viernes, 30 de julio de 2010

lunes, 26 de julio de 2010

Huelga de hambre del periodista Ireneo Mújica Arzate por agresiones contra su persona al estar documentando ataques contra transmigrantes en Soltepec

H. Puebla de Zaragoza a 23 de julio de 2010

Expediente: 17/Hhperiodista-Pue

La Red de Defensa de los Derechos Humanos (REDDH), con domicilio para recibir información en Avenida Reforma 1516, despacho 4, Centro Histórico de Puebla, y correo electrónico contacto@reddh.org y numero celular 044 22 21 27 68 39, con información del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría SJ de la Universidad Iberoamericana Puebla y del Programa de Derechos Humanos y Programa de Asuntos Migratorios, solicita su intervención urgente ante la huelga de hambre del periodista Ireneo Mújica Arzate por agresiones contra su persona al estar documentando ataques contra transmigrantes en Soltepec, Puebla.

Antecedentes

El día sábado 17 de julio de 2010 en Soltepec, Puebla, fue agredido por personal del Instituto Nacional de Migración el reportero Ireneo Mújica Arzate al estar documentado las agresiones contra transmigrantes centroamericanos en la comunidad de Soltepec, Puebla, ante lo cual decidió ponerse en huelga de hambre encadenándose frente a la estación migratoria del Instituto Nacional de Migración en la ciudad de Puebla, a las 16:00 horas es detenido y trasladado por la Policía Municipal por alterar el orden público, sale libre por falta de pruebas y continúa su huelga de hambre, temiéndose por su condición de salud.

Hechos

El día sábado 17 de julio el periodista Ireneo Mújica Arzate se encontraba documentando las agresiones contra transmigrantes centroamericanos, al llegar a Soltepec, Puebla a las 11:00 horas el tren en el que viajaban él y otros dieciocho migrantes aproximadamente fue detenido por un operativo por parte de personal del Instituto Nacional de Migración, quien al darse cuenta que Ireneo se encontraba filmando le ordenó entregar su equipo de filmación, ante la negativa de éste, fue asaltado y golpeado por cinco miembros del Instituto, quitándole su dinero, su cámara de filmación con una memoria integrada y su teléfono celular.

Irineo fue dejado en la comunidad de Soltepec, sin apoyo médico, sin dinero y sin forma de comunicarse, fue apoyado por la comunidad de Soltepec y de ahí se traslado a Puebla por dinero y para iniciar su huelga de hambre, encadenándose como medio de protesta ante la libertad de expresión frente al Instituto Nacional de Migración.

Sin embargo, a las 16:00 horas de ese mismo día, de una camioneta de la Policía Municipal con número P 707, con terminación en las placas de circulación 78-292, se bajaron cinco elementos que le quitaron las cadenas y cuatro de ellos, lo subieron por la fuerza a esta camioneta en donde lo trasladaron a un sector de la Policía Municipal en donde le registraron, y le quitaron las pertenencias que tenía en ese momento ($3,200.00 pesos de $3,804.00 que había retirado de Coppel para poder trasladarse y estar en la ciudad de Puebla, una tarjeta de memoria Canon D-50, su pasaporte y papeles personales).

Le realizaron un examen médico y sólo le regresaron $300.00, lo subieron a otra patrulla y lo estuvieron trasladando de un punto a otro de la ciudad durante una hora aproximadamente, hasta que lo regresaron al Sector; lo cambiaron de vehículo y lo llevaron al juzgado calificador, en donde ya no lo ingresaron y le comentaron que no había pruebas por lo que lo dejaron en libertad sin sus pertenencias.

Ese mismo día reinicio su huelga de hambre frente al Instituto Nacional de Migración, levantando queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos con el expediente número 7650 /2010 I y denuncia ante la Agencia del Ministerio Público del Oriente de la Procuraduría General de Justicia del estado de Puebla con número de Averiguación Previa AP-2692/2010/ORIEN, sin que hasta el momento se haya resuelto su caso y su estado de salud se ha a gravado por la huelga de hambre

Por lo que solicitamos.

1.- Respeto a la integridad física y psicológica del Periodista Irineo Mújica Arzate.

2.- Castigo a los responsables de este acto de agresión en contra del periodista Irineo Mújica Arzate, como ejemplo de los casos de agresiones físicas, amenazas, desapariciones contra periodistas comunicadores y comunicadoras, que son solidarias y que hacen un trabajo de promoción y defensa de los derechos humanos.

3. Devolución de las pertenencias y material que le quitó personal del Instituto Nacional de Migración propiedad del reportero Ireneo Mújica Arzate en donde documenta la situación de agresiones contra los transmigrantes centroamericanos en Soltepec, Puebla.

4. Respeto a los derechos humanos de los transmigrantes centroamericanos y que el Instituto Nacional de Migración, explicite la situación de los migrantes que fueron detenidos ese día y que no se conoce públicamente su paradero.

Atentamente

Israel Sampedro Morales

Dignidad, Justicia, Libertad

Red de Defensa de los Derechos Humanos

REDDH


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martes, 13 de julio de 2010

El reino mágico

Eduardo Galeano
Pacho Maturana, colombiano, hombre de vasta experiencia en estas lides, dice que el futbol es un reino mágico donde todo puede ocurrir.

El Mundial reciente ha confirmado sus palabras: fue un Mundial insólito.

• Insólitos fueron los 10 estadios donde se jugó, hermosos, inmensos, que costaron un dineral. No se sabe cómo hará Sudáfrica para mantener en actividad esos gigantes de cemento, multimillonario derroche fácil de explicar pero difícil de justificar, en uno de los países más injustos del mundo.

• Insólita fue la pelota de Adidas, enjabonada, medio loca, que huía de las manos y desobedecía a los pies. La tal Jabulani fue impuesta, aunque a los jugadores no les gustaba ni un poquito. Desde su castillo de Zurich, los amos del futbol imponen, no proponen. Tienen costumbre.

• Insólito fue que por fin la todopoderosa burocracia de la FIFA reconociera, al menos, al cabo de tantos años, que habría que estudiar la manera de ayudar a los árbitros en las jugadas decisivas. No es mucho, pero algo es algo. Ya era hora. Hasta estos sordos de voluntaria sordera tuvieron que escuchar los clamores desatados por los errores de algunos árbitros, que en el último partido llegaron a ser horrores. ¿Por qué tenemos que ver en las pantallas de televisión lo que los árbitros no vieron y quizá no pudieron ver? Clamores de sentido común: casi todos los deportes, el basquetbol, el tenis, el beisbol y hasta la esgrima y las carreras de autos, utilizan normalmente la tecnología moderna para salir de dudas. El futbol, no. Los árbitros están autorizados a consultar una antigua invención llamada reloj para medir la duración de los partidos y el tiempo a descontar, pero de ahí está prohibido pasar. Y la justificación oficial resultaría cómica, si no fuera simplemente sospechosa: el error forma parte del juego, dicen, y nos dejan boquiabiertos descubriendo que errare humanum est.

• Insólito fue que el primer Mundial africano en toda la historia del futbol quedara sin países africanos, incluyendo al anfitrión, en las primeras etapas. Sólo Ghana sobrevivió, hasta que su selección fue derrotada por Uruguay en el partido más emocionante de todo el torneo.

• Insólito fue que la mayoría de las selecciones africanas mantuvieran viva su agilidad, pero perdieran desparpajo y fantasía. Mucho corrieron, pero poco bailaron. Hay quienes creen que los directores técnicos de las selecciones, casi todos europeos, contribuyeron a este enfriamiento. Si así fuera, flaco favor han hecho a un futbol que tanta alegría prometía. África sacrificó sus virtudes en nombre de la eficacia, y la eficacia brilló por su ausencia.

• Insólito fue que algunos jugadores africanos pudieran lucirse, ellos sí, pero en las selecciones europeas. Cuando Ghana jugó contra Alemania se enfrentaron dos hermanos negros, los hermanos Boateng: uno llevaba la camiseta de Ghana y el otro la de Alemania.

De los jugadores de la selección de Ghana, ninguno jugaba en el campeonato local de Ghana.

De los jugadores de la selección de Alemania, todos jugaban en el campeonato local de Alemania.

Como América Latina, África exporta mano de obra y pie de obra.

• Insólita fue la mejor atajada del torneo. No fue obra de un golero, sino de un goleador. El atacante uruguayo Luis Suárez detuvo con las dos manos, en la línea del gol, una pelota que hubiera dejado a su país fuera de la Copa. Y gracias a ese acto de patriótica locura, él fue expulsado, pero Uruguay no.

• Insólito fue el viaje de Uruguay, desde los abajos hasta los arribas. Nuestro país, que había entrado al Mundial en el último lugar, a duras penas, tras una difícil clasificación, jugó dignamente, sin rendirse nunca, y llegó a ser uno de los mejores. Algunos cardiólogos nos advirtieron, desde la prensa, que el exceso de felicidad puede ser peligroso para la salud. Numerosos uruguayos, que parecíamos condenados a morir de aburrimiento, celebramos ese riesgo, y las calles del país fueron una fiesta. Al fin y al cabo el derecho a festejar los méritos propios es siempre preferible al placer que algunos sienten por la desgracia ajena.
Foto

Terminamos ocupando el cuarto puesto, que no está tan mal para el único país que pudo evitar que este Mundial terminara siendo nada más que una Eurocopa. Y no fue casual que Diego Forlán fuera elegido mejor jugador del torneo.

• Insólito fue que el campeón y el subcampeón del Mundial anterior volvieron a casa sin abrir las maletas.

En el año 2006, Italia y Francia se habían encontrado en el partido final. Ahora se encontraron en la puerta de salida del aeropuerto. En Italia, se multiplicaron las voces críticas de un futbol jugado para impedir que el rival juegue. En Francia, el desastre provocó una crisis política y encendió las furias racistas, porque habían sido negros casi todos los jugadores que cantaron la Marsellesa en Sudáfrica.

Otros favoritos, como Inglaterra, tampoco duraron mucho. Brasil y Argentina sufrieron crueles baños de humildad. Medio siglo antes, la selección argentina había recibido una lluvia de monedas cuando regresó de un Mundial desastroso, pero esta vez fue bienvenida por una abrazadora multitud que cree en cosas más importantes que el éxito o el fracaso.

• Insólito fue que faltaran a la cita las superestrellas más anunciadas y más esperadas. Lionel Messi quiso estar, hizo lo que pudo, y algo se vio. Y dicen que Cristiano Ronaldo estuvo, pero nadie lo vio: quizás estaba demasiado ocupado en verse.

• Insólito fue que una nueva estrella, inesperada, surgiera de la profundidad de los mares y se elevara a lo más alto del firmamento futbolero. Es un pulpo que vive en un acuario de Alemania, desde donde formula sus profecías. Se llama Paul, pero bien podría llamarse Pulpodamus.

Antes de cada partido del Mundial, le daban a elegir entre los mejillones que llevaban las banderas de los dos rivales. Él comía los mejillones del vencedor, y no se equivocaba.

El oráculo octópodo influyó decisivamente sobre las apuestas, fue escuchado en el mundo entero con religiosa reverencia, fue odiado y amado, y hasta calumniado por algunos resentidos como yo, que llegamos a sospechar, sin pruebas, que el pulpo era un corrupto.

• Insólito fue que al fin del torneo se hiciera justicia, lo que no es frecuente en el futbol ni en la vida.

España conquistó, por primera vez, el campeonato mundial de futbol.

Casi un siglo esperando.

El pulpo lo había anunciado, y España desmintió mis sospechas: ganó en buena ley, fue el mejor equipo del torneo, por obra y gracia de su futbol solidario, uno para todos, todos para uno, y también por las asombrosas habilidades de ese pequeño mago llamado Andrés Iniesta.

Él prueba que a veces, en el reino mágico del futbol, la justicia existe.

* * *

Cuando el Mundial comenzó, en la puerta de mi casa colgué un cartel que decía: Cerrado por futbol.

Cuando lo descolgué, un mes después, yo ya había jugado 64 partidos, cerveza en mano, sin moverme de mi sillón preferido.

Esa proeza me dejó frito, los músculos dolidos, la garganta rota; pero ya estoy sintiendo nostalgia.

Ya empiezo a extrañar la insoportable letanía de las vuvuzelas, la emoción de los goles no aptos para cardiacos, la belleza de las mejores jugadas repetidas en cámara lenta. Y también la fiesta y el luto, porque a veces el futbol es una alegría que duele, y la música que celebra alguna victoria de ésas que hacen bailar a los muertos suena muy cerca del clamoroso silencio del estadio vacío, donde ha caído la noche y algún vencido sigue sentado, solo, incapaz de moverse, en medio de las inmensas gradas sin nadie.


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viernes, 9 de julio de 2010

Perder es cuestión de método

Juan Villoro
Las razones de la derrota de la selección nacional van brotando, algunas sabidas, otras inéditas, de la pluma de Juan Villoro, quien escribe acerca del ambiente en una cantina sudafricana después del debut mundialista, de la aversión al triunfo, de la corrupción con la que se maneja el futbol mexicano en todos sus niveles, del papel protagónico y destructivo del duopolio televisivo y, de remate, de la bipolaridad de Aguirre y sus polémicas decisiones.

“¡Y retiemble en sus centros la tierra!”. La letra del Himno cobró inusitada vigencia la noche del martes 29 al miércoles 30 de junio. La selección nacional volvió al país y el suelo mostró su descontento. Después de caer ante Argentina, el Tri aún debía enfrentar el marcador de la corteza terrestre: 6.5 en la escala de Richter.

