martes, 25 de agosto de 2009

POR ESO TOMEMOS COCA COLA PARA HACER CADA VEZ MÁS PODEROSOS A ESTOS CONSORCIOS INTENACIONALES

Ante ilegalidades de Coca-Cola, el silencio

JENARO VILLAMIL

Las autoridades laborales mexicanas, encabezadas por Javier Lozano, han proclamado que actuarán contra las empresas que utilicen el sistema de subcontratación u outsourcing para evadir sus obligaciones laborales y fiscales. Pero bastó que el exdirector regional de Mercado de Coca-Cola Company denunciara que la trasnacional incurre en esa práctica para enmudecer a esos funcionarios.

Un litigio laboral y dos denuncias penales contra The Coca-Cola Company, interpuestos entre 2007 y 2009 por su exdirectivo Ángel Alvarado, revelan la trama de simulación empresarial urdida por la poderosa trasnacional para evadir el reparto de utilidades y el pago de impuestos, manejar información confidencial sobre sus estrategias de mercado y darle la vuelta a las investigaciones que le sigue la Comisión Federal de Competencia por prácticas monopólicas.

La clave de esta trama es la utilización de un esquema de intermediación laboral y de servicios (outsourcing) a través de varias empresas filiales vinculadas a The Coca-Cola Company, pero que operan sin fiscalización de las autoridades.

Entre esas filiales figura Servicios Integrados de Administración y Alta Gerencia, S.A. (SIAAGSA), creada el 2 de abril de 1987 y cuyo accionista mayoritario es The Coca-Cola Export Corporation, como consta en el folio mercantil 00095757 del Registro Público de la Propiedad, copia del cual tiene Proceso.

El litigio laboral iniciado por Ángel Alvarado contra la refresquera prendió los focos rojos en despachos de abogados corporativos y colegios de licenciados en Derecho de distintas entidades, que consideran riesgosa la generalización de los contratos de outsourcing y sus consecuencias en caso de demandas como la mencionada.

La firma internacional de abogados Corpusiure, con oficinas en la torre del World Trade Center, dirigió un comunicado a sus clientes, casi todos corporativos trasnacionales, para advertirles que el caso de The Coca-Cola Company "muy posiblemente siente un precedente de jurisprudencia, no sólo por las implicaciones meramente laborales del asunto, sino también por los aspectos penales y fiscales del mismo". Y sintetiza el litigio:

"Se trata de un caso laboral que inició un alto ejecutivo de Coca-Cola Export Corporation (CCE), quien al ser despedido de dicha compañía denunció y dio a conocer que CCE ha venido simulando una situación frente a sus trabajadores, pretendiendo que el patrón verdadero sea una sociedad creada por la misma CCE, denominada Servicios Integrados de Administración y Alta Gerencia, S.A. (SIAAGSA) y que dicha sociedad es utilizada como vehículo para evitar pagar la Participación de los Trabajadores en las Utilidades de la Empresa (PTU), salarios y demás prestaciones que por ley corresponden a los trabajadores de CCE; es decir, que la única actividad real de SIAAGSA es servir como empresa 'pagadora' de CCE".

En referencia al mismo caso, el Colegio de la Barra de Licenciados en Derechos de Campeche, A.C. emitió otro estudio jurídico destinado a sus afiliados, en el cual considera ilícito que las empresas constituyan una empresa de outsourcing porque el único objetivo es "darle la vuelta a las leyes, buscando un beneficio particular".

Para esta asociación civil, el outsourcing "se ha desarrollado bien en países que tienen leyes que lo permiten o toleran, porque son compañías que pueden generar importantes fuentes de empleo; un ejemplo de ello son las llamadas empresas de trabajo temporal en España, pero no es el caso de México, cuya política social, más bien, ha venido a desalentar el uso de esta figura".

Datos recientes de la Asociación Mexicana de Empresas de Capital Humano (AMECH) establecen que en México hay 105 mil trabajadores registrados formalmente bajo el esquema de outsourcing,cifra relativamente baja, ya que equivale al 0.2% de la población productiva, pero que "se relaciona con evasión fiscal y de seguridad laboral para los trabajadores".


http://proceso.com.mx/noticias_articulo.php?articulo=71667

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“Al narco se le vence con cultura... no sólo con la fuerza represiva del Estado”

Esta es la respuesta a una de las preguntas que le hicieron en una entrevista al actual alcalde de Medellín, Colombia, Alonso Salazar.

Esta ciudad que fue visitada por Felipe Calderón y parte de su gabinete hace unas semanas. Ahí se les explicó la forma que las autridades siguieron en esa ciudad, la segunda más importe de Colombia y que su pasado es el presente de algunas de las ciudades mexicanas, para resolver el problema de la delincuencia y narcotráfico.

En mi punto de vista, el ejemplo de esta ciudad es el camino que debe seguir el gobierno de México si realmente quiere abordar el problema de la delincuencia organizada. Es un modelo que ya muestra resutados, por lo que se debería imitar, claro, adecuándolo a las condiciones de nuestro territorio y nuestra problemática particular. Alonso Salazar ha ofrecido su ayuda al gobierno de México. Esperemos que la clase política pueda tomarle la palabra e iniciar el cambio de estrategia, ya que la utilizada los últimos dos años no ha dado resultados.

