2010

Los mexicanos que residen en EU son muy racistas: defensora de migrantes

Arturo Cano

Los Ángeles, 3 de agosto. "A mí no me gusta ir a los lugares de mexicanos porque son muy discriminadores". La mujer que habla tiene 40 años, un bebé de dos meses y es trilingüe. A veces, muy pocas, se atora con alguna palabra en español. "Es que lo aprendí tarde", se disculpa.

La mujer que habla propone ir a comer a un restaurante de comida japonesa y pide vino rosado. La mesera es asiática y el garrotero mexicano. La mujer que habla es migrante. Llegó a Estados Unidos con 11 años de edad y ahora convive con otras dirigentes del movimiento pro reforma migratoria. Una de ellas, "muy importante", le ha reprochado: "No sé por qué te sigues identificando como indígena, si yo te veo como una mujer mexicana inteligente, brillante".

La mujer es la zapoteca Odilia Rivera y no le gusta ir a "los lugares donde se juntan los mexicanos". Para desayunar un domingo, por ejemplo, prefiere un restaurante en Echo Park, en una zona que alguna fauna intelectual ha recuperado de la cíclica decadencia que Los Ángeles sufre a trozos.

Ahí llega con su pareja, Alfonso Martínez, con Bianí, su bebé de dos meses. Los acompaña Policarpo Chaj, dirigente de Mayavisión, una de las organizaciones de quichés guatemaltecos.

Odilia y Policarpo completan uno las frases del otro, de modo que en el cuaderno de notas se confunden, de tan parecidas, las afirmaciones sobre el trato a los indígenas acá y del otro lado de la frontera.

"Aquí desfilan caravanas de políticos que nos escuchan, se toman fotos y luego no hacen nada". La frase la dijo Policarpo pero la puede suscribir Odilia. "Si no hablas español, en el consulado te tiran los papeles a la cara", es la frase de Odilia que podría haber dicho Policarpo. "Nomás nos ven como remeseros", es frase de ambos, que además de dirigentes de organizaciones binacionales, son intérpretes de sus lenguas en las cortes de este país. Policarpo del maya. Odilia del zapoteco de Zoogocho.

Coordinadora de la oficina local del Frente Indígena de Organizaciones Binacionales (FIOB), Odilia colabora permanentemente con Gaspar Rivera-Salgado, presidente binacional de la organización e investigador de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Iba con frecuencia al campus. Un día, en la cafetería, una mujer latina se dirigió a ella en español mal construido y en tono imperativo:

–Oye, véndeme su blusa. Oiga, te estoy hablando. Oiga, tú eres india, ¿verdad?

Odilia no vomita al recordar la frase sólo porque el sushi de atún está delicioso. Y entre bocado y bocado refiere las historias de discriminación entre mexicanos, entre latinos, entre migrantes. "El gringo por lo menos es más diplomático, aunque sé perfectamente que nos discrimina con sus leyes o impidiendo que tengamos licencia de manejo o un seguro".

–¿Ustedes son indias? –les dijo otra vez, en la calle, una señora salvadoreña, maravillada también por la blusa de Odilia y la de su amiga, una profesora ecuatoriana.

Cuando dejaron claro que su ropa no estaba a la venta, la señora les dijo, resignada: "¿Y cuándo vuelven a limpiar casas por aquí?"

Entonces le informaron que ambas trabajaban en la UCLA, la amiga como profesora de español y quechua. "Ay, ni parecen", se persignó la señora.

"Yo no me junto con los mexicanos porque son muy racistas", repite Odilia, mientras explica las bondades de Los Ángeles o habla de los mil proyectos en marcha del FIOB, al volante de su auto mediano que detiene de cuando en cuando para consultar su GPS.

Tlayudas LA

Lejos de la atmósfera asfixiante de Arizona, aunque a sólo cinco horas de Phoenix, Odilia detalla, calle tras calle, la geografía de la presencia indígena en California. "Aquí (Pico Union) llegamos los oaxaqueños en los años 80 del siglo anterior, cuando era un lugar predominantemente de afroestadunidenses. Ellos se fueron y luego nosotros, a la zona centro sur. Ahora este lugar lo ocupan los quichés y los mames de Guatemala. Ellos y los mixes son los mayores vendedores callejeros de fruta".