El verso de Bocanegra es uno de los más enigmáticos de la poesía cívica. El centro suele ser uno. ¿No suena a indecisión que un territorio tenga muchos centros? Los paleógrafos explican que Bocanegra entregó la letra del himno en manuscrito y la palabra “antros” se confundió con “centros”. La intención del poeta era lógica: la tierra retiembla en sus cavidades.

Hoy en día los antros aluden a otro problema. Clientes asiduos del Bar-Bar, el 13 de junio los miembros del Tri departieron con gran jolgorio en una cantina de Sudáfrica, según revelan las fotos subidas a Twitter por una de sus acompañantes, Bárbara Coppel. ¿Es lógico que atletas de alto rendimiento se entretengan como spring-breakers en Mazatlán? Sin entrar en detalles (el concurso de camiseta mojada, la ración de chelas, la desvelada épica), resulta evidente que los uniformes con escudo de la selección que los juerguistas llevan puestos no representan para ellos investidura alguna.

Total, que el Himno tenía razón: los centros y los antros de la tierra están que truenan con el tricolor.

Antes del Mundial, cuando la sensatez era más fuerte que la ilusión, los expertos pronosticaban que la selección no llegaría al quinto partido. El nivel del futbol mexicano es mediano.¿Qué sucede cuando se lucha para seguir en el mismo sitio? Sobreviene la frustración. ¿Qué sucede cuando eso ocurre entre agoreros de alto rating, profetas de la buena ventura y publicistas que anuncian que todo será distinto y vale la pena creer en los redentores de pantalón corto? La irritación se incorpora a la identidad nacional.

“Tres veces te engañé”, canta Paquita la del Barrio. Lo mismo podría decirse de México ante Argentina. El primer gol fue una injusticia, el segundo un regalo y el tercero un prodigio. Tres maneras de perder.

Todo venía de un desastre previo. Contra Uruguay, México ya se había librado de la inesperada costumbre de triunfar. Una victoria ante los charrúas nos hubiera llevado a jugar contra Corea del Sur y luego contra Ghana. Ganar no parecía descabellado: bajo la conducción de Hugo Sánchez México venció 3-1 a Uruguay en la pasada Copa América. Tampoco hubiera sido un desafío paranormal superar a Corea y Ghana, quedando entre los cuatro primeros. El juego contra Forlán y los suyos equivalía a tres posibles victorias, dosis desmesurada en un país que no encuentra el Dramamine emocional para el mareo de “dar el salto”.

Una imagen resume la derrota: el máximo responsable del turismo mexicano repartiendo insultos y manotazos al terminar el partido México-Argentina. Miguel Gómez Mont, director del Fonatur, hermano del secretario de Gobernación y amigo cercano del presidente Felipe Calderón, representó a México con el proselitismo de los golpes. Fue cesado, decisión loable pero insuficiente. ¿Cómo es posible que estuviera ahí, es decir, en el Mundial de Sudáfrica, en ese puesto público, en complicidad con los dos funcionarios más encumbrados del país? El desfiguro revela los límites de la impunidad en la era de YouTube. Si el agresor no hubiera sido captado en video, seguiría en su cargo. El futbol mexicano es un negocio que depende de la oscuridad en las decisiones y la falta de rendición de pruebas. Un espectáculo donde la parte visible es pobre (perdimos otra vez) y la parte oculta formidable (los dueños ganaron más que nunca).



Instrucciones para fracasar



A veces se requiere de mucho esfuerzo para estropear las cosas. El título de una novela de Santiago Gamboa parece el lema de nuestra selección: Perder es cuestión de método.

No es raro que, para debutar en un equipo, los jóvenes aspirantes le den dinero a los entrenadores. Ya en el vestidor, son recibidos por “colegas” que amenazan con fracturarlos si destacan demasiado. Hacen falta trabajadores sociales y psicólogos que ayuden a la integración de las distintas generaciones de futbolistas. Tal y como están las cosas, el “grupo” es una variante del patio de la escuela donde mandan los gallos peleoneros.

Una vez que el jugador comienza a ser valorado, descubre que sus posibilidades de ganar dinero no derivan de obtener títulos, sino de ser traspasado satisfactoriamente a otro club. En México, la compraventa de piernas produce más dinero que los campeonatos. Los fichajes generan comisiones para el promotor, el directivo, el entrenador y el propio futbolista. En esta bolsa de valores, un jugador “exitoso” se retira después de haber pasado por ocho o 10 equipos. Eso significa que ha vivido en otras tantas ciudades sufriendo desajustes y problemas de adaptación. La falta de regularidad del futbol mexicano se debe en gran medida a que los protagonistas son mercancías migratorias: destacar o fallar son, por igual, pretextos para el traspaso. Cuando el presidente Zedillo sugirió que no vendieran a Alex Aguinaga, convirtió en asunto de Estado un temor de los necaxistas: las buenas campañas del ecuatoriano lo hacían candidato al traspaso.

Sin asociación gremial que los proteja, los futbolistas carecen de derechos laborales. Es cierto que en el país de Elba Esther Gordillo el sindicalismo no siempre es una meta encomiable; sin embargo, también es cierto que los futbolistas carecen de condiciones laborales equivalentes a las de sus pares en Colombia o Chile, donde los derechos se regulan al margen de los directivos.

Basta ver la camiseta de una escuadra mexicana para saber que anunciarse ahí es más fácil que anunciarse en un periódico. Infamados por ocho o nueve logotipos, los uniformes denuncian los verdaderos colores que se defienden en el juego.

Llegamos al punto decisivo del repaso: la televisión. Televisa y Tv Azteca han destruido al futbol mexicano. En el mundo entero, el deporte es una oportunidad para vender zapatos y llenar la programación televisiva. La peculiaridad mexicana es la absoluta subordinación de los clubes a los designios de las televisoras. Para empezar, está el tema de los torneos cortos. Seleccionadores como César Luis Menotti, Manuel Lapuente, Hugo Sánchez y Javier Aguirre han coincidido en que se trabajaría mucho mejor si se regresara a las temporadas largas, que permiten experimentar con la cantera y trazar estilos de juego que se pueden definir sobre la marcha. Pero Televisa y Tv Azteca juzgan que el aficionado padece déficit de atención y sólo se interesa por los partidos a muerte de la liguilla. Cada año, el rating aumenta y la calidad zozobra.

La liguilla surgió en la temporada 1970-71 como un recurso para aportarle dramaturgia al campeonato. Eso era malo, pero no fatal. El asunto se agravó en 1996, cuando el torneo se acortó para celebrar dos campeonatos al año y, por lo tanto, dos rentables liguillas. Con esto, los triunfos se devaluaron. De los campeones pasamos a los microcampeones. En esas jornadas de la prisa, los técnicos se volvieron medrosos y resultadistas, pues tenían pocos partidos para demostrar su astucia. Además, el bazar de piernas se intensificó y las transferencias de fin de temporada se hicieron dos veces al año. Así se perfeccionó la inconsistencia del futbol mexicano. De 1996 a la fecha se han celebrado casi 30 torneos y sólo los Pumas de Hugo Sánchez han sido campeones dos veces seguidas. El campeón es un rey breve que se hunde en la siguiente temporada.

Como los cánticos de algunas “hinchadas”, los torneos cortos se copiaron de Argentina. Esto sirvió de excusa para argumentar que se pueden tener torneos de precipitación y, al mismo tiempo, buenos jugadores. Pero la comparación no se sostiene. El futbolista argentino tiene una cultura de emigración, no sólo por antecedentes familiares sino porque sabe que destacar significa irse: el futuro está en las ligas de España, Italia o Inglaterra. Jugar torneos cortos es una preparación útil para los grandes nómadas del futbol, no para los mexicanos. En este país de telenovela, donde un romance dura 100 episodios, el futbolista es condenado a vivir efímeras pasiones.

Televisa y Tv Azteca han decretado que el público carece de paciencia para seguir a su equipo al modo de los forofos del Real Madrid o los tifosos del Juventus. En consecuencia, fomentan la liguilla y suben el precio de sus anuncios.

Pero el daño no se detiene ahí. Que una cadena de televisión sea propietaria de un equipo crea conflictos de interés; que sea, como Televisa, propietaria de tres, enturbia más las cosas. Por disposiciones de la FIFA dos clubes no deben tener el mismo dueño. ¿Por qué no actúa el organismo internacional en el caso mexicano? Digamos que la FIFA es sibilina y algo acomodaticia (sólo así ha logrado tener más agremiados que la ONU). Su jurisprudencia es feudal: el rey del castillo sólo entra en acción si suficientes príncipes se quejan. En otras palabras, para que la FIFA intervenga en México debe recibir un reclamo de la mayoría de directivos de la Federación Mexicana de Futbol. ¿Es posible que eso suceda? Claro que no: los equipos no van a rebelarse contra el mago que los lleva a la pantalla.

Una vez que arruina el futbol como deporte, la televisión lo infla como mercancía. La campaña Iniciativa México demuestra que ciertos sabios no han vivido en vano. El patrioterismo surge cuando se acaban los argumentos racionales. Dos ilustrados del siglo XVIII entendieron el problema. En Inglaterra, el doctor Samuel Johnson dijo: “El patriotismo es el refugio de los canallas”. Por su parte, el físico y escritor alemán Georg Christoph Lichtenberg escribió. “Quisiera saber en nombre de quién se hacen las cosas que ocurren ‘en nombre de la patria’”. En la pantalla chica la patria sirve para vender un sándwich o pretender que los problemas se resuelven mostrando orgullo.

Siguiendo a Felipe Calderón, que culpa a los mensajeros de las malas noticias y propone “hablar bien” para vivir la ilusión de que ya todo se resolvió, Javier Aguirre contribuyó a inflar las expectativas. El sólido sentido común con que ha actuado en otras ocasiones, se transformó en bipolaridad: primero dijo “México está jodido” –derecho al juicio que muchos defendimos–; luego celebró la grandeza propagandística de la patria en un spot ante el Ángel de la Independencia. Es difícil que esta ambivalencia sea para “todo público”; o queda bien con unos o con otros.

Pero la falta de congruencia no afecta a las televisoras. Por una sencilla razón: las ventas continúan. En un artículo escrito para Enfoque, suplemento de Reforma, José Ramón Fernández informó que Tv Azteca y Televisa gastaron unos 100 millones de dólares en derechos televisivos. Al margen del destino de la selección, ganarán el doble.

Las canchas que se riegan en nuestro territorio están determinadas por un principio básico: jugar medianamente da mucho dinero. ¿Para qué complicar las cosas buscando calidad?

En tiempos recientes varios gobernadores han contribuido a enturbiar las aguas. No es raro que el balompié se convierta en promesa de campaña ni que se desvíen fondos del gasto público para comprar una franquicia. Si el Necaxa fue a dar a Aguascalientes, no sería raro que, si directivos mexicanos compraran el Boca Juniors, acabara jugando en la Patagonia, si el gobierno local les brindara garantías.

El desprecio a las pasiones de la gente y las tradiciones que se forjan poco a poco, soportando la lluvia y las tardes sin goles en los estadios, también se extiende al extranjero. Los aficionados más nobles y ultrajados del futbol mexicano son los paisanos que llenan los graderíos en Estados Unidos para ver los peores encuentros amistosos de la selección nacional. Su anhelo del “volver al país” es tan grande que pagan lo que sea por ver las formaciones experimentales de un equipo que sólo va ahí a cobrar dinero. En su proyecto for export, el Tri es un guacamole de tercera que se consume gracias al generoso apetito de quienes no tuvieron más remedio que arriesgar la vida para irse al otro lado.



Del Rebaño Sagrado
al chivo expiatorio



Después del futbol, el segundo deporte favorito del aficionado es el linchamiento. Hugo Sánchez salió de la selección como si hubiera ofendido a la madre naturaleza. De nada le sirvió haber sido el mejor futbolista mexicano de todos los tiempos. Es cierto que él mismo encendió la hoguera de las expectativas prometiendo logros que sólo hubieran podido llegar con el trabajo conjunto de Pelé y Simón Bolívar. De cualquier forma, el tercer lugar que obtuvo en la Copa América, siendo sólo superado por Brasil y Argentina, fue meritorio, sobre todo al tomar en cuenta que Sudáfrica 2010 confirmó la fuerza de los equipos sudamericanos. Es cierto que Hugo fracasó en la eliminatoria para los Juegos Olímpicos, pero con la selección mayor obtuvo resultados aceptables. En estas mismas páginas escribimos hace años que su sucesor no tendría mejor futuro. La razón es sencilla: no hay modo de arreglar desde el banquillo un país donde la impunidad reina en los vestidores, las televisoras, los directivos, las giras, las relaciones con los gobiernos locales y los funcionarios que van a dar bofetadas al Mundial.

Javier Aguirre es el entrenador mexicano con mayor experiencia en torneos internacionales. De salvador de la patria ha pasado a villano. Esta transfiguración carnavalesca es de sobra conocida. Vale la pena, por tanto, ensayar el exorcismo de la sensatez. El trabajo del técnico debe ser medido en las dos fases que enfrentó: la eliminatoria y el Mundial.

El Vasco no deseaba volver a la olla de grillos del futbol mexicano, pero la caída de Sven-Goran Eriksson lo sorprendió cuando no tenía equipo. Sudáfrica se presentó para él como la oportunidad de mantenerse activo en lo que se enrolaba con otro club de importancia (posiblemente en Inglaterra). Es una fortuna que haya sido así. Era el único bombero que podía salvar la situación. Aguirre enderezó una eliminatoria casi perdida.