Algo que me pareció muy importante sobre el punto de vista de Alonso Salazar es que dice que los jóvenes entran en el entorno de la delincuencia porque buscan ser reconocidos, en pocas palabras, una identidad. Eso me trajo a la mente lo que hablala con un colega hace algún tiempo. Él me decía que no es precisamente la gente pobre la que opta por formar parte de la delincuencia ya que no tiene otra opción, en parte tiene razón, los jóvenes entran en ese ambiente porque carecen de identidad. Es aquí donde el sistema les ha fallado y precisamente donde se debe combatir para acabar con la delincuencia y el narcotráfico.

La entrevista completa en Milenio Semanal se puede leer aquí:

http://semanal.milenio.com/node/1057
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Colonialismo educativo

Por desgracia, algunas escuelas de origen extranjero en México todavía no se percatan de que la época del colonialismo quedó en el pasado. En estas instituciones educativas los empleados mexicanos tienden a ganar la mitad y hasta la tercera parte de lo que reciben sus contrapartes extranjeras, muchas veces por realizar exactamente las mismas labores. Además, los mexicanos son despedidos con mayor facilidad y normalmente sin justificación alguna. Este tipo de escuelas típicamente se niega a cumplir con la legislación laboral de nuestro país, alegando falsamente que su naturaleza extranjera las coloca en una situación de excepción.
El Liceo Franco Mexicano, que cuenta con sedes tanto en Polanco como en Coyoacán en la Ciudad de México, no es una excepción a esta regla. Más de la tercera parte de los maestros titulares de grupo, desde maternal hasta bachillerato, y casi la totalidad del personal de apoyo (secretarias, niñeras, maestros de arte y de educación física, etcétera.) se encuentran contratados bajo un precario régimen laboral diseñado especialmente para personal “local”. En un claro contraste, una gran parte de los maestros franceses y los directivos de la escuela disfrutan de condiciones laborales radicalmente distintas: abultados salarios pagados en euros, seguridad laboral, derechos sindicales y generosas prestaciones.

El reciente despido sumario y sin justificación alguna de un francés de ascendencia argelina que había sido contratado bajo el régimen de contratación “local” ha provocado un cisma en el Liceo que bien podría terminar en un paro laboral generalizado. Las autoridades de la escuela harían bien en demostrar tanto mayor flexibilidad en el caso específico bajo disputa como voluntad para mejorar las condiciones laborales para todo el personal “local” de la escuela.
Ahmed Boudjadi tiene 38 años de edad y es originario de Lyon, Francia, donde creció como el sexto de siete hijos de una familia que migró de Argelia a Francia en 1963 después de la independencia del país africano. Su padre trabajaba como obrero en una planta fundadora de la Renault y la familia se avecinaba en Les Minguettes, un bravío barrio conocido por haber sido sede de múltiples disturbios de protesta resultantes de la pobreza y racismo a que están sujetos los inmigrantes en el país europeo.
Desde niño, Ahmed destacó por su disciplina e inteligencia, llegando a ser el único de sus hermanos en conseguir un título universitario. Cursó de manera simultánea dos carreras: psicología y economía. Al graduarse en economía decidió probar su suerte en México, donde ingresó al posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM y posteriormente fue invitado a trabajar como titular de grupo en la sección maternal del Liceo Francés de Coyoacán.
Si bien originalmente no había planeado ser maestro, su nueva responsabilidad le vino como anillo al dedo. Su sencillez y carisma embonó naturalmente con la curiosidad y espontaneidad de los pequeños a su cargo y Ahmed rápidamente llegó a ser conocido como uno de los mejores maestros de la escuela. El maestro Boudjadi siempre llegaba puntual y fresco cargando en hombros a sus propias hijas, las pequeñas Emma y Ella, y estableció una comunicación pedagógica de primer orden con sus alumnos. Pero el rápido reconocimiento de su talento como docente le generó una serie de envidias y problemas que culminaron en su sorpresivo despido el pasado viernes, 26 de junio, apenas unas horas después de haber impartido su última clase del año escolar.
Sin presentar prueba alguna, las autoridades escolares sostuvieron el argumento inverosímil de que el profesor Boudjadi era “un mal maestro”. En flagrante violación al artículo 47 de la Ley Federal de Trabajo y al “principio de estabilidad del empleo” que rige el marco jurídico en materia laboral en México, el Liceo Francés ha despedido a su trabajador sin haber demostrado que incurrió en alguna de las faltas señaladas en la Ley. Con acciones de este tipo, los directores de la escuela evidencian un preocupante autoritarismo colonial así como un racismo deplorable.
Los padres de familia han salido a la defensa de Ahmed y de manera conjunta han entregado un comunicado a la dirección del Liceo pidiendo una explicación detallada de las razones por el despido y han exigido su reinstalación como maestro. Así mismo, un amplio grupo de maestros franceses ya han salido en su defensa, con la posibilidad de incluso iniciar un paro laboral si la situación no se resuelve pronto. Los maestros “locales” también se solidarizan con su causa, aunque la extrema precariedad de su empleo prohíbe que se manifiesten públicamente sobre el tema.
Pero los directores del Liceo han decidido seguir la lógica de Carlos Salinas de Gortari: “ni los veo, ni los oigo” y pretenden simplemente ignorar estas legítimas protestas. Esta lógica de avestruz solamente agrava el problema y crea las condiciones para una crisis institucional de mayor envergadura en el futuro cercano.
Ahmed dice que decidió aprender español y mudarse a México con su esposa Nabiha, sus dos hijas y su pequeño hijo Mehdi debido a la gran amabilidad y generosidad que han encontrado entre la población mexicana. En contraste con el racismo y la intolerancia hacia los “árabes” que padecían de manera cotidiana en Francia, en México esta familia encontró una gran hospitalidad y apertura hacia lo diferente. La cultura mexicana, dice, ofrece un ejemplo de tolerancia al mundo.
Lamentablemente, las autoridades del Liceo Francés se encuentran muy rezagadas respecto del maestro Boudjadi en relación con su mexicanización. En lugar de abrirse a su país anfitrión y celebrar la existencia de visiones diferentes, han decidido excluir y maltratar a los mexicanos así como a los otros empleados “locales”.
Urge repensar de manera integral la relación que establecen las escuelas extranjeras con nuestro país. Tanto la Secretaría de Educación Pública como la Secretaría de Relaciones Exteriores deberían tomar cartas en el asunto para establecer nuevas bases para el respeto mutuo entre los pueblos y las naciones.