Desde hace algún tiempo, las autoridades traen una guerra contra las taquerías ambulantes y también contra los vendedores de otras mercaderías. La crisis económica ha hecho que el número de vendedores ambulantes crezca exponencialmente, de la mano de las quejas de los angelinos que sólo quieren ver carritos de hot dogs y ahora ven fruteros, vendedores de flores, de ropa. "Mi mamá produce moronga, y hay un quiché que le va a comprar para revenderla por acá", cuenta Odilia.

La guerra de las autoridades de Los Ángeles "es inútil", dice la dirigente. "Como los trámites son muchos, hay gente que vende sin hacer ninguno, como una señora que vive en un departamento y ahí, en un cuarto de tres por cuatro, tiene un puesto de tlayudas".

Los problemas de Gabino

Buena parte de las organizaciones oaxaqueñas, incluido el FIOB, se sumaron a la campaña de Gabino Cué, quien este domingo asistirá a la Guelaguetza de Los Ángeles.

Algunos grupos siempre se han opuesto al Partido Revolucionario Institucional (PRI), pero otras organizaciones y varios de los empresarios de origen oaxaqueño le cobraron a Ulises Ruiz que nunca haya venido a visitarlos (salvo cuando estuvo en campaña).

Pese a la buena relación con el gobernador electo, el FIOB no se hace ilusiones: "Estamos contentos de que el PRI haya salido después de 80 años, pero también estamos conscientes de que aún gobierna en muchos sentidos, y que los cambios se vienen poco a poco. Si Cué quisiera hacer algo tendría que pasar por el Congreso y ahí va a estar difícil".

En una de sus visitas a esta ciudad, Cué se reunió con el FIOB y prometió a sus dirigentes abrir una oficina de atención al migrante en Estados Unidos: "La gente siempre busca al frente cuando necesita un intérprete o cuando requiere ayuda para enviar un cadáver, y cuando uno llama a la actual oficina de atención al migrante no hacen nada. De modo que no esperamos nada, sino que vamos a seguir exigiendo, y vamos a recordarle a Gabino sus promesas de campaña".

Mientras el nuevo gobernador espera asumir el cargo, el FIOB sigue con sus tareas habituales, y cada día abre más oficinas en Estados Unidos, para atender las necesidades crecientes de los indígenas migrantes (sólo en los campos de California se estiman más de 200 mil, y algunos cálculos hablan de medio millón de oaxaqueños en la entidad).

El FIOB tiene oficinas en Fresno, Santa María, Madera, Santa Rosa, Los Ángeles y San Diego. Ofrece asesoría laboral a los jornaleros agrícolas, cursos sobre historia e identidad indígenas, edita una revista, trabaja con las mujeres en sesiones de salud reproductiva, y a partir de este año maneja un fondo de préstamos que van de los 500 a los 5 mil dólares ("unos piden para pagar la renta, otros para comprar un horno que usaran en su restaurante").

La lucha por una reforma migratoria, incluyendo talleres y participación en las movilizaciones, es otra de las tareas del frente. Eso, sin contar el programa de intérpretes: "La mayor parte de nosotros somos bilingües o trilingües, así que vamos a los hospitales y las cortes".

En Oaxaca, el FIOB incursiona en la política electoral y desarrolla un programa con recursos de la Fundación Ford, llamado El derecho a no emigrar, de proyectos productivos encaminados a crear alternativas económicas (artesanías, setas, sombreros de palma, huipiles). "Están funcionando muy bien, con la idea de que emigrar sea efectivamente una opción y no la única salida".

Allá la organización tiene oficinas en Huajuapan y Juxtlahuca, en la mixteca, y en Zanatepec, en el Istmo. En este último sitio, por acuerdo de la asamblea binacional, está por abrir un "santuario" para los migrantes centroamericanos.

Todo esto va recontando Odilia mientras pasa por Melrose –"barrio gay y fresa"– y señala los restaurantes donde trabajan oaxaqueños, es decir, todos.

Odilia, quien llegó a Estados Unidos a los 11 años de edad, sin haberse apartado antes del cuidado de la abuela en Oaxaca, que aprendió inglés primero que español, surca el freeway mientras habla con orgullo de su hija mayor, que tiene 22 años y está a punto de terminar sus estudios en Berkeley.

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