Para lograrlo tuvo que contar con la asesoría de Mario Carrillo, que conoce mejor que él el futbol mexicano reciente. Nunca sabremos qué tanto influyó en las decisiones. Con los desaciertos de Sudáfrica surgió la hipótesis de dos visiones difíciles de conciliar. Lo cierto es que el cuerpo técnico careció del trabajo de años necesario para mejorar a una selección (el caso de Marcelo Bielsa al frente de Chile es el mejor ejemplo).

En cuatro años la selección tuvo cuatro técnicos. El dato es un certificado de inestabilidad. Además, el material humano no era entusiasmante. Los equipos mexicanos no destacaron particularmente en la Copa Libertadores y el único futbolista digno de la denominación de crack, Cuauhtémoc Blanco, había cumplido 37 años y no podía subir escaleras sin resoplar un poco.

Aguirre no podía inventar una realidad ajena a la suya. Ninguno de sus jugadores venía de ganar un torneo importante a nivel internacional. Por otra parte, los “europeos” pasaban por horas bajas. La mayoría había tenido una actuación intermitente en sus equipos (los casos de Vela, Moreno y Franco). Otros, como Márquez y Osorio, estaban en la banca. En lo que toca a Giovani, llevaba muy poco tiempo en el Galatasaray de Turquía y El Chicharito salió de Chivas rumbo a Inglaterra sin que su futuro se haya concretado. Sólo dos tuvieron buenas actuaciones en las pasadas temporadas: Andrés Guardado (después de superar una lesión difícil) y Carlos Salcido. Era lógico que la falta de ritmo se notara en el Mundial. Aguirre no podía prescindir de ellos porque se trata de los jugadores de peso, pero tampoco podía aguardar fuegos de artificio.

En la entrevista que concedió a Expansión, poco antes del Mundial, El Vasco dijo que había aceptado hacer anuncios que no le interesaban a condición de que los federativos no intervinieran en sus decisiones. ¿En verdad lo dejaron trabajar?

Sorprende la cantidad de jugadores que probó Aguirre en la fase preparatoria tanto como la ausencia de un cuadro básico. ¿Con la llamada a casi todo el Rebaño quería evitar ser el único chivo expiatorio? El reparto era demasiado amplio para una película que no pretendía representar la batalla de Puebla sino disponer de 23 jugadores para enfrentar a Francia.

Cuando Aguirre dejó al Tri por primera vez, después del Mundial de 2002, habló de la intromisión de los directivos. Lo mismo hizo Eriksson cuando se hizo cargo de Costa de Marfil y recordó su fallida etapa mexicana. Es difícil saber si la salida de Jonathan era más cómoda para Aguirre porque el Bar-ça no presiona a la selección como presionan los clubes mexicanos, deseosos de que sus jugadores suban de precio en el Mundial. Lo cierto es que no hubo mucha claridad en la toma de decisiones. En los días anteriores al último partido, Jorge Vergara, dueño de Chivas y directivo a cargo de selecciones en la FMF, dijo a los medios que El Bofo debía jugar. La sorprendente aparición de Adolfo Bautista en el cuadro titular contra Argentina, ¿fue una concesión a uno de los más importantes directivos del futbol nacional? Lo único reportable es que Vergara perjudicó a Aguirre al proponer al Bofo.

La rumorología ha alcanzado niveles conspiratorios. El promotor del Guille Franco también lo es de Javier Aguirre. ¿Explica esto la insistencia del entrenador en alinear a un eje de ataque infructuoso? No necesariamente. Un escritor puede elogiar desinteresadamente a un autor con el que comparte agencia literaria. Sin embargo, ante la falta de claridad del futbol mexicano, cualquier coincidencia se vuelve fatalidad.

La selección nacional es un problema colectivo. Los responsables de que no avance son muchos. Mi momento favorito del Mundial 2010 fue el siguiente. Carlos Salcido –brillante entre la medianía– lanzó un tiro que pasó a un lado del poste. En las gradas, un mexicano de gran sombrero lo atrapó con enorme habilidad. ¿Quién era ese paisano desconocido? ¿Qué sacrificios hizo para ver a los suyos en Sudáfrica? Imposible decirlo. Sólo sabemos que merece un mejor equipo. Si el futbol fuera más importante, tal vez desataría un movimiento social para mejorarlo. Hasta ahora no hemos tenido revueltas populares para garantizar el nivel del entretenimiento, pero nunca se sabe.

Por otra parte, el asesinato del doctor Rodolfo Torre Cantú, candidato del PRI al gobierno de Tamaulipas, ubicó la importancia del futbol en su justa dimensión. Un país atravesado por la metralla no se mejora con goles. Osorio regaló un balón, error pequeño en comparación con el presidente que nos regaló una guerra.

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Alemania: visa para los "inteligentes"

Francisco Olaso
La exigencia de someter a un test de inteligencia a quienes quieran emigrar hacia Alemania no partió esta vez de ningún faro del pensamiento conservador. Tampoco fue una Schnapsidee --tal como se denomina en alemán a alguna idea propia de la efusividad rumbosa de una noche de aguardiente-- surgida en la cabeza de algún joven neonazi.

Peter Trapp, quién lanzó la idea, no es una figura notoria dentro de la Unión Demócrata Cristiana (CDU). Las discretas estaciones de su carrera consignan una formación como agente comercial en el consorcio Siemens, su ingreso a la policía de investigaciones de Berlín en 1968, estudios de criminología y una especialización en desarrollo de estrategias de lucha contra la delincuencia callejera.

Trapp se jubiló de la policía con 52 años, en 1999. Ese mismo año fue elegido diputado por las filas conservadoras para el parlamento de Berlín. En la actualidad preside la Comisión de Política Interior, Seguridad y Orden.

El expolicía saltó al gran ruedo de los medios el último 28 de junio. En entrevista con el Bild Zeitung, periódico recelado por la intelectualidad alemana debido a su carácter sensacionalista, pero temido por la clase política por ser el de mayor tirada e influencia, Trapp se refirió a los criterios que de acuerdo a su opinión tendrían que guiar la inmigración en el futuro.

"Además de tener una carrera y una calificación técnica, los inmigrantes deberían pasar por un test de inteligencia", dijo. "No debemos hacer un tabú del tema; el Estado debe fijar para la inmigración criterios que le sean útiles".

La idea de Trapp encontró apoyo en un encumbrado colega de la Unión Socialcristiana (CSU), el partido aliado de la CDU en el estado de Baviera. Markus Ferber es en la actualidad el presidente de la fracción de su partido dentro del Parlamento Europeo.

El eurodiputado, quien en su juventud, curiosamente, también fue empleado de la empresa Siemens, abogó por una reformulación de la política migratoria a nivel de la Unión Europea.

"En Canadá se exige a los hijos de futuros inmigrantes un coeficiente intelectual mayor al de los niños nativos", argumentó Ferber. "Los motivos humanos como el reagrupamiento familiar no pueden ser a largo plazo el único criterio de la migración", agregó.

La embajada canadiense en Berlín le salió rápidamente al paso, a través de un comunicado, en el que negó de manera tajante que Canadá exija un test de inteligencia a sus inmigrantes.

El sinceramiento de Trapp y Ferber no encontró eco en el gobierno alemán. El portavoz del gobierno de la canciller federal Angela Merkel, Christoph Stegmanns, se permitió una ironía con su colega, al señalar que la propuesta "es descabellada y no se destaca precisamente por su inteligencia".

La oposición pudo regodearse. El alcalde de Berlín, el socialdemócrata Klaus Wowereit, tachó la propuesta de "discriminatoria e inhumana".

"Estúpida y funcional al racismo", opinó Ali Al Dailami, miembro de la conducción nacional de La Izquierda. Los Verdes propusieron a los conservadores que utilicen el test de inteligencia a la hora de nominar a sus candidatos.



Liberales, prósperos y buenos



Bajo el término "inmigrante", tal como lo usan Peter Trapp y Markus Ferber, subyace la idea de que quien emigra es de por sí un sujeto deficitario frente a los habitantes "naturales" del país adonde llega.

Esta forma de racismo, ciertamente muy entendida, presupone que un ciudadano crecido en una próspera democracia liberal es en principio intelectual y moralmente superior a los ciudadanos de los países que no son ni liberales ni ricos.

La lista de declaraciones políticas que recalcan esta asociación ha sido extensa en los últimos años. Y no se restringe a las filas de los partidos tradicionalmente conservadores. Uno de los animadores habituales de este funesto ranking es el socialdemócrata Thilo Sarrazin, exdirector de finanzas de la ciudad de Berlín y actual miembro del directorio del Banco Central Alemán.

Sarrazin es un personaje desgarbado, huesudo, de gruesos anteojos. Cuando habla, sus ojos más bien se entrecierran. Su tono es tranquilo y monótono. Su estilo, algo descuidado, es quizá un resabio de su paso por la generación del '68, cuando llevaba el pelo largo y expresaba ideas bastante diferentes a las que el año pasado pudieron leerse en la entrevista que le hizo la revista Lettre International:

"La gran mayoría de los inmigrantes turcos y árabes ni quieren ni pueden integrarse; no tienen ninguna función productiva más allá de vender frutas y verduras". O: "No tengo por qué reconocer a alguien que nada hace por integrarse; no tengo por que aceptar a alguien que vive del Estado pero lo rechaza, que no se preocupa de la educación de sus hijos y que produce continuamente nuevas niñas que cubren con pañuelos su cabeza."

Muy pocos miembros del Partido Socialdemócrata han pedido la exclusión de Sarrazin de sus filas. Tampoco se lo expulsó del Banco Central Alemán tras su declaración vertida en una reunión con empresarios en la ciudad de Darmstadt, en octubre del año pasado, y a la que Joseph Goebbels no hubiera negado su firma: "Los inmigrantes tienen más hijos que los alemanes, con lo cual hay una diferencia entre el crecimiento de distintos grupos de la población con diferente inteligencia. De esta manera, a través de un proceso puramente natural, nos volvemos en promedio más estúpidos."

"Este tipo de declaraciones no son meras expresiones de resentimientos inconscientemente racistas", dice a Apro el cientista político Gideon Botsch, del Centro sobre Estudios del Racismo Moses Mendelssohn en Potsdam. "Sirven de manera intencional como propuestas para la arena política, escenificadas como una ruptura de tabúes, donde se movilizan prejuicios que sólo han sido proclamados con esa radicalidad por partidos antidemocráticos de la extrema derecha."

Thilo Sarrazin es quizá el primer socialdemócrata que echa mano a argumentos propios de los partidos neonazis, libertad que hasta entonces sólo se habían permitido algunos políticos conservadores.

"A mucha gente le resulta difícil de aceptar, pero Alemania se ha vuelto, irreversiblemente, una sociedad multiétnica", señala Gideon Botsch. "Esto ya se ve muy claramente en la selección alemana de fútbol, donde muchas de sus nuevas estrellas tienen un origen extranjero."

Exactamente 11 de los 23 jugadores de la selección alemana son hijos de padres extranjeros. De hecho, la quinta parte de los 82 millones de habitantes de Alemania tienen un así denominado "trasfondo migratorio".



Adustos porteros



La propuesta de los políticos conservadores activa resentimientos contra los extranjeros, en un momento en que el gobierno de Alemania se ha inclinado por un programa de austeridad fiscal que recorta los gastos sociales, pero no compromete a los sectores de mayores ingresos.

No sólo sorprende la adopción de un modo bastante concreto de racismo, sino también el motivo expuesto. Si bien desde la Reunificación alemana hasta 2007 el número de inmigrantes superaba al de emigrantes, el proceso se ha revertido.

Desde hace dos años, dejan Alemania más personas que las que llegan. En 2009 hubo 721 mil inmigrantes y 739 mil emigrantes, según datos de la Oficina Federal de Estadísticas.

Las autoridades parecen oficiar de adustos porteros, dispuestos a exigir garantías de pedigree para admitir el acceso. Pero la situación se parece más bien a una fiesta en la que el anfitrión reelabora infructuosamente la lista de invitados, mientras sus propios familiares se van por la puerta de atrás.

La población alemana ha extendido sus expectativas de vida rápidamente en las últimas décadas, y la tasa de nacimientos ha disminuido tanto, que muchos expertos ya han advertido que, de continuar esta tendencia, en apenas 15 años la situación será insostenible.

El Instituto para el Estudio de los Mercados de Trabajo de Nuremberg calcula que para el año 2025 la cantidad de personas laboralmente activas se reducirá en 7 millones. El informe consigna que el mercado laboral registró una caída de 100 mil personas entre 2007 y 2008.



Validez



La rusticidad del mecanismo que ahora proponen los políticos conservadores para intentar moldear la inmigración a Alemania llama la atención.

Desde hace algo más de 100 años, los expertos discuten sobre lo que realmente es la inteligencia y si existe un modo de medirla. Aunque en internet puede encontrarse infinidad de test de inteligencia, hasta hoy no hay una definición única de lo que es la inteligencia.

La piedra fundamental del test moderno surgió con el francés Alfred Binet, quien en 1904 comparó la capacidad de niños en edad escolar para resolver tareas de grados superiores e inferiores.

Diez años más tarde el alemán Wilhelm Stern multiplicó los resultados de esta "inteligencia cronológica" por la edad real del niño, surgiendo así el primer coeficiente de inteligencia.