www.johnackerman.blogspot.com

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martes, 18 de agosto de 2009

Tierra, terruño, territorio

La defensa de territorios indígenas.

En el país ya no hay puertos de pesca, se convirtieron en estacionamiento de yates, una millonada que no sirve a sus dueños sino sólo un par de semanas al año. Ni playas para pescadores, se las tragaron los hoteles. Ni bosques y selvas, sino escenarios artificiales ya contaminados para el distinguido turismo de aventura. Ni pastizales, sino terrenos de golf; ni ríos, sino drenajes abiertos; ni paisajes campesinos, sino parques turísticos; ni paisajes callejeros de antoñonas ciudades, sino disneylandias coloniales. La Conquista neoliberal arrebata tierras como hace 500 años, destruye terruños para construir territorios regalados a cosechadores de divisas.

La tierra en un sentido amplio es el planeta Tierra que Edgar Morin llama la Tierra Patria; los indígenas, la Madre Tierra; Saint-Exupery, la Tierra de los Hombres. En concreto, el terreno con el cual uno toma raíz en ella es una realidad necesariamente colectiva de quienes la trabajan y la garantía de la libertad de quienes la habitan: Tierra y Libertad. Como la calle y la libertad que en ella normalmente circula, no es de nadie, porque es el espacio colectivo de todos los que la animan, en ellas se expresan, gozan o luchan, le dan vida.

El terruño es la patria chica, mi memoria desde la niñez, lo que añoran el migrante y el exiliado, lo que sepulta mis muertos, lo que el Principito llama su rosa con su compañero el zorrito: la materialidad, la vida y la animalidad del hombre y la humanización de la materia, de la vida y del animal hospedados en este terruño. Terruño es inseparable de cariño.

El territorio es el espacio reapropiado por un pueblo, el patrimonio del first people, el pueblo originario que lo ha habitado y modelado en el transcurso de los siglos (acuerdos de San Andrés y Convenio 169 de la OIT), el que alberga la raíz y las ramificaciones actuales de su historia. Tiene y genera soberanía.

Tierra, terreno, terruño y territorio (banamil, osil, y la secuencia lum, jteklum, lumaltik de los tzotziles y tzeltales) y lo que contienen no se venden ni se compran ni se confiscan porque son de los muchos que le deben su existencia colectiva, histórica, cultural, un bien colectivo transgeneracional, la garantía de la existencia futura de quienes los marcaron y los siguen marcando de su sello per secula seculorum. Juntos son una herencia cósmica, un llamado histórico, una memoria activa.

Esto, nos lo recordó la comandanta Kelly en San Cristóbal al salir para la decimoprimera etapa de la otra campaña, el 25 de abril de 2007, identificándola como la Defensa del Territorio: Para los pueblos indígenas, campesinos y rurales, la tierra y el territorio son más que trabajo y alimento: son también cultura, comunidad, historia, ancestros, sueños futuro, vida y madre. Pero desde hace dos siglos el sistema capitalista desruraliza, expulsa a sus campesinos e indígenas, cambia la faz de la Tierra, la deshumaniza.

Metiendo las cosas en su lugar, la flora y la fauna realmente existentes no son obra de la sola naturaleza. Son, para bien o para mal, el fruto circunstancial de un milenario matrimonio entre la naturaleza y la humanidad, es decir, un producto de la historia. Su autor y actor son un sujeto histórico colectivo: los pueblos, cuyos instrumentos han sido sus culturas y su saber global acumulado que, como empieza a reconocerlo la ecología, atinó más que el presunto conocimiento parcial de los científicos.

La naturaleza sola generó el mar, la jungla (la vegetación espontánea del trópico húmedo) y el monte (ídem en tierra fría o templada), las estepas, los desiertos, etcétera. En el transcurso de la historia, el hombre los ha transformado todos en paisajes: los pueblos pescadores o marineros han trazado rutas océanas, construido puertos y diques, escogido y arreglado playas; los mayas han transformado la jungla en selva; los pueblos agrícolas, el monte en una asociación de bosques y parcelas de cultivo; los pueblos de pastores y cazadores hicieron habitables sus estepas al tratarlas como praderas y pampas; los beduinos, al surcar desiertos, hicieron surgir oasis y tendido rutas con sus cruceros.

La naturaleza real opera históricamente desde su longevo matrimonio con el hombre. El hombre humaniza todo lo que toca, lo civiliza y se lo reapropia. La mano del hombre, donde sea y progresivamente, es visible en todo: en las montañas, en el agua, en el suelo, el cielo y el aire, es decir, transforma el planeta tierra en hogar: la tierra de los hombres, a partir del territorio (su reapropiación por un pueblo) colectivamente elegido para que fuera su tierra allí donde, dadas circunstancias evolutivas, era lo mejor porque su sabiduría lo había optimizado en función de sus deseos, sueños y proyecto de vida.

La fauna humana también -no es despreciativo- es huésped de la naturaleza y como tal, autor y actor - hasta de calidad- del devenir ecológico.

Otras reservas y reapropiación de territorios.

La defensa del territorio se inauguró con la proclamación de dos reservas: en El Mayor, en el norte; en el Huitepec, en el sureste. ¿Qué pretende una reserva? ¿Qué se hace con ella? Se pueden examinar los conceptos, opciones y tipos de manejo que acarrea a partir de las reflexiones anteriores.

Una primera opción, hasta ahora la más difundida, es una medida administrativa (por tanto exógena a quienes las habitaban) que elimina el factor humano de la ecología. Crear una reserva es restaurar la naturaleza, entregándola a expertos de la "conservación". Para que puedan operar se confisca un territorio al pueblo que la ocupaba: para crear en Chiapas la RIBMA (Reserva Integral de la Biosfera de Montes Azules), el gobernador Manuel Velasco Suárez expulsó a los lacandones de su hábitat, concentrándolos en tres nuevos poblados, aunque siguieran siendo los dueños legales de sus 600 mil hectáreas. Treinta años después, otro gobernador, Pablo Salazar Mendiguchía, expulsó a los choles, tzeltales y tzotziles del territorio lacandón (ya reducido a la mitad), cuya administración fue confiada a Conservación Internacional y algunos ambientalistas nacionales que congenian con su fundamentalismo conservacionista; los pueblos indeseables fueron concentrados en tres aldeas estratégicas: en Palenque y en Marqués de Comillas, nuestras reducciones del siglo XXI.

De hecho este conservacionismo es una máscara. Con el mismo discurso ecológico, sus colegas han acabado con el Amazonas en Brasil: el mayor pulmón continental se ha tendido de una red estratégica de autopistas que eliminó la fauna de esta selva convertida en mercancía; cuando se trazó, Ford y Volkswagen se hicieron dueños, cada uno, de 100 mil hectáreas selváticas; el majestuoso río Amazonas en Brasil ya está contaminado a partir de Manaos. En Chiapas quien desembarca del río Lacantún a Montes Azules topa con un gran letrero que anuncia el nuevo color de nuestra selva: Ford Motor Company. Un puente monumental y una carretera pavimentada cruzan el sur de la RIBMA, donde el río Azul se convirtió en chocolatera con riberas pobladas de basura. El discurso conservacionista que se emociona ante la naturaleza es el pasamontañas de Monsanto y otras trasnacionales que prometen bancos de germoplasma, industria transgénica y farmacéutica, biopiratería, o sea, empresas extractivas de riquezas vírgenes de la naturaleza. En los Altos es la misma hipocresía: quienes desafiaron a Zinacantán al promulgar de repente su reserva del Huitepec, en las faldas del pozo artesiano de San Cristóbal, entre sus tres cerros volcánicos de agua (uno de los cuales es el Huitepec), autorizan bancos de arena y grava que convierten en batea babeante de agua nuestro tinaco natural; levantaron un supermercado, un teatro y un "parque" cimentado en humedales, y taponan manantiales bajo la plancha de concreto y de nuevas colonias sin espacio verde, es decir, haciendo imposible la recarga de los mantos freáticos.

La segunda opción es más sutil, se podría calificar de cocacolera. La alusión a esta refresquería viene al caso porque, de hecho, reina sobre las dos reservas creadas por la segunda etapa de la otra campaña: la del Mayor, en el Golfo de California, y la del Huitepec en los Altos de Chiapas. En ambas creó y financia Pronatura, que gestiona reservas forestales en las dos cuencas, en intercambio de lo cual repone con cobertura vegetal eficiente el agua concesionada que surte sus refrescos, le ahorra impuestos por su acción benefactora y tiene voz y voto para la gestión acuífera de estas cuencas, administradas según el clásico balanceo de los ambientalistas: conciliar recursos naturales y superproducción industrial, el imposible matrimonio entre criterios rivales, como diría Wolfgang Sachs. Esta opción no resulta en confiscación y expulsión, es el privilegio vil de un consentido del sistema: el modelo capitalista-empresarial de desarrollo.

La tercera opción es la de la comandanta Kelly. En la vertiente zinacanteca del Huitepec, junto a la Reserva de Pronatura, pero aparte de ella, está la de los zapatistas. Una poderosa esponja vegetal retroalimenta el agua del Huitepec. Dentro de ella, entre espacios tupidos de vegetación espontánea, existen zonas de docta silvicultura: retahílas de robles (árbol que, a diferencia de los pinos, no genera ácido en los suelos, por lo que permite cultivos), de una variedad que acepta la tala sin que desaparezca, propina luz al bosque, y por tanto permite la asimilación clorofiliana de hortalizas o milpas y les ahorra hongos; por su localización forestal, goza de evapotranspiración, es decir, resiste las sequías. De propina regala la leña que todavía necesita la cocina (escandalosamente, pese al gas chiapaneco de Reforma) y, eventualmente, la fabricación y venta de carbón. La variedad de roble escogido hace que, al retoñar, el árbol crezca recto y poderoso (cuando en estado natural, se tuerce en espiral, majestuosamente, pero sin uso posible), lo que ofrece horcones a las casas y hasta buena materia prima a carpinteros. Terminado el periodo escogido de cultivo, los robles siguen desempeñando su papel ecológico, se regenera el tupido tejido vegetal con sus productos espontáneos de consumo corriente entre campesinos: tés, hongos, hierbas medicinales, además de la fauna que hospeda y mejora la dieta.