En la década del '30, el psicólogo estadunidense Howard Gardner habló de una inteligencia múltiple: musical, lógico-matemática, del lenguaje, personal, motriz. Los test de inteligencia, según sus críticos, intentan medir el pensamiento lógico y racional, dejando de lado la inteligencia emocional, que facilita de manera decisiva el desenvolvimiento e intercambio humanos.

"El pensamiento independiente de la motivación y la emoción no existe", dijo el psicólogo alemán Franzis Preckel en una entrevista publicada el pasado 1 de junio al Sueddeutsche Zeitung.

Otros psicólogos creen que la validez de los resultados depende de la relación del test con el ámbito de vida de cada persona.

La discusión en Alemania deja de lado totalmente la sangría que significa para los países periféricos esta política dirigida a captar sólo sus talentos. América Latina es la región del mundo que ha experimentado el mayor incremento en el número de personas calificadas que emigraron al mundo industrializado en los últimos años, según se desprende de un informe elaborado en 2009 por el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA).

Según este informe, México encabeza los valores absolutos de este ranking, con 1 millón 400 mil emigrantes altamente calificados en el año 2007. Cada año, México pierde a 5 mil científicos y profesionales, según datos de un estudio publicado en 2009 por la Universidad Nacional Autónoma de México y la Secretaría de Educación Pública.

Se supone que el dinero invertido para la formación de los profesionales no se recupera, ya que no es el inmigrante más calificado el que envía más remesas. El propio Banco Mundial sostiene que la emigración dificulta la capacidad de recuperación económica de los países pobres cuando involucra a trabajadores calificados.

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miércoles, 7 de julio de 2010

El mestizaje, construcción perversa sobre la que habría que debatir: Gómez Izquierdo

HORACIO REIBA
“Un francés, elegido al azar, es muy probable que tenga circulando por sus venas sangre gala, romana, visigótica, normanda, bretona... pero se ofendería si oye que le llamamos mestizo. Soy francés, dirá con orgullo; y tiene razón, porque la humanidad toda es producto de un proceso en el que se han ido mezclando sin cesar individuos, etnias y culturas. Y no hay razas, dice la ciencia, sólo una especie humana. Esto es así y nadie puede rebatirlo.
“¿De dónde viene, entonces, la idea del mestizaje como patrimonio exclusivo de los mexicanos, privilegio excepcional, cimiento de una ilusoria “identidad nacional”? Como tema es en sí mismo una falacia, aunque nada casual o arbitraria. Hay alguien, muchos, que se han beneficiando alimentando este lugar común. Son los mismos que no desperdician la oportunidad de repetirlo como dogma infalible. Algo con lo que los mexicanos vivimos y morimos, de la cuna a la tumba. Empieza en la familia, se fortalece en la escuela y se consagra en la calle, en el camión, en el taller y la oficina. Explica lo peor de nuestra devaluada imagen colectiva, de nuestro sometimiento y falta de autoestima, pero está aquí, vive en nosotros y sigue haciendo mucho daño. Trataré de explicarme...”
Quien así habla es Jorge Gómez Izquierdo, sociólogo de la Universidad Autónoma de Puebla con larga trayectoria como docente e investigador, y autor de obras de tesis muy apreciadas y consultadas en el medio. De entrada, su discurso puede sonar muy radical, pero vale la pena escucharlo.

“Se parte de esta idea antigua: nuestra población es inadecuada para desarrollar al país, para convertirlo en una nación moderna. Por estigma “racial”, somos torpes, desaliñados, perezosos, irresponsables, faltos de iniciativa. Por sí mismo el mesoamericano no es nadie, no puede llegar a nada, requiere mezclarse, diluirse en la raza superior, que es la raza blanca. Directa o indirectamente han sostenido este punto de vista los españoles –frailes o conquistadores–, los criollos que se les opusieron, los ideólogos conservadores y liberales –Francisco de Pimentel, Lucas Alamán, Justo Sierra, Vicente Riva Palacio–, los próceres de la Reforma y la Revolución. Juárez se casó con una señorita de sociedad (blanquearse significa “mejorar la raza”); los conservadores trajeron y coronaron a un príncipe rubio; Porfirio Díaz promovió la inmigración europea (aunque su pretendida importación de sementales güeros se convirtiera en un completo fracaso); Cárdenas –impulsor de la educación socialista, el reparto agrario, la revalorización de lo indígena– mostraría el mismo trasfondo ideológico al declarar, en el Congreso de Pátzcuaro (1940), que “no hay que indianizar al mexicano, sino mexicanizar al indio”; es decir, blanquearlo, diluirlo, elaborar y llevar a cabo un plan que acabase poco a poco con sus malos hábitos, su anacronismo cultural, sus manías, creencias y tradiciones sin sustento práctico. Que fuera –que seamos– lo más parecidos posible a los amos del mundo, la gente de color claro, los manifiestamente superiores: españoles, franceses, estadounidenses y, en todo caso, extranjeros, siempre extranjeros.

“Porque ese es el mestizaje que vale, el que han cantado en México los intelectuales y los poetas, la aspiración suprema de un país distinto al que somos. Sólo Andrés Molina Enríquez ha señalado como una necedad de las élites nacionales su obsesión por blanquear a la población. Los demás, desde los principales cerebros novohispanos hasta Manuel Gamio, Martín Luis Guzmán, Vasconcelos, Leopoldo Zea, insisten en lo mismo, consciente o inconscientemente. Yo creo que muy conscientemente en la mayoría de los casos, pues nunca dejan de invocar los peligros de la plebe incivil, el indio alzado, el México bronco.

“Si ya Alamán previno contra el peligro de que los indios aprendieran a leer y tuviesen acceso a los periódicos, Carlos Fuentes acaba de prologar un libro en donde Agustín Basave asienta –cito textualmente– que el mestizaje es la esencia de la mexicanidad... si bien nuestra cultura mestiza es injustamente asimétrica..., fue ella la que nos dio viabilidad como nación... el mestizaje es un hecho tan contundentemente cohesionador que une hasta a quienes lo zahieren... si hemos sido capaces de evitar una mayor fragmentación... es, a no dudarlo, por obra y gracia del mestizaje (México mestizo. Análisis del nacionalismo mexicano en torno a la mestizofilia, de Andrés Molina Enríquez. Fondo de Cultura Económica, México, pp. 147–152). Para este esmerado cultivador del pensamiento mestizante, sólo el mestizaje bien entendido será capaz de evitar que México se hunda en una guerra de castas. Increíble pero cierto.

“Pero un mexicanito no nace trayendo ya consigo estos criterios marcadamente racistas, carentes de base científica, absolutamente gratuitos. Digamos que los va a mamar día con día. Porque están en el ambiente, en la cultura definida por las élites, en la educación formal –los actuales libros de texto gratuitos insisten en la consagración del mestizaje–, en las relaciones sociales y en los medios de comunicación. Esto es fácilmente comprobable: dime si no es verdad que el mexicano, cualquier mexicano, ha desarrollado una habilidad especial para saber, casi al instante y con sólo verlo, la condición social y económica de cualquier desconocido que ve en la calle. Y la información básica está en su fenotipo (estatura, color de piel, forma de caminar, de moverse, de hablar...). El mexicano está perfectamente entrenado en la distinción visual de las clases sociales”.

Gómez Izquierdo dice todo esto de corrido y sin titubear, pero permite el diálogo y va respondiendo con amabilidad a inquietudes y preguntas del reportero. Ya en confianza, bromeamos un poco, echando mano de referencias cotidianas, relacionadas sobre todo, con la “civilizada” vida universitaria. Por último, recordará su condición de educador para lanzar una especie de desafío intelectual y dialógico, relacionado con el tema que nos ha reunido.

“El mestizaje se define por la aportación europea, nunca por la mesoamericana, que es su parte negativa, la indeseable (la asimetría que Basave lamenta). Y el indigenismo, tan caro a los ideólogos de la Revolución, es otra coartada racista, preocupada no por recuperar, sino por disolver al indio y a lo indio, blanqueándolo de prisa y sin dolor (aunque haya que asumir ciertos daños colaterales).

“Así es como el grueso de la población, predominantemente morena y bajita, ha venido aceptando el rol de la subordinación. Y el legado de los próceres nacionales –tan traídos y llevados ahora que estamos de bicentenario– es bastante ambiguo en este sentido. Todos, sin excepción, miran a Europa o a Estados Unidos como modelos de imitación y progreso. Y movilizaron a las masas sólo hasta cierto punto, temerosos siempre de que se les desmandaran y salieran de control.

“El mestizaje, como el machismo, el racismo y cualquier ideología de dominación, no surge de la nada. Son elaborados por gente muy preparada que sabe lo que le conviene y cómo lograrlo. A los países los hacen sus élites, los verdaderos responsables de la historia. Si la mexicana es una identidad eternamente conflictuada consigo misma, se debe al manejo perverso de este tipo de conceptos. Ya si nuestras élites, aparte de comportarse como tales, resultaron tan limitadas o de plano ineptas para conducir al país y hasta vergonzosamente entreguistas, ese es otro asunto. Pero la misión del educador sería denunciar y hacer explícitas esta clase de falacias, ya que explican en gran parte los problemas que padecemos. Y desde luego, habría que promover un gran debate nacional sobre el tema, aparentemente inocuo, del mestizaje. Porque si no lo hacemos nosotros, y si no conseguimos que trascienda las aulas y forme núcleos de conciencia crítica, vamos a continuar dándole vueltas a la noria de la sujeción del pueblo, de la subordinación al extranjero y del consecuente subdesarrollo”.

Jorge Gómez Izquierdo forma parte del claustro de investigadores del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la UAP. Acaba de publicar El camaleón ideológico. Nacionalismo, cultura y política durante los años del presidente L. Cárdenas 1934–1940 (ICSYH–BUAP, 2008), en donde ahonda, con la agudeza y originalidad que hemos comprobado en el estudio sociológico e histórico de esta temática que nos concierne a todos.

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Michael Rowe: Gana en Cannes y no tiene trabajo

Columba Vértiz de la Fuente
MÉXICO, D.F., 6 de julio (Proceso).- Después de que Año bisiesto obtuvo la Cámara de Oro en mayo pasado en el Festival Internacional de Cine de Cannes, su director, el mexicano-australiano Michael Rowe, se enfrenta a una cruda realidad: está sin empleo y no es el dueño del filme.
Y para colmo: La cinta, vendida a 14 países, entre éstos Francia, Estados Unidos, España, Hong Kong y Filipinas, no cuenta con un distribuidor en la República Mexicana y, por tanto, no tiene fecha de estreno.

Egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), Rowe, quien desde hace cuatro meses no encuentra trabajo, comenta que haber filmado Año bisiesto, su ópera prima (“después de tanto años de lucha por rodar un largometraje”), “con un premio tan importante de Cannes, es un sueño y un orgullo”.

La película se proyectará a finales de julio en el Festival Internacional de Cine Expresión en Corto, en Guanajuato.

Año bisiesto, protagonizada por Gustavo Sánchez Parra y Mónica del Carmen, es un “drama sexual”, según lo ubica Rowe, de 37 años de edad. Narra una dolosa historia de amor con la que se explora el mundo del masoquismo, la necesidad de afecto y la entrega condicional.

Año bisiesto fue apoyada por el Instituto Mexicano de Cinematografía en la posproducción, “de lo contrario no hubiera participado en Cannes”, exclama.

Además, fue toda una odisea que Rowe viajara a Cannes:

“Yo pagué mi boleto escribiendo artículos para la revista de una aerolínea. El festival no me ayudó con los gastos.”

–¿Qué ha pasado después de Cannes?

–Estar en Cannes fue increíble. La sensación de ver tu película en la misma pantalla donde se han iniciado gente como Francis Ford Coppola, en fin, los grandes, no tiene comparación.

“Pero es chistoso, un poco esquizofrénico. En un momento estás parado junto a las luminarias del mundo cinematográfico y en otro te encuentras rascándole para ver de dónde sacas para la renta del siguiente mes. Es como vivir en una realidad dividida.”

Desde su entrada al CCC, siempre intentó levantar proyectos, pero pasaron nueve años para filmar su primera cinta:

“La verdad es que me he desempeñado en los últimos ocho años en otras cosas, principalmente editando revistas; sin embargo, nunca dejé el cine por completo, siempre daba clases o estaba metido en algún corto. Hasta ahora que por fin pude rodar.”

Antes de empezar Año bisiesto, compró todo su equipo para filmar, pero se lo robaron de su departamento: “Entraron en la casa. Fue alguien que sabía que allí se encontraba el equipo. Sólo entraron a eso porque no se llevaron más cosas. No obstante, decidí empezar de nuevo y por fortuna me topé con la compañía Machete producciones.”



Su primer corte



El primer corte de Año bisiesto, también primer largometraje de la empresa Machete Producciones, lo envió a un mercado nuevo en Argentina, orientado hacia distribuidores, llamado Ventana Sur:

“Se llevaron el primer corte en digital sin música, voz, color, nada, y se volvió un poco la locura de ese festival. Hubo tres o cuatro distribuidores peleando la película y fue invitada ‘extraoficialmente’ a Cannes. En Argentina la compró un pequeño distribuidor francés y como agente de ventas para el resto del mundo. Se ha vendido como en 14 países.”

–¿Esas ventas le han retribuido algo?

–No, porque firmé un contrato en la cual no me toca nada de los ingresos de la película.