En la selva Lacandona, antes de que fuera despojada de su producto, primero por las monterías, luego por los chicleros, finalmente por los ganaderos, era lo mismo, como atestiguan todavía espacios poco accesibles a la maquinaria: las caobas y chicozapotes también eran alineados como los robles del Huitepec. Esto no lo hace la naturaleza, sino el saber acumulado de un pueblo, un agente ecológico tan poderoso como la naturaleza. Compatibilizó uso y autorreproducción del bosque, ecología y necesidades básicas con su agrosilvicultura, además de pastoril a veces, por ejemplo sus borregos.

Este criterio corresponde a otra opción y otro concepto de reserva: ni confiscación, ni expulsión, ni máscara, ni otro privilegio que el gozo y el cariño que otorga el territorio: una reapropiación popular y duradera, autosostenible, dicen los ambientalistas, hasta que, ahora, se convierta en blanco de la cancería capitalista en su fase noeoliberal.


Andrés Aubry

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jueves, 6 de agosto de 2009

Aluvión de prestaciones llena los bolsillos de los siete magistrados del TEPJF

Mientras la Secretaría de Hacienda anuncia aumentos a las tarifas de electricidad y otros servicios, para hacer frente al déficit fiscal causado por la crisis económica, los siete magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) –María del Carmen Alanís Figueroa, Flavio Galván Rivera, Constancio Carrasco Daza, Manuel González Oropeza, José Alejandro Luna Ramos, Salvador Olimpo Nava Gomar y Pedro Esteban Penagos López– ganan en conjunto 28 millones 816 mil 723 pesos anuales.

De acuerdo con el Manual de percepciones, prestaciones y demás beneficios de los servidores públicos del Poder Judicial de la Federación para el ejercicio fiscal 2009, cada uno de ellos recibe 4 millones 116 mil 646 pesos al año, o lo que es lo mismo, 343 mil 53 pesos al mes, sin mencionar que disponen de dos vehículos lujosos, dos choferes y dos celulares, o que entre todos comparten 45 niñeras y 17 cocineras.

En la página 33 del manual, sus emolumentos individuales se desglosan de la siguiente forma: "sueldo base anual", 410 mil 486 pesos; "compensaciones garantizadas o de apoyo", un millón 733 mil 182 pesos; "prestaciones nominales", 837 mil 385 pesos; "prima vacacional", 59 mil 546 pesos; "aguinaldo", 330 mil 814 pesos, y "asignaciones adicionales", 745 mil 233 pesos.

Estas cantidades resultan de dividir entre siete los montos de sus ingresos colectivos, tal como éstos aparecen en el citado documento, a saber: sueldo base anual, 2 millones 873 mil 405 pesos; compensaciones garantizadas o de apoyo, 12 millones 132 mil 279 pesos; prestaciones nominales, 5 millones 861 mil 695 pesos; prima vacacional, 416 mil 823 pesos; aguinaldo, 2 millones 315 mil 699 pesos, y asignaciones adicionales, 5 millones 216 mil 632 pesos.

Aunque, de acuerdo con el documento, el sueldo base de un magistrado es de 34 mil 207 pesos mensuales, en los hechos todos se embolsan una cantidad 10 veces mayor, gracias a los múltiples beneficios que les otorga su contrato, entre éstos, particularmente, las "compensaciones garantizadas o de apoyo", mejor conocidas como "bonos", que ellos mismos se asignan cada tres meses.

"¡Ya llegó Bonifacio, ya llegó Bonifacio!, gritan como niños chiquitos, y se hablan por teléfono, cada vez que reciben un bono", relatan a La Jornada empleados del tribunal que pidieron la protección del anonimato para no perder su puesto de trabajo.

Los magistrados, añaden los informantes, "ganan tanto que no saben qué hacer con su dinero. Por eso tienen cuatro o cinco coches del año, aparte de los dos que les corresponden por ley, y siempre que pueden se van de viaje. Uno de ellos [José Alejandro Luna Ramos] se fue a París, pero en su oficina dejó instrucciones de que si preguntaban por él dijéramos que andaba en Guadalajara".

Sus fantásticas ganancias –en un país de 80 millones de pobres– no desalientan, ni mucho menos, los casos de corrupción, como el del ex magistrado presidente Flavio Galván Rivera, a quien se investiga en la actualidad por haber entregado una factura de gastos por 500 mil litros de agua Electropura.

El Manual de percepciones, prestaciones y demás beneficios... fue aprobado el pasado 23 de febrero por Luis I. Ortiz Mayagoitia, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y María del Carmen Alanís Figueroa, presidenta del TEPJF. Allí consta que los siete magistrados recibieron un incremento salarial de aproximadamente 240 mil pesos respecto de 2008, cuando en promedio cada uno de ellos cobraba 324 mil 860 pesos mensuales.

En el documento correspondiente a 2009 gozan de las siguientes prestaciones:

"Seguro de vida equivalente a 40 meses de percepción ordinaria", "seguro colectivo de retiro por 25 mil pesos", "seguro de gastos médicos mayores por el equivalente a 740 salarios mínimos mensuales", "seguro de gastos para el cuidado de los ojos", "seguro de separación individualizado, que se forma de lo que aporte el magistrado más una cantidad igual que aporta el tribunal, más los intereses bancarios", "prima quincenal", "prima vacacional", "aguinaldo", "pago por defunción (cuatro meses del último sueldo tabular)", "gastos funerales", "compensación por presidencia o decanato", "estímulo por jubilación", "estímulo por antigüedad", "gastos de alimentación", y "boletos de avión para hijos, cónyuges y acompañantes".