–¿Usted aceptó ese contrato?

–Sí. Es común que con las primeras películas, los productores se queden con el proyecto, pero tampoco los productores ganan la gran cosa por como están estructuradas en México la distribución y la exhibición: 60% es para los exhibidores y 40% para los distribuidores.

–Cuando filmó el contrato, ¿no pensó en que ya no obtendría nada?

–Primero me sentí triste, luego me reconforté porque se iba a filmar el largometraje. Creo que fue una decisión mala de mi parte pero fue en un momento en el que ya había intentado todo tantas veces para levantar un proyecto. Al no tener éxito durante tantos años para filmar, simplemente uno se desespera.

“Esta película ya no es mía. No tengo poder de decisión en nada sobre ella.”

–¿Sirve de algo tener un reconocimiento como el de Cannes?

–Sí. Espero que sea más fácil conseguir financiamiento para mis próximas películas. Año bisiesto la veo como mi boleto de entrada, mi derecho de piso, no me quedé con nada del filme, sólo mi sueldo, y apenas me lo pagaron el pasado lunes 28 de junio.

“Lo bonito es que ya se sabe quién soy.”

–Si consigue un distribuidor en México, ¿usted llegaría a tener algún beneficio económico?

–Hay cierto porcentaje de derechos de autor que es irrenunciable, me parece que es .6% de la taquilla, pero el largometraje ya no es mío desde que firmé el contrato.

–¿Que ha hecho desde Cannes hasta ahora?

–Tengo en proyecto tres películas. De una ya está el guión y las otras dos las estoy trabajando. He tenido propuestas de trabajo cinematográfico interesantes, pero deseo realizar mis propias películas.

–¿Es complicado decidir realizar sus propios proyectos aunque esté de por medio su situación económica?

–Bueno, uno tiene responsabilidades, tengo una hija. Tampoco quiero colgarme el papel de víctima, pero hablando con cineastas que conozco, se sabe que es complicado, y más cuando uno tiene cierta edad y obligaciones económicas.

“Mientras, a ver qué hago…”

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Tepito, barrio transgresor

Rodrigo Vera
Quienes estudian la transformación del céntrico barrio capitalino en foco de violencia señalan que la desatención gubernamental y la permanente crisis económica forzaron a muchos tepiteños a invertir sus valores: ahora exaltan la transgresión de las leyes, adoran a la Santa Muerte y honran como héroes a los delincuentes “caídos”. Incluso, según el cronista del barrio, ya es una plaza ideal para cárteles como La Familia...

Doña Enriqueta Romero Romero, doña Queta, se ha convertido en la sacerdotisa del barrio capitalino de Tepito sin proponérselo; el 1 de noviembre de 2001 sacó a la calle el esqueleto de la Santa Muerte que adoraba en su casa, le arregló un altar con guirnaldas de flores artificiales y, para su sorpresa, miles de tepiteños empezaron a rezarle, a pedirle favores, a llevarle ofrendas… Y doña Queta terminó por presidir las multitudinarias ceremonias al culto mortuorio.

“Nunca imaginé que mi calaquita chula fuera a despertar tanta devoción. Se convirtió en la Santa Muerte que tiene más fieles en todo México”, dice con orgullo, sentada en su silla de plástico, frente al altar repleto de veladoras encendidas, ubicado en la calle Alfareros número 12, en el centro mismo de lo que se ha dado en llamar “barrio bravo”.

–¿Por qué sacó su Santa Muerte a la calle?

–Desde niña, por herencia familiar, fui devota de la Santa Muerte. En mi casa siempre he tenido muchísimas imágenes de ella. Esta imagen me la regaló uno de mis hijos, pero resultó muy grande para tenerla en casa, por eso decidí ponerle su altar afuera.

Doña Queta, de 64 años, magra e inquieta, con un mechón de pelo blanco que contrasta con lo oscuro de su piel y de su corta cabellera, se acomoda su mandil a cuadros, cruza la pierna con desparpajo, da una prolongada fumada a su cigarro y comenta:

“Cada primero de mes le organizo su misa. Vienen miles y miles de gentes que atiborran las calles, muchas llegan de rodillas desde el Metro Tepito. Y yo les digo: ‘¡Alcen todos sus manos para que Dios los bendiga! ¡Hagan una cadena! ¡Recen!’... Y mi niñita les concede un chingo de milagros, pero de veras que un chingo”.

–¿Por qué prendió tanto la devoción?

–Por la necesidad de la gente: muchos tienen un preso en la familia que quieren que salga de la cárcel, otros no pueden conseguir trabajo, tienen un pariente alcohólico o drogadicto, o de plano no consiguen ni para comer. La Santa Muerte los auxilia. Pero además los ayuda a tener un buen morir.

Doña Queta arquea las cejas –dos delgadas líneas pintadas a lápiz– y señala hacia la fila de personas que esperan llegar a la capilla resguardada por un grueso cristal. “Mire, así los verá día y noche”, dice.

Son jóvenes corpulentos de pelo al rape y tatuajes en los brazos. Hombres en andrajos, de barba crecida. Madres con un hijo en el regazo. Familias enteras rezando con la cabeza baja. Le llevan a la Santa Muerte veladoras, arreglos florales, botellas de vino, cestos de fruta y cigarros encendidos que colocan en ceniceros dispuestos en el piso. Al llegar frente a la imagen, tocan con la yema de los dedos el grueso cristal para cargarse de energía, cierran los ojos y caen en una especie de trance.

Pareciera que, desde sus cuencas vacías, los observara con fijeza esa calavera amarillenta, como moteada de sarro, con una larga y lacia peluca negra cayéndole sobre el pecho. Es una figura de tamaño natural, enfundada en un blanco vestido de novia cargado de holanes. Lleva una guadaña dorada y una balanza sosteniendo unos dólares.

Sobre la capilla, un enorme letrero: “No temas donde vayas, que has de morir donde debes”.

Doña Queta exclama:

“¡La muerte! ¡La muerte! Aquí vivimos muy de cerca la muerte. Por eso a nuestra Catrina le tenemos muchos vestidos y pelucas. Seguido la cambiamos de atuendo. Tiene un guardarropa mejor que el de cualquier actriz de cine. Ella es la reina y yo soy su guardiana.”

–¿Ninguna otra capilla a la Santa Muerte tiene tantos adeptos como la suya?

–¡Ninguna! A mí me gusta visitar las capillas de la Ciudad de México y de otras partes del país. De aquí y de allá. A veces me invitan a conocerlas. Pero esta es la que jala más gente. Ya no sólo vienen de Tepito o de la colonia Morelos o de la Ciudad de México. Empiezan a venir fieles de provincia y de Estados Unidos.

Aparte de ser el principal centro de culto a la Santa Muerte, Tepito también ocupa el primer lugar en narcomenudeo en el país; a plena luz del día, los repartidores de droga, los “burros”, realizan su trabajo montados en motonetas de llanta ancha. Son jóvenes de brazos tatuados que platican en grupos en las esquinas, sentados plácidamente en sus motos, o recorren las calles jalando el acelerador y abriéndose paso entre los puestos del enorme y estridente tianguis que es Tepito.

La guerra contra el narcotráfico emprendida por el presidente Felipe Calderón ni un rasguño le provoca al barrio. La policía es por lo general cómplice de los narcotraficantes, mientras que el Ejército no ha realizado ningún decomiso, ni siquiera ha puesto un pie en la zona por temor a una revuelta de los tepiteños, dispuestos a morir bajo la protección de su Santa Muerte.



Todo queda entre “La Familia”



La venta de droga sigue dándose como siempre. Lo mismo el trasiego de armamento, la contratación de sicarios y la venta a gran escala de productos piratas. El especialista Manuel Ambriz Roldán, del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), comenta:

“En Tepito opera un grupo delincuencial bastante fortificado que controla el narcomenudeo, y al que las autoridades no han podido atacar debido, en gran parte, a la misma corrupción policiaca. Tepito es un barrio de pelea, aguerrido, que reacciona ante cualquier acción de autoridad. Esto ha facilitado la actividad ilícita y delictiva”.

–¿Es ésta muy alta?

–Sí, las estadísticas del Inacipe revelan que, por cada 100 delitos denunciados en Tepito, 90 son delitos contra la salud, que abarcan la transportación, el suministro y la posesión de droga, principalmente cocaína, mariguana y pastillas psicotrópicas.

Ambriz Roldán hace una pausa, para luego enfatizar:

“Tepito sigue siendo el principal punto de narcomenudeo a nivel nacional. Le siguen Ecatepec y Ciudad Nezahualcóyotl, zonas con las que tiene que competir. Antes no era así. Tepito estaba solo. Pero hoy el narcomenudeo se extendió mucho a la periferia de la Ciudad de México.”

–¿Qué cártel suministra la droga a Tepito?

–La Familia michoacana, que actualmente controla la periferia de la ciudad, en puntos como Ecatepec, Neza, Cuautitlán y algunas zonas de Toluca. La Familia tiene rodeado y bajo su control al Distrito Federal. No permite el acceso a ningún otro cártel, mucho menos lo dejará que se cuele hasta Tepito, situado en pleno centro de la populosa capital del país.

Aparte, repara el especialista, las variadas actividades ilícitas en Tepito, como el tráfico de armas y la piratería, se ajustan a la misma diversificación que emprende esa organización.

“La Familia ya no se dedica sólo al narcotráfico. Últimamente amplió su campo a la extorsión, al secuestro, a actividades que tienen que ver con el acopio y traslado de armas. La competencia entre los cárteles provoca que diversifiquen sus actividades para allegarse más recursos. A veces les es más fácil imponer ‘derecho de piso’ o cobrar cuotas a cambio de protección, que traficar con droga.”

–¿Qué características tiene la venta de armas en Tepito?

–Es un mercado negro de ventas al menudeo. Pero eso sí, se da muchísima venta de armas en comparación con otras zonas del país. El armamento proviene principalmente de Estados Unidos. Nuestras estadísticas nos dicen que son armas cortas, aunque hay versiones de que se puede comprar cualquier tipo de armamento.

Según testimonios proporcionados por varios vendedores a la prensa, en Tepito ya se consiguen desde revólveres calibre .380, pasando por fusiles automáticos AK-47 y R-15, hasta metralletas antiaéreas y lanzagranadas. Los precios van de 5 mil a 20 mil pesos por pieza.

Aparte de Estados Unidos –el principal proveedor–, el armamento también proviene de Paquistán, Colombia y España. Al llegar los cargamentos a Tepito se distribuyen en distintos puntos del país. Pero también surgió recientemente otra variante de este negocio: la renta de motocicletas y armas de fuego en paquete, muy solicitada por las bandas de asaltantes. Hasta matones a sueldo pueden conseguirse en Tepito. Dice el investigador:

“Es muy común escuchar: ‘¿Quieres matar a alguien y conseguir al matón? Pues vete a Tepito y ahí lo contratas’. Aquí ya estamos pisando el terreno de los homicidios, un delito del fuero común.”

–¿Por qué no llega a Tepito la guerra contra el crimen organizado?

–Porque ésta no combate al narcomenudista. Además, imagínese al Ejército entrando a Tepito, en pleno centro de la Ciudad de México, donde todavía está muy presente la matanza del 68. ¡No, no! No conviene atizar el fuego. De por sí los operativos policiacos siempre provocan fuertes reacciones entre los tepiteños. Hace unos días, éstos volvieron a cerrar las avenidas que rodean al barrio, dejaron aislada a la zona y se enfrentaron a la policía.

Ambriz se refiere a la movilización encabezada por más de 100 jóvenes motociclistas que mantuvo cercado a Tepito durante un día completo, de la noche del 31 de mayo a la noche del 1 de junio. Protestaban porque supuestamente había un grupo de gente que se estaba robando a los niños del barrio. Fue una alarma falsa y absurda que desembocó en el secuestro de un Turibús y en la intervención de 700 elementos policiacos. Fueron detenidos 77 tepiteños, que muy pronto salieron libres.

Para el cronista de Tepito, Alfonso Hernández, se trató de una oscura maniobra distractora:

“Hubo mano negra. Alguien prendió la mecha. Toda la atención se centró en el bloqueo y en el despliegue policiaco, mientras que al interior del barrio aislado sucedían cosas extrañas; llegaban y llegaban camiones y se daban otros movimientos raros. Percibí un reacomodo del narcomenudeo. Los ‘burros’ motorizados se repartían el pastel”.



“México es el Tepito del mundo”



El cronista del barrio lamenta que la “tribu urbana” de Tepito –sólo 50 mil habitantes distribuidos en apenas 57 calles– “haga más desmadres” que, por ejemplo, los “2 millones y medio de pobladores que tiene Iztapalapa”, otra de las zonas capitalinas más conflictivas.

Lamenta igualmente que los sicarios y pandilleros de Tepito “hayan sustituido a sus ídolos del boxeo”. Hoy, el ejemplo a seguir para la juventud tepiteña son Hugo Bocinas, Beto Pelotas, El Lalito y otros afamados delincuentes de la zona. “Pero son ídolos de plastilina que duran muy poco, hasta que se los truenan y caen”, dice el cronista.

El Mural de los caídos es el más fiel reflejo del culto que se le rinde a estos mártires locales. Es un mural de colores chillantes pintado sobre la larga barda donde convergen las calles de Mineros y Carpintería.