Al analizar este aluvión de privilegios, los empleados del TEPJF consultados al respecto destacaron que, entre otras prestaciones, los magistrados cobran una prima especial por trabajar "en exceso". Sin embargo, "casi nunca vienen al tribunal, siempre andan quién sabe dónde y sólo se presentan cuando hay sesión plenaria".

En efecto, en la página 16 del Manual de percepciones... se especifica que los servidores públicos del TEPJF, entre ellos por supuesto los magistrados, recibirán una compensación extraordinaria "en retribución al desahogo de cargas de trabajo en exceso o adicionales a sus jornadas y horarios ordinarios durante los procesos electorales federales y locales, (lo) que incluye jornadas nocturnas y guardias en sábados, domingos y días festivos".

Un magistrado, en realidad, es el coordinador de un equipo integrado por 34 personas: un asesor, un secretario particular, 11 secretarios de estudio y cuenta, cinco secretarios auxiliares, dos secretarias de oficina, 10 secretarias de ponencia, dos choferes y dos oficiales de servicio.

Los secretarios de estudio y cuenta, los que de veras redactan los proyectos de sentencia que luego discutirá el pleno del tribunal, ganan anualmente un millón 356 mil 816 pesos, en tanto una secretaria de oficina cobra 374 mil 705 pesos y una niñera 151 mil 441 pesos, salario casi idéntico al de las cocineras del Poder Judicial de la Federación.

Pese a que dentro del tribunal no hay una guardería para los hijos de los trabajadores, el presupuesto contempla el pago de 45 niñeras, que los magistrados comparten con los 11 ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Los empleados del TEPJF consultados acerca de este misterioso tema, respondieron que las "nanas" prestan sus servicios a domicilio, aun cuando los magistrados en general son personas mayores o, como en el caso de la presidenta, María del Carmen Alanís, no tienen hijos.

Las cocineras, aseguran los informantes, “se aburren. Como los magistrados casi nunca van al tribunal, allí están nomás, encerradas en la cocina, esperando. La que más las usa es doña Maca [sobrenombre de María del Carmen Alanís] que a cada rato trae a comer a sus invitados”.

Jaime Avilés

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lunes, 3 de agosto de 2009

Cambiar el mundo sin tomar el poder

Me llamo John Holloway y vivo en Puebla, México. Imparto clases de sociología en la Universidad de Puebla. Entre mis principales intereses, se encuentran la crítica del capitalismo e intentar idear un sistema que nos permita escapar de esta terrible sociedad que hemos creado, para erigir un mundo más humano.

Si analizamos los hechos acontecidos en el último siglo, los gobiernos revolucionarios de Rusia, China y Cuba, aunque en el caso de Cuba la situación sea un poco más complicada, o si examinamos los gobiernos reformistas o los gobiernos que han llegado al poder gracias a un sistema electoral, podremos comprobar que no sólo constituyen una terrible decepción a escala mundial, sino también una terrible desilusión. No existe constancia de que ningún gobierno de izquierdas haya podido poner en práctica los cambios anhelados por todos aquellos que han luchado por conseguirlos. En la mayoría de los casos, el resultado no ha sido otro que la reproducción de las relaciones de poder, quizás ligeramente modificadas, pero sin dejar de ser relaciones de poder que excluyen al pueblo, reproducen injusticias materiales y promulgan una sociedad que no potencia la autodeterminación. Este sistema reproduce una sociedad en la que los individuos no participan en el desarrollo de la sociedad. Este argumento se podría analizar históricamente: los motivos de la reproducción de las relaciones de poder han sido diversos en Rusia, China, Albania, Cuba, Brasil, etcétera. No obstante, no podemos comprender las causas únicamente mediante una mera alusión a casos históricos concretos. Como es lógico, debemos tender a generalizar. La conclusión más obvia es que el intento de transformar una sociedad a través del estado parte de un razonamiento erróneo. Este razonamiento erróneo que consiste en transformar la sociedad a través del estado, está muy emparentado con la naturaleza del propio estado, con la idea de que el estado no es una mera institución neutral, sino más bien un sistema concreto de relaciones sociales, que surge del desarrollo del capitalismo. Este sistema de relaciones sociales se asienta sobre un principio que mantiene al pueblo al margen del poder y fomenta la separación y división del pueblo.