Preside este mural la figura de Jesucristo, sentado en un trono que resguardan leones de melena alborotada. Un águila con sus alas extendidas planea sobre la cabeza del Cristo. Atrás de la imagen se aglomera la multitud de “caídos” de Tepito. Sus rostros están bien delineados: ojos, barbas, patillas, bigotes... El pintor sin duda se valió de fotografías para plasmar sus caras con detalle.

Un intenso cielo azul, salpicado de blancas nubes algodonosas, enmarca a esa extraña procesión de transgresores de las leyes terrenales que se dirigen al paraíso. No se les ve compungidos por sus fechorías. Todo lo contrario; los tepiteños veneran la transgresión.

Entre la basura, sentados al filo de la banqueta, un par de ancianos ebrios comparte una botella y observa con embeleso la exaltada fantasía del mural. “Son nuestros muertitos. Van caminando derechito al cielo. Puro picudo que se la rifó contra la tira. Yo conocí a algunos. ¡Vaya que tenían güevos!”, balbucea uno de ellos. El otro lo interrumpe y da una lenta palmoteada al aire:

“Pero tenemos tantos que ya no caben pintados en la barda… los nombres de los últimos los ponemos en esa cruz”.

Señala una cruz de madera levantada junto al mural, de unos cinco metros de altura, adornada con listones. Casi toda su superficie está cubierta de apodos: Roñas, Fredi, Tochis, Gordo, Chaval, Seco, Niño…

Alfonso Hernández explica: “En lugar de recordar a sus muertos a través de los registros periodísticos de la nota roja, los tepiteños prefieren hacerlo en el Mural de los caídos. Es una especie de reivindicación”.

Aclara el cronista que también hay mucha gente de Tepito que se opone a la delincuencia: “Muchos de sus 10 mil comerciantes apostados en la vía pública –lo que queda del mercado prehispánico de Tlatelolco– son gente honesta que trabaja honradamente de sol a sol. Hay jóvenes que viajan a Nueva York, a Los Ángeles, a China, para estar al tanto en la moda y poder competir. Aquí también se encuentra la tecnología de todo el mundo. Tepito es un tianguis globalizado y un barrio con gran riqueza cultural”.

Sin embargo, enfatiza, la corrupción policiaca, la desatención gubernamental y la crisis económica son importantes factores que alientan la delincuencia: “Es muy fácil decir que nuestras calles y vecindades son generadoras de carne de presidio, que somos los ‘burros’ de la droga o una mafia de contrabandistas. ¡Así no se vale! ¡Que se analicen también las causas!”

–¿Se sataniza a Tepito?

–Sí, se está criminalizando este espacio. A todos los espantan diciéndoles que en Tepito hay mucha violencia y muerte, sin combatir las causas. Pero eso sí, jamás les dicen que México ya se convirtió en el Tepito del mundo. Tepito es sólo el reflejo del país.

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viernes, 2 de julio de 2010

La Bestia

Óscar Martínez / Cronista del proyecto En el camino
Viajar en tren como polizón es indignante. Allá arriba se te ocurren decenas de preguntas absurdas: ¿por qué vamos colgados del techo si los vagones viajan vacíos? ¿Por qué no puede ir más despacio? ¿Nadie nos va a proteger de ese asalto? ¿Qué terrible historia obligó a los que me rodean a montar sobre La Bestia? ¿Y por qué este viaje aterrador, nocturno y veloz termina por engancharte? Éste es el camino por excelencia del centroamericano indocumentado. Éste es su medio de transporte, éstos sus asaltantes y éstas las vías donde las ruedas de acero han amputado piernas, brazos, torsos, cabezas. Migrantes.
El potente pitido suena profundo y prolongado en la oscuridad. La Bestia llega. Un toque. Dos toques. La llamada imperativa del viaje. Los que están dispuestos tienen que seguirla en este momento. Esta noche unas 100 personas lo hacen. Se levantan de su sueño, se sacuden el cansancio acumulado, encajan en sus hombros las mochilas, cargan las botellas de agua y caminan otra vez hacia el inicio de un recorrido de muerte.

Las siluetas del grupo de los fuertes se distinguen entre las sombras que recorren las vías del tren. Son una treintena de contornos masculinos. Perfiles de guerreros. Desde sus manos, como extensiones del cuerpo, se dibujan troncos y varas de hierro de hasta dos metros. No están dispuestos a ceder en caso de que asaltantes del camino hagan su abordaje. Saben que entre ellos mismos, migrantes centroamericanos, pueden ir ya esos piratas de las vías, listos para atacar en la oscuridad selvática del recorrido entre Ixtepec y Medias Aguas, entre los estados de Oaxaca y Veracruz.

Parlamentan en las vías mientras la locomotora ordena en un solo carril los 28 vagones que están a punto de salir. La consigna es unánime: “si es necesario, pelearemos”. La mayoría de los cajones de acero están alineados; sin embargo, aún hay algunos en otra de las líneas férreas. Es momento de incertidumbre. Las cien sombras giran la cabeza de lado a lado, como si intentaran leer los movimientos. Se apresuran a lo largo de la vía y luego vuelven. Es necesario tomar una decisión antes de que las máquinas jalen la carga y los polizones que van hacia el norte tengan que abordarla en marcha.

Este será mi octavo viaje, pero acostumbrarse a este momento me ha resultado imposible. Es un vaivén de siluetas que corren y gritan; de fondo, el sonido metálico de La Bestia lo inunda todo, y no hay mucho tiempo para pensar. En el cerebro, una sensación entre el miedo y la emoción por algo nuevo. Sólo sabes que no quieres perder el tren, que no te quieres equivocar de vagón y acabar en la línea de cajones que no se moverá. Sólo piensas en ti mismo, en esa escalera que has elegido, en treparla, en que nadie se interponga.

En medio de las dos filas el grupo de 30 hombres elige su territorio: la línea de la izquierda. Uno tras otro suben por la escalerilla lateral y se posan en el techo del tren de mercancías. El vagón es suyo. Esos 20 metros serán su nido durante al menos seis horas de viaje. De sus parrillas se aferrarán durante todo el recorrido, para no caer y ser tragados por las ruedas de acero. Ese espacio es el que defenderán. Por eso destierran a un joven moreno, salvadoreño, de unos 17 años. Durante algunas horas del día, en el albergue de Ixtepec, a la orilla de las vías, el muchacho habló con un pandillero deportado que regresaba de Estados Unidos y que, aislado del resto, fumó mariguana gran parte de la tarde. Tienen desconfianza y prefieren no arriesgarse. “Vos no venís con nosotros”, le dice uno de ellos a manera de orden, y el joven, ante la mirada de todo el grupo, decide ir a buscar otro lugar.

En este vagón, con el grupo de salvadoreños, nicaragüenses, guatemaltecos y hondureños que se han juntado en el camino, nos acomodamos el fotógrafo Eduardo Soteras y yo.

Las pocas mujeres que abordan el sólido gusano se acomodan en los balcones que hay entre vagón y vagón. Algunos, los menos, tienen plataforma abajo. El resto, sólo unas vigas metálicas sobre las que los migrantes tendrán que hacer equilibrios. Pero viajar ahí supone no tener que esquivar los cables y ramas que se entrometen en el camino de los que van arriba. También evitan las corrientes de viento que harán tiritar a muchos que se lanzan sin abrigo.

Arriba se acomodan los 30 albañiles, fontaneros, electricistas, agricultores, carpinteros y jardineros convertidos unas horas en guerreros por un viaje que se ha cobrado un número indeterminado de vidas. Nuestro círculo más cercano lo componen unos hermanos con pinta de raperos que tras ser deportados van de regreso hacia el que consideran su país; un ex militar que quiere volver a su vida de albañil en el norte; y también viaja Saúl, el muchacho que se exhibe confiado de su dominio de La Bestia. Sube y baja, amarra su bolsa de plástico a las parrillas y luego se lanza a recoger cartón de las vías para que la fibra de vidrio del techo no le penetre las nalgas como constantes picadas de zancudos. Los cuatro son guatemaltecos.

La locomotora echa a andar. Jala los 28 vagones. El golpe seco empieza desde la cabeza y resuena hasta la cola, en efecto dominó. Tac, tac, tac. Un vagón tras otro es arrastrado por la potente máquina, mientras los migrantes se aferran donde pueden. Muchos han sido mutilados en este primer movimiento cuando, ignorantes de las reglas de La Bestia, han apoyado su pie entre la juntura de los vagones: dos barras ensambladas una dentro de otra, con un sistema de amortiguación para cuando el tren frena o jala. Las muelas les llaman. Ahí, entre el traqueteo del efecto dominó, el tren les ha triturado el pie como martillo a una nuez.

Pero este inconveniente está de sobra compensado por una ventaja invaluable: La Bestia se monta mientras está detenida. En otros puntos, como Lechería, Tenosique, Orizaba o San Luis Potosí, al tren hay que agarrarlo en marcha, porque los famosos garroteros, guardias privados de las compañías ferroviarias, impiden el paso a las estaciones y los migrantes tienen que acechar su transporte más adelante.

En uno de mis viajes, Wilber, un veinteañero hondureño que guiaba a indocumentados por México, me dio un curso básico de cómo treparse al tren cuando ya está en marcha.

–Primero, lo medís. Dejás que las manijas de los vagones te golpeen la mano, para ver qué tan rápido va, porque esto hay que sentirlo, no sólo verlo. Engaña. Si te creés capaz, corrés unos 20 metros para tomarle el ritmo, agarrado de una manija. Cuando ya le tengás el pulso, te dejás ir con los brazos. Te levantás con los puros brazos, para alejar las piernas de las ruedas, y apoyás en las gradas la pierna que tengás del lado del tren, para que tu cuerpo se vaya contra el vagón y no te desbarajuste.

Cuando lo intenté en aquella ocasión estábamos en Las Anonas, un pequeño poblado entre Arriaga e Ixtepec. El tren pasó a unos 15 kilómetros por hora y yo cometí el error básico de los que han sido mutilados en este arranque: olvidé el detalle de la pierna y apoyé en la escalera la contraria. Estaba sostenido del agarradero con el brazo izquierdo y, más abajo, mi pie derecho se posó en la grada, mientras el resto de mi cuerpo quedó maniatado por ese nudo de extremidades. El tren me arrastró varios metros, porque el cuerpo perdió su punto de equilibrio. Por suerte, algunos se bajaron a desentramparme.

Sin embargo, Wilber cree que esos viajeros que quedan mutilados tan pronto en el viaje “tienen suerte”, porque el tren va lento y pueden tomar una decisión.

–Yo vi cómo a uno el tren le pasó encima de la pierna –dijo Wilber tranquilo, como quien cuenta el resultado de un partido de futbol–, porque no pudo agarrarlo cuando ya iba corriendo. Pero como no iba tan rápido, le dio tiempo de verse la pierna cortada y de meter la cabeza abajo de la siguiente rueda. Pues sí, si iba a buscar un trabajo allá arriba es porque no ganaba bien abajo, y ya sin una pierna, ¿qué iba a hacer?

¿Por qué no dejarlos subir mientras la locomotora no arranca? ¿Por qué, si se sabe que de todas formas subirán, obligarlos a abordar el gusano en movimiento? Es una pregunta que ninguno de los jefes de las siete empresas de ferrocarriles contestará. No dan entrevistas, y si se logra hablar con ellos por teléfono, cuelgan cuando se enteran de que se pretende conversar sobre migrantes.

El viaje se inicia. La poca luz de los dos reflectores de las vías de Ixtepec desaparece mientras nos internamos en un paraje de llanos iluminados sólo por el resplandor amarillento y suave de una luna llena grande y misteriosa.

Éste es el transporte de los migrantes de tercera, los que viajan sin coyote y sin dinero para autobuses. Ellos repetirán al menos ocho veces esta dinámica de abordaje en el territorio mexicano. Dormirán en las vías en varios puntos, esperando que aquel pitido no se les escape y les haga pasar una noche, dos o tres a la espera del siguiente. Recorrerán más de 5 mil kilómetros bajo estas condiciones. Ésta es La Bestia, la serpiente, la máquina, el monstruo. El tren. Rodeado de leyendas y de historias de sangre. Algunos, supersticiosos, cuentan que es un invento del diablo. Otros dicen que los chirridos que desparrama al avanzar son voces de niños, mujeres y hombres que perdieron la vida bajo sus ruedas. Acero contra acero. Una vez escuché una frase en uno de estos viajes nocturnos: “Este es primo hermano del río Bravo, porque la misma sangre tienen, sangre centroamericana”. (...)



La mordida de la bestia



Esta tarde, mientras esperábamos la llegada del tren, conversamos con Jaime Arriaga. Es un hondureño humilde. Tiene 37 años y es el clásico campesino que se fue con un sueño muy diferente al del joven migrante que busca un carro, ropa diferente, darse algún lujo y parecerse a su primo que regresó vestido con una camiseta de Los Angeles Lakers. Jaime salió en enero de este año de su humilde aldea en la costa caribeña de Honduras, y en su mente sólo traía una imagen: su humilde casa, en su humilde aldea, rodeada de dos manzanos, de sembradillo de maíz, arroz y frijol.

Era su segundo intento. El primero le permitió pasar dos años en Estados Unidos. Ahorró. Logró construir en su aldea una casa de cemento y teja que le costó 17 mil dólares. Y regresó a Honduras para quedarse porque ya tenía lo que quería: su casa y sus cultivos. Pero seis meses le duró la inversión de dos años: “Un huracán, una tormenta de esas que siempre caen en esa parte de Honduras, me destruyó todo”. Todo: la casa y la milpa.

Y entonces, como la primera vez, Jaime empacó un poco de ropa y algunos dólares, y se despidió de su mujer.

–Ya sabés que la única manera de volver a lograr lo que he perdido es en Estados Unidos.

Pero antes de llegar a Estados Unidos está este camino, que a veces arrebata más de lo que ya se ha perdido. Esta tarde, en el patio de la casa del sacerdote Alejandro Solalinde, en Ixtepec, Jaime hablaba bajo un árbol de mango, sentado en una silla de plástico y con su pie izquierdo apoyado en la tierra. Su otra pierna termina en muñón. Carne blanda que aún cura. El tren le arrancó el pie derecho el 16 de enero.

A Jaime lo venció la desesperación. Quería avanzar y avanzar. Ver florecer su milpa lo antes posible. Pero La Bestia se ensaña con los impacientes. Estaba cansado, había dormido poco y acababa de llegar de Arriaga, tras 11 horas de tren. Con el cansancio cerrándole los ojos, se subió en la máquina que salió hacia Medias Aguas y que sólo arrastraba cajones. Ni un vagón bueno. Una combinación mortal.

Los cajones son literalmente eso, cajas rectangulares de acero, sin balcones entre vagón y vagón, sin parrillas arriba en las que meter los dedos para sostenerse. En medio de cada cajón sólo están las muelas del tren, y una pequeña barra de hierro sobre la que los impacientes se paran y se sostienen como crucificados de la pared del cajón. El suelo discurre abajo, a pocos centímetros de los pies de los que viajan en esas junturas. El recorrido es de seis horas. Seis horas en cruz, aguantando, apretando los dedos. El tren llega a alcanzar los 70 kilómetros por hora. A veces en curva. Y no hablamos de la velocidad de un carro. El tren hace que esa velocidad sea una experiencia diferente. No es un automotor arrastrado por cuatro ruedas. Es un gusano sólido de hasta un kilómetro de largo que se retuerce y contonea mientras avanza y chilla. Una máquina imponente.

En ese trayecto Jaime habló con su primo y otros dos nicaragüenses que lo acompañaban en aquel viacrucis. Hizo algo de ejercicio de brazos para intentar despertarse. Y casi lo logra. “Un minuto cerré los ojos”, recordó. Más bien se le cerraron. El cansancio, tras varios días de camino para rodear casetas de carretera hasta llegar a Arriaga y un tren de 11 horas bajo el inclemente sol chiapaneco hasta llegar a Ixtepec, es mucho cansancio. Mucho sueño. Un viaje donde se descansa poco y mal. No se duerme bien en las noches en el monte durante las paradas en las caminatas. Un ojo está cerrado y el otro medio abierto, escrutando la oscuridad.

Cuando despertó, Jaime se sintió caer, y asegura que en ese momento la vida se ralentizó. Él flotando en el aire. Él dándose cuenta de que iba directo hacia las vías. Él y sus rezos: “Dios mío, guárdame”. Y luego, todo volvió a ser ruido y velocidad. Quedó pegado como esparadrapo al suelo. La Bestia es colosal. Rompe el aire, crea corrientes cuando pasa, y esa corriente hizo que Jaime quedara pegado a los soportes de cemento de las vías, con la cabeza a centímetros de las ruedas de acero.

–Sólo escuchaba: riiin, riiin, riiin, cómo pasaba el tren. Casi me quedo sordo.

Cuando la mayor parte de vagones habían reventado los tímpanos de Jaime, se creó una corriente diferente que lo despegó de los soportes y lo levantó como una pluma que flotó durante unos segundos hasta ser tragada por el efecto de vacío e introducida en las vías. Entonces, el último vagón le pasó por encima a su pierna derecha, y luego la cola de aire de la máquina lo escupió hacia el monte, tal como se lo había tragado.

–Yo sentía que estaba bueno. No sentía dolor.

Es lo normal. La historia se repite en todos los migrantes mutilados con los que he hablado. Al principio no duele. Luego, antes o después, el dolor hace que se te contraigan los músculos del rostro, y un repentino e intenso calor invade tu cuerpo hasta hacerte sentir que la cabeza va a explotar.

Jaime sintió que algo le faltaba cuando intentó pararse. Se dobló y volvió a caer. Estaba mutilado. Su pierna terminaba en huesos estrujados y pellejos que aún sostenían su pie amoratado, casi por caerse. Quiso salir del monte ayudado por unos palos, pero esas hilachas de piel se enredaban con la maleza y lo retenían. Sacó su navaja y se terminó de separar lo que el tren le había mascado. Arrancó un harapo del pantalón que se había molido con su carne y se hizo un torniquete.

Logró caminar una hora siguiendo las vías. “No sentía dolor.” Cuando ya no tenía fuerzas de caminar y se sentía mareado, había logrado llegar hasta un punto donde una callejuela de tierra cortaba las vías. Ahí quedó tirado durante 10 horas. Escuchando y viendo, sin poder moverse. Solo. El tren atraviesa montes, corta llanos, bordea pueblos. Si alguien se cae del tren, sobre todo en tramos rápidos como este entre Ixtepec y Medias Aguas, nadie lo socorrerá. Logrará salir de ahí si lo logra. Así de sencillo. Si no, morirá desangrado y nadie más volverá a saber de él. Ninguna estadística lo incluirá y se considerará un desaparecido sólo si un familiar pregunta por él en el consulado de su país.

A las cuatro de la tarde, Jaime estaba rodeado de zopilotes que esperaban por un pedazo de carne. Fue entonces cuando una pick up se detuvo. Tres hombres bajaron, y uno más, escuchó Jaime, se excusó: “Yo no voy, padezco del corazón y, si lo veo, capaz que me muero primero que él, porque está vivo”.

Lo llevaron al hospital, lo sedaron, lo amputaron hasta la rodilla. Cuando despertó, alucinaba. “Le veía unos cachos en la cabeza a la enfermera, como si fuera el demonio”. El dolor llegó esa noche. Jaime soñó que jugaba futbol, que pateaba una pelota con el pie que ya no tenía. Su cuerpo dormido hizo el movimiento, y se despertó en medio de un intenso dolor, de un calor que le recorría el cuerpo desde el muñón del que aún brotaba sangre. El grito fue tan estruendoso que varias enfermeras se presentaron en el cuarto.

–Que descansen –dijo Jaime a modo de consejo para los que viajan como él, cuando la conversación terminó a la sombra del árbol de mango–. El tren nunca se arruina. Estados Unidos no se va. Es mejor llegar tarde que nunca llegar.



La tensión del viaje



El tren se detiene en La Cementera, una sucursal de la empresa de concreto Cruz Azul incrustada en esta selva. La máquina despega vagones y se cambia de carril para recoger otros que luego alinea en la columna de acero. Es momento de hacer guardia. Los hombres del vagón se levantan y fijan sus ojos en las veredas que circundan el tren.

Los asaltantes del camino se incorporan entre los polizones cuando la máquina hace paradas o los maquinistas, a veces de acuerdo con estos piratas, bajan la velocidad de las locomotoras para que puedan trepar. En este vagón, los hombres levantan sus varas y palos. Los dejan a la vista, para que se sepa que si hay asalto habrá respuesta. Un indígena guatemalteco sujeta la rama que lleva como si fuera un fusil, y apunta a la oscuridad. La silueta engaña.

El grupo divisa una algarabía lejana. En los vagones de atrás se ve movimiento y una lámpara que se enciende y se apaga, cada vez más cerca de nuestro territorio.

La señal clara de que hay asalto en la noche, me dijo una vez un migrante, es cuando la luz de una linterna se mueve sobre los techos. En una ocasión, mientras hacía este mismo recorrido, ocurrió eso: a lo lejos, se veía la circunferencia resplandeciente de la linterna sobre el tren. Avanzaba y desaparecía entre los vagones, seguramente cuando los asaltantes bajaban a los balcones a recoger el dinero. Luego, el circulito luminoso volvía a emerger y a avanzar. Esa vez logramos librarnos gracias al ingenio de un salvadoreño que recomendó al fotógrafo que encendiera todas sus luces, incluido un reflector portátil, de un solo golpe y en dirección hacia los asaltantes. Así fue. El círculo luminoso dejó de avanzar. Se quedó inmóvil unos minutos y luego, en una parte de lenta velocidad, lo vimos saltar del tren y perderse entre los árboles.

Los asaltantes del tren, salvo cuando han ocurrido abordajes específicos para secuestrar mujeres, y se trata del crimen organizado, son delincuentes comunes, habitantes de rancherías cercanas a las vías. Amigos del pueblo, débilmente armados, con un revólver calibre .38 y machetes. Pero también son asaltantes despiadados, sabedores de que si hay oposición, se trata de matar o morir. De lanzar o ser lanzado a las vías.

La guardia se monta rápido. Un guatemalteco vigila la parte trasera del vagón mientras otro compatriota se encarga de la delantera. Saúl, el joven de 19 años que se exhibía confiado de su dominio de La Bestia, se cubre con la capucha de su sudadera. “Para parecer más barrio”, argumenta. Al fondo, en la cola del tren, se divisa el movimiento de lámparas, pero aún es muy pronto para saber de qué se trata.

Saúl enciende un cigarrillo y repite en voz alta la consigna: “¡A la puta, si es un ladrón que se deje venir, aquí lo atendemos!”. Es su quinto intento por regresar al país del que fue deportado hace cerca de mes y medio. Allá pertenecía al Barrio 18, la pandilla más numerosa de Latinoamérica. Hizo algunos asaltos menores por los que cayó preso.

Suma cuatro intentos fallidos, atrapado por la Migra mexicana. Lleva miles de kilómetros sobre La Bestia. Y una consigna: “Hay que tener respeto a este animal. Si has visto lo que yo he visto, hay que tenerle respeto”. Así, joven duro como es, hombre prematuro que huye de su país porque la otra pandilla, la Mara Salvatrucha, tiene dominada la colonia donde vive, Saúl sabe dónde está parado, y sabe que el techo del tren no es mejor que lo que ha vivido.

–Siempre da miedo, siempre.

La escena que nunca se le borrará de la mente es la de una hondureña de unos 18 años con la que viajó en su primer reintento hace unas semanas. Ella cayó en medio del alboroto que se formó cuando todos pensaron que había un operativo de Migración más adelante. Cayó.

–La vi cuando se iba para abajo, con los ojos bien abiertos –recuerda.

Y después sólo alcanzó a escuchar un fino alarido que se extinguió de golpe. A lo lejos, vio rodar algo.

–Como una pelota con pelos, supongo que su cabeza.

El sacerdote Alejandro Solalinde es el artífice de que esos operativos hayan disminuido en el sur mexicano. Protestó ante el Instituto Nacional de Migración. No era posible que se hicieran de noche, en lugares montañosos. Una escena que apabullaría a cualquiera: la noche, el sonido constante del tren que combina el ruido del golpe metálico con unos chillidos finos, tétricos, que a veces parecen el grito lejano de una mujer, y de repente, a los costados, una iluminación cegadora. Decenas de reflectores y gritos: “¡Bajen, bajen, bajen!”. Y el tren deteniéndose, y sombras lanzándose sobre las vías, donde las llantas de acero aún pueden rebanar. No es posible, argumentó Alejandro Solalinde, tienen que encontrar otros métodos, porque muchos quedan mutilados en la estampida. Ciegos que corren, ciegos que saltan, ciegos que empujan.

Desde entonces los operativos en el sur han cesado. Más adelante, luego de rodear la capital mexicana y atravesar un lugar llamado Lechería, ya no son dominios de Alejandro Solalinde, y aquellos sobresaltos nocturnos aún se dan.

Las linternas se acercan. Cuando avancen dos vagones más será posible saber de qué se trata. Saúl enciende otro cigarrillo.

–Hicimos un pacto de que no nos van a asaltar –continúa Saúl–. La .38 tiene seis balas y a un par se pueden llevar, pero después les va a caer toda la raza y les va a aplicar la ley del tren.

La ley de La Bestia que tan bien conoce Saúl y que sólo deja tres opciones: resignarse, matar o morir.

–Fue hace un mes, cuando me agarraron en Reynosa, ya en la frontera. Esa vez, entre Arriaga e Ixtepec, al tren se subieron tres muchachos. Cabal, dos con machete y uno con la .38 de tamborcito. La onda es que esa vez no íbamos de acuerdo los del vagón, pero cuando el de la pistola le pasó por el lado a un hondureño que iba ahí... Cobrando el dinero andaba el de la pistola, y tonto, pues, él se tiene que quedar apuntando en la esquina del vagón, y mandar a uno con machete a recoger... La onda es que el hondureño le agarra la pierna y lo bota, y la gente rapidito se le aventó a los dos del machete…

Y ahí viene, la ley del tren.

–…primero los reventamos a verga. Después, el mismo hondureño le dijo a un su amigo: hey, ayúdame. Y agarraron al de la pistola, uno de los brazos y otro de las piernas, y lo aventaron entre los dos vagones. Partidito en dos lo hizo el tren. Lo mismo le hicieron al otro. Cuando iban por el tercero, un salvadoreño les dijo que mejor lo dejaran, para que fuera a contar que la raza no se iba a dejar. Lo tiraron a un lado del tren, pero había como un barranco ahí. Yo creo que igual se murió también.

¿Cuántos cadáveres se habrán fundido con la tierra que rodea las vías? Bien dijo una vez Alejandro Solalinde que estos terrenos son un cementerio anónimo. (...)