Cambiar el mundo sin tomar el poder, como su propio nombre indica, implica una necesidad de cambio del mundo. Este cambio debemos hacerlo partiendo de la base de que la lucha por cambiar el mundo no debe ser una lucha centrada en el estado y en la toma de poder del estado. Es fundamental que desarrollemos nuestras propias estructuras, nuestras propias formas de hacer las cosas. Un aspecto clave de este argumento consiste en hacer una distinción clara entre dos conceptos de poder; por una parte, un concepto de poder que oculta un antagonismo entre el poder-hacer y el poder creativo; y, por otra, el poder para dominar, es decir, el poder instrumental del capital. En otras palabras, ante la pregunta de cuál sería el significado del poder, la respuesta más obvia sería que el poder consiste en nuestra capacidad de hacer cosas. Bajo mi punto de vista, este poder siempre es un poder social, simplemente porque la acción de un individuo depende siempre de las acciones de otros. Resulta muy difícil imaginar una acción que sea completamente independiente de la acción de otro individuo. Es evidente que la acción que desarrollamos en el momento presente depende de la acción de cientos o de miles de personas que han creado la tecnología que utilizamos, que han desarrollado los conceptos de los que nos servimos, etcétera. Nuestro poder-hacer siempre es un poder social y un poder colectivo, nuestra acción siempre forma parte del flujo de acción social. Lo que ocurre ahora tras el capitalismo, si consideramos nuestro poder-hacer como una parte del flujo de acción social, es que no existe una división clara entre la acción de una persona y la acción de otra. Una desemboca en la otra. La acción de un individuo se convierte en condición previa para la acción de otros. Al no existir distinciones o identidades claramente definidas, no se delimitan líneas divisorias concretas. Por lo tanto, lo que ocurre en un sistema capitalista es que este flujo de acción se invalida ante afirmaciones por parte de los capitalistas tales como: "Como lo que has hecho me pertenece, me apropio de ello ya que es de mi propiedad". Y dado que la acción de un individuo es condición previa para la acción de otros, la apropiación por parte del capitalista de lo que se ha hecho, le otorga capacidad suficiente para dominar y administrar las acciones de otros. De este modo, el poder-hacer social se descompone, se transforma en su opuesto, es decir, en el poder del capitalismo para dominar las acciones de otros.
El capitalismo es en esencia el proceso que permite la descomposición de este flujo de acción social, desarticulando la sociabilidad de la acción y anulando, por tanto, nuestro poder-hacer para transformarlo en un poder superior, en algo completamente ajeno a nosotros. De este modo, no debemos considerar nuestra lucha como una lucha de toma de poder, lo que implicaría apoderarnos de su poder, sino como una lucha que nos permita desarrollar nuestro propio poder-hacer, que inevitablemente sería un poder social. En esta lucha, debemos analizar dos conceptos muy distintos de poder, donde cada concepto tiene una lógica propia y bien diferenciada. La lógica del capital es una lógica de mando, de jerarquía y de división. Es una lógica que reniega de la subjetividad. Es un lógica que objetiviza al sujeto. Nuestra lógica es justamente lo contrario; es la lógica de la convivencia, es una lógica que permite la recuperación de la subjetividad y que no acepta el capital. La subjetividad no es individual, sino más bien social. Ello constituye dos formas muy distintas de pensamiento, dos formas muy distintas de acción. En nuestro caso, el cambio de la sociedad denota una cierta confianza en nuestra forma de acción, en el desarrollo autocrítico de nuestras propias formas de pensamiento y acción. Otra forma de expresarlo sería considerar la lucha por cambiar la sociedad como una lucha de clases, donde resultaría imprescindible concebir esta lucha como una lucha asimétrica. Una vez que empezamos a reproducir sus formas y a pensar en nuestra lucha como en un fiel reflejo de la suya, conseguimos reproducir el poder del capital dentro del marco de nuestra propia lucha.

La revolución que tengo en mente puede considerarse más una pregunta que una respuesta. Por una parte, queda claro que necesitamos experimentar una transformación básica de la sociedad; por otra, no hay duda de que la forma utilizada en el último siglo para transformar la sociedad a través del estado ha sido todo un fracaso. Esto nos lleva a la conclusión de que el cambio ha de realizarse de otro modo. No podemos abandonar la idea de la revolución. Lo que ha ocurrido en los últimos años es que la gente ha llegado a la conclusión de que tras el fracaso de la transformación de la sociedad a través del estado, la revolución se ha convertido en algo prácticamente inviable. Mi argumento es precisamente el contrario. De hecho, la revolución es mucho más apremiante ahora que antes. Teniendo en cuenta todo esto, se hace necesario el replanteamiento de un nuevo proceso, de otras vías que permitan el cambio. Aunque, por el momento, lo esencial es plantear la pregunta e intentar descubrir la mejor forma de desarrollarla. Es fundamental considerar a la revolución más como una pregunta que como una respuesta, porque de algún modo el proceso revolucionario debe entenderse como una cuestión que invite a la pregunta y al cambio, en lugar de ofrecer respuestas, y que implique a la gente en un proceso de autodeterminación.
Obviamente, esta respuesta es demasiado general, aunque podemos profundizar un poco más en ella si analizamos lo que está sucediendo en la actualidad, si observamos las luchas que se suceden diariamente. Esto no significa necesariamente que debamos acudir al plagio, sino más bien a la observación crítica, analizando el modo en que algunos movimientos han intentado desarrollar formas de acción autónomas, fomentar el concepto de la dignidad, poner fin a la división existente entre el mundo de la política y el de la economía y perfeccionar nuevas formas organizativas.