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jueves, 1 de julio de 2010

Puebla: Guerra de mochos

Álvaro Delgado
Como algunos esperan que en Puebla haya un empate técnico entre los candidatos a la gubernatura por parte del PRI y del PAN con sus respectivas alianzas –Javier López Zavala y Rafael Moreno Valle–, las acusaciones salpicadas de vulgaridad y bajeza que ambos se han lanzado –relacionadas con la corrupción, la homofobia, el aborto, la discriminación– hacen temer que el proceso electoral desemboque en violencia. Como sea, conservadores ambos, buscan a los jerarcas religiosos católicos y evangelistas para atraer más votos y apelan al fanatismo cuando, en vez de pronunciar un discurso, predican…
PUEBLA, Pue, 30 de junio (Proceso).- “Yo sí creo en Dios. Tengo principios y valores”, se ufanó el candidato priista a gobernador de Puebla, Javier López Zavala, en el debate con su rival de la coalición opositora, Rafael Moreno Valle, contra quien enseguida descargó un arsenal homofóbico que llevó al clímax la disputa por quién de los dos es más conservador, mentiroso y corrupto.

“Seguramente es cierto que hay funcionarios que cambian de coche, de casa y mujer, aunque yo sigo con la misma (esposa) y la misma casa, pero hay otros que cambian de partido y cambian de sexo”, embistió López Zavala a Moreno Valle, quien dejó el Partido Revolucionario Institucional (PRI) para convertirse en senador panista y busca gobernar Puebla como su abuelo que, en 1972, fue depuesto tras una matanza de campesinos.

La estrategia de López Zavala de exhibir sistemáticamente la supuesta preferencia sexual de Moreno Valle, así como de señalar que pretende legalizar el aborto y la adopción de niños por personas del mismo sexo –como lo hizo en el debate del miércoles 16 de junio–, es consistente con la agenda de derecha que ha impulsado como funcionario del gobierno de Mario Marín, quien lo impuso como candidato a sucederlo.

Por ejemplo, junto con Marín le arrebató al Partido Acción Nacional (PAN) el proyecto de penalizar el aborto en Puebla que aprobó el Congreso, en marzo de 2009, a iniciativa de los diputados priistas José Othón Bailleres y Pablo Fernández del Campo, con lo que se inició una ofensiva para conseguir reformas análogas en 16 estados del país.

Secretario de Gobernación los primeros dos años de Marín, cuando se produjo la detención y tortura de la periodista Lydia Cacho por la denuncia que contra ella presentó el empresario Kamel Nacif, López Zavala se convirtió en un secretario de Desarrollo Social estrechamente vinculado a los sectores religiosos, a los que dotó de recursos para construir y remodelar templos católicos y evangélicos.

“Entrego este recurso porque yo, al igual que ustedes, también creo en Dios”, dijo el funcionario en una de las muchas entregas de toneladas de cemento del programa Unidos para Progresar (Upp) y, haciendo ostentación de sus creencias, participó en procesiones y oficios religiosos que halagaron al arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez Espinosa.

De hecho, como precandidato del PRI, López Zavala acudió, en febrero, a una misa celebrada en la Basílica de Guadalupe por el arzobispo, quien lo colocó en el área de invitados especiales, y ya como candidato se sumó a la “Procesión del Silencio”, celebrada el Vienes Santo, también junto a ese jerarca católico.

Frente a las especulaciones de su supuesto priismo, el arzobispo negó tener predilección por López Zavala –“nadie puede decir que yo tengo mi candidato, porque nadie puede entrar en mi corazón”–, y reiteró la neutralidad de la Iglesia: “Yo seguiré saludando a todos los candidatos como a cualquier persona devota que se acerque a mí; lo mismo puedo saludar a Javier López Zavala que a Rafael Moreno Valle”.

Sin embargo, la ostensible relación del priista con el arzobispo alarmó a Moreno Valle y al candidato de la coalición a la alcaldía de Puebla capital, Eduardo Rivera Pérez, sobre todo después de que, el 9 de marzo, López Zavala fue recibido por Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México, a quien le solicitaron también una cita, el 28 de abril.

“Fue sólo una visita donde hubo un acercamiento privado del candidato a gobernador y del candidato a presidente municipal con la intención muy clara de platicar el trabajo que hemos venido realizando con Puebla”, declaró Rivera Pérez.

Este afán de los candidatos de lisonjear a la Iglesia católica ha sido permanente en la contienda, y por eso en el debate –en el que el petista Armando Etcheverry tuvo una discreta participación– López Zavala mantuvo su embate conservador contra Moreno Valle y preguntó a los votantes: “¿Le darías la confianza de tu familia a alguien que no tiene principios, que quiere legalizar el aborto y la adopción de niños inocentes por personas del mismo sexo?”.

El candidato de la coalición opositora tuvo que insistir en su “posición a favor de la vida”, tal como lo juró en la visita que hizo, el 11 de mayo, a la Universidad Popular Autónoma del Estado Puebla (UPAEP), fundada por la ultraderechista organización El Yunque: “En mis seis años como gobernador no se aprobará la ley para permitir el aborto”.

El cortejo de ambos candidatos se ha ampliado a las Iglesias cristianas, y en uno de esos encuentros, en la plaza de toros El Relicario, López Zavala sedujo a miles de fieles pentecostales al expresarles que sólo Dios “quita y pone autoridades”, para enseguida predicar: “Debo decirles que reconocemos que Puebla es un estado de Jesucristo”.

Le siguió un grito atronador del auditorio: “¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús! ¡Jesús!”.



Pura corrupción



Pero López Zavala y Moreno Valle no sólo compiten por demostrar quién es el más conservador, en un torneo de vulgaridades y bajezas –que ya alcanzó al gobernador Mario Marín–, sino quién es el más mentiroso y el más corrupto.

López Zavala, candidato de la coalición Puebla Avanza –PRI y Partido Verde–, llama “candidato de las mentiras” a Moreno Valle, respaldado por la alianza Compromiso con Puebla, integrada por los partidos Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y Convergencia.

El priista, con documentos, aseguró que Moreno Valle no es doctor, sino sólo licenciado; que no fue vicepresidente del Dresdner Bank, como se ha ufanado, y que además, como secretario de Finanzas de Puebla –entre 1999 y febrero de 2003–, causó un quebranto al presupuesto estatal por mil 500 millones de pesos.

Este episodio, conocido como el “hoyo financiero”, ha salpicado a priistas y miembros de la coalición opositora que encabeza Moreno Valle, porque éste lo cometió cuando era funcionario priista de Melquiades Morales, y por ello el PAN lo explotó políticamente en la campaña por la gubernatura de hace seis años.

Ahora los panistas y sus socios del PRD disculpan el monumental quebranto financiero, y los priistas se lo reprochan a Moreno Valle, pese a que en su momento lo convalidaron: El candidato López Zavala; el presidente estatal del PRI, Alejandro Armenta, y el presidente de ese partido en la capital, Carlos Meza Viveros, aprobaron como diputados la Cuenta Pública de Melquiades y, por lo tanto, la gestión de Moreno Valle.

A la acusación de mentiroso y corrupto que le endilga López Zavala a Moreno Valle, éste le ha respondido con desprecio por su origen chiapaneco, y personeros de la coalición difundieron, a través de la agencia Notimex, una copia de nacimiento, falsificada, que hacía guatemalteco al priista.

Y en respuesta a la acusación del priista de que su padre estuvo preso en Italia, por fraude, Moreno Valle derrumbó, con datos, el “mito” de que su rival es una persona de vida modesta, porque –acusó en el debate– posee un vasto patrimonio inmobiliario que puso a nombre de sus padres.

Conforme a un voluminoso paquete de documentos, distribuidos por personeros de la coalición que encabeza Moreno Valle –que en Puebla apenas si se publicaron–, los padres de López Zavala, Reynaldo López Cruz y Lilia Zavala Cruz, pasaron de la inopia a la prosperidad inmobiliaria.

En efecto, con base en la información, se identificaron 28 propiedades, entre terrenos y casas, con una superficie de 1 millón 783 mil 865 metros cuadrados, 26 de las cuales fueron adquiridas a partir de 2001, cuando López Zavala era ya servidor público.

Se pregunta: “¿Cómo una persona que en su lugar de residencia adquirió y vendió solamente dos propiedades en un periodo de casi 40 años logra, a partir del año de 2001 y en tan sólo 10 años, con mayor énfasis de 2005 en adelante, acumular este patrimonio?”.

De hecho, el documento refiere inclusive los ingresos que tenía el padre del candidato: En 1992 recibía un salario de 11 pesos diarios y su patrón era Menuri Construcciones, S.A. de C.V., y para octubre de 1996, cuando deja de cotizar y no cuenta con pensión o jubilación alguna, su sueldo era de 14 pesos en la empresa Construvivienda Obrera, S.A. de C.V.

López Zavala ejerció, en los años en que se adquirieron casi todas esas propiedades, varios cargos públicos: luego de haber sido director general del DIF de Puebla, entre 2001 y 2004 fue diputado local; de 2005 a 2007 fungió como secretario de Gobernación de la entidad, y de 2008 a 2010 se desempeñó como secretario de Desarrollo Social.

Se trata de 21 propiedades en Puebla y siete en Veracruz, que en su conjunto amparan un valor de 37.5 millones de pesos, según la estimación del valor comercial de los inmuebles.

En el caso de Veracruz se trata en realidad de fracciones de un extenso predio rústico conocido como La Burrera, ubicado en el municipio de Tierra Blanca, cuya porción mayor, de 650 mil metros cuadrados, tiene un costo en escrituras de 1 millón 755 mil pesos, pero su valor comercial estimado es de 9 millones 750 mil pesos.

Entre las notarías en Puebla que dieron fe de esas operaciones se encuentran la número 56, de Carlos Meza Viveros, presidente del PRI en el municipio de Puebla, con seis operaciones; la 50, de Carlos Roberto Sánchez Castañeda, padre de Carlos Sánchez, asesor del PRI estatal, con tres operaciones, y la 53, del gobernador Mario Marín, con una operación.

Al respecto, López Zavala se ha callado la boca.



Vulgaridades, bajezas, delitos



Desde antes del arranque formal de la campaña se perfilaba una confrontación ríspida, pero las acusaciones han escalado a nivel de pleito de arrabal, ante lo cual el Instituto Electoral del Estado (IEE), presidido por Jorge Sánchez Morales –a quien la coalición ha demandado su renuncia por su presunta inclinación priista–, se ha mantenido al margen.

La homofobia contra Moreno Valle, sobre todo desde el anonimato, ha escalado: va de calcomanías en las que aparece junto a la dirigente magisterial Elba Esther Gordillo, en medio de un corazón rosa, hasta la difusión de un video truqueado para hacerlo aparecer vestido de mujer, y una página de internet apócrifa con material escatológico.

De hecho, sólo por las expresiones que usó en el debate, López Zavala ya fue denunciado por homofobia ante el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), por el diputado local del PT José Manuel Benigno Pérez Vega, conocido como Pepe Momoxpan, porque “ambas manifestaciones no sólo transgreden las formas de comportarse en una discusión de cara al pueblo, sino discriminan, humillan y laceran la dignidad de miles de poblanos y poblanas pertenecientes a la diversidad sexual”.

En la recta final de la campaña circuló un correo electrónico con la amenaza de difundir una supuesta grabación donde se involucra a Moreno Valle en una relación sentimental que supuestamente tuvo con un joven en Estados Unidos cuando eran estudiantes, lo que él mismo calificó de falso.

“Sin saber qué digan, lo que digan es una mentira y lo van a documentar expertos. Quisiera ver si Marín puede desmentir así su relación con Jéssica Zamitiz”, dijo el panista y se sumó al nuevo escándalo del gobernador, quien ha sido otra vez exhibido con audiograbaciones profusamente difundidas desde el anonimato.

Hasta la esposa de Moreno Valle, Martha Érika Alonso, se sumó a la censura a Marín: “Si sucedió lo que sucedió con el caso de Lydia Cacho, qué podemos esperar de una gente como el gobernador”.

Y es que junto a la vasta distribución de paquetes que contienen las 40 audiograbaciones con diálogos privados entre Marín y la joven, los promotores de esta campaña dispusieron un blog en internet (preciozo.blogspot.com) que ofrece detalles sobre este escándalo: “Testimonio del delito de estupro (...) que debe castigarse con ocho años de cárcel a Mario Marín, el góber precioso y ahora también precioZo!! (sic)”.

Después de campañas que han polarizado a la sociedad poblana, se anticipa violencia en la jornada del 4 de julio –de la que los priistas culpan desde ahora a Elba Esther Gordillo, quien buscará, dicen, reventar la elección con “porros”–, sobre todo porque algunas encuestas registran un empate técnico entre los dos candidatos.

De hecho, por primera vez en la campaña, una encuesta puso a Moreno Valle delante de López Zavala con dos puntos. Fue Gabinete de Comunicación Política (GCP), que en mayo ubicaba al priista con 10 puntos de ventaja. La del diario Reforma colocó a ambos en empate técnico.

Sin embargo, Consulta Mitofsky aportó cifras muy distintas: López Zavala obtendría 43.7% y Moreno Valle sólo 34.2%. Es decir, 9.5 puntos de diferencia. Más diferencia entre ambos registró la empresa Prospecta Consulting, que dio al priista 16 puntos sobre el candidato de la coalición opositora.

Pero, al final, gane quien gane, el sucesor de Mario Marín será un priista y, además, conservador…

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