La lucha zapatista, la revolución de 1994, así como los hechos acontecidos en los últimos diez años han tenido una gran repercusión. En parte por dos motivos: porque se alzaron, revelaron y sublevaron en una época en la que la sublevación no tenía cabida alguna en una sociedad moderna, en un capitalismo moderno. Aunque esto no es todo. Es además el hecho de que se haya replanteado el concepto de rebelión, de revolución o sublevación. Precisamente, parte de ello consiste en proponer una lógica distinta, un idioma distinto, una temporalidad distinta, una espacialidad distinta, que no es simétrica al idioma y a la temporalidad del capital y del estado. Por ejemplo, tras la revolución inicial, uno de los acontecimientos más importantes fue el "diálogo de San Andrés", es decir, el diálogo entre el gobierno mexicano y los zapatistas de la ciudad de San Andrés, en Chiapas. A simple vista, esto podría considerarse como un diálogo, una negociación establecida como un proceso simétrico entre ambas partes. Sin embargo, yo creo que el hecho más importante fue que los zapatistas dejaron claro desde un principio que, en primer lugar, no irían a negociar, y en segundo, que éste no era un proceso simétrico. El hecho de que no fuera un proceso simétrico quedaba acentuado, por ejemplo, por el modo en que vestían, su obstinación por vestir con trajes tradicionales, su empecinamiento, al menos en una ocasión, por utilizar su propio idioma y no doblegarse al uso del español. Y uno de los puntos más interesantes que surgieron fue, por ejemplo, la cuestión del tiempo. En una ocasión, y una vez ambas partes, el gobierno y los zapatistas, hubieron alcanzado un acuerdo o propuesta provisional, los zapatistas dijeron: "Bien, tenemos que presentar y discutir esta propuesta con nuestra gente antes de adoptar una decisión". A lo que respondió el gobierno: "No, es preciso que os decidáis, necesitamos una respuesta en menos de dos días". Y los zapatistas respondieron: "Eso es ridículo. Nuestra concepción del tiempo es distinta y todo lo sometemos a procesos de discusión". A lo que respondió el representante del gobierno: "¿Cómo podéis afirmar que vuestra concepción del tiempo sea distinta? Si no me equivoco, usted lleva un reloj japonés, que es el mismo que el que yo llevo". A lo que respondió el comandante Tacho diciendo que la gente del gobierno confunde el concepto del tiempo con un reloj. Para nosotros, el concepto del "tiempo" no es ése; el "tiempo" es algo completamente distinto. Su respuesta tuvo lugar aproximadamente dos meses más tarde. Precisamente, esa misma conciencia inicial era la que concedía a la rebelión confianza en sus propias estructuras, en su propio sentido del tiempo y en su propio sentido del espacio. Y esta idea del "tiempo", por ejemplo, está mucho más relacionada con la cuestión de las estructuras democráticas, con la obstinación por tomar decisiones a través de un proceso de discusión colectiva. Estas decisiones tomadas a través de un proceso de discusión colectiva son mucho más lentas y, por lo tanto, provocan una percepción del tiempo distinta. Por lo tanto, esta asimetría, esta falta de simetría entre la lógica de la dominación, por una parte, y la lógica de la sublevación, por otra, es algo absolutamente esencial en el movimiento zapatista desde sus comienzos. Hecho al que se hace referencia repetidas veces en sus comunicados, en el empleo de relatos, bromas, poesía, etcétera. Todo esto que, a primera vista, parece algo decorativo y secundario al proceso de sublevación, de hecho no lo es. Para la propia revolución, es fundamental proponer e insistir en una forma distinta de concebir el mundo, así como en una forma distinta de concebir las relaciones entre individuos. Al contrario de lo que ocurría con el concepto tradicional de la revolución, basado mucho más en una metáfora militar, en la idea de que existía un conflicto entre dos ejércitos, donde para poder derrotar al enemigo, se debían básicamente aceptar los métodos del enemigo. Únicamente un ejército para derrotar al otro, cuya organización fuera exactamente la misma que la del primero. Por ello, creo que es fundamental que los zapatistas acaben con todo esto y que se nieguen a aceptar este tipo de conceptos. La forma de sublevarse, la forma de revelarse debería consistir en el desarrollo de un lenguaje que expresara acciones y que el estado simplemente no entendiera. Esto lo han puesto en práctica sistemáticamente una y otra vez en los últimos diez años.

Con frecuencia, al pensar en el capitalismo y en el problema de la revolución, intentamos descubrir un modo que nos permita destruirlo. Esta forma de pensamiento no nos beneficia en absoluto, simplemente porque por mucho que pensemos en cómo destruir el capitalismo, su solución sería prácticamente inviable. Especialmente, porque pensar en la destrucción del capitalismo sería como compararlo con un gran monstruo, con un enorme monstruo con ejércitos, con un sistema educativo, con control sobre los medios y los recursos materiales, etcétera. Y ¿cómo podríamos nosotros acabar con este gran monstruo? Posiblemente, la mejor postura sería alejarnos de esta metáfora de la destrucción para pensar en ella de una forma completamente distinta.

El capitalismo no existe porque se haya creado en el siglo XIX o en el siglo XVIII, o en cualquier otro siglo. El capitalismo existe hoy en día únicamente como fruto de una creación actual. Si no lo creáramos el día mañana, entonces no existiría. Su duración parece ser independiente, pero de hecho no lo es. En realidad, el capital depende de un día para otro de nuestra creación de capital. Si nos quedáramos todos en la cama, el capitalismo dejaría de existir. Si dejáramos de crearlo, dejaría de existir. Los planteamientos acerca de cómo detener la creación del capitalismo, acerca de la revolución y de cómo detenerla, no implican la resolución de los problemas. Esto no significa que el capitalismo desaparezca en realidad el día de mañana (aunque quién sabe), pero es muy probable que no desaparezca mañana. Si concebimos la revolución como una forma que nos permita detener la creación del capitalismo, conseguiremos desvanecer, de algún modo, la imagen del capitalismo como ese gran monstruo al que debemos enfrentarnos, y podremos empezar a ampliar nuestro marco de posibilidades, a crear una nueva esperanza, una nueva forma de pensamiento sobre la revolución y sobre la transformación de la sociedad.

Una sociedad ideal debería poder crearse a sí misma. Al autocrearse, dispondría de total autodeterminación y, por lo tanto, no tendría demasiado sentido la concepción de una organización ideal, ya que la crearía la propia sociedad. Y la sociedad autocreada podría decidir un día asentarse en una sociedad muy distinta a la erigida en el pasado.

Traducción: MediaLabMadrid, Centro Cultural Conde Duque, Madrid